Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Durante los tres años en que el actual gobierno ha diseñado el Presupuesto de Egresos de la Federación, la reasignación de recursos afectó notablemente la producción agroalimentaria para consumo interno. Los grandes productores que también reciben dineros públicos, enfocaron su esfuerzo a la exportación. Hoy el país es superavitario en la materia y el sector se ha convertido en uno de los cinco con mayor captación de divisas.
La diferencia se ha trasladado al campo de los pobres. De aquellos con son ejidatarios, comuneros o pequeños propietarios, algunos de ellos utilizan aún el arado egipcio.
Cuando el presidente habla de reunirse con los productores y campesinos para incrementar la producción para el auto abasto, tácitamente reconoce el error de no haber apoyado las áreas sensibles de la alimentación nacional.
Cuatro son los granos en donde la autosuficiencia se desconoce: maíz, frijol, arroz, soya y sorgo. Se importan grandes cantidades desde hace buen tiempo y en este gobierno la regla se ha mantenido. Según el presidente, la visión de los de era que en un mundo globalizado se puede comprar todo en otros países. Sin embargo, no ha hecho la diferencia: se importan demasiados alimentos.
Y si bien México, sus productores, los grandes, encontraron ventanas de oportunidad con carne de res, pollo, cerdo, huevo, jitomate, aguacate entre otros, los que deben producir alimentos para las grandes mayorías están al margen de los avances.
Carentes de tecnología, poseedores de tierras en muchas ocasiones infértiles, sin fertilizantes, sin ríos o presas que puedan proporcionar agua; sin permisos para perforar pozos, elevados costos por consumo de energía eléctrica, con precios de garantía por debajo de costos de producción, con prolongadas sequías o inundaciones en tierras bajas, los 5 millones de ejidatarios no generan granos para su consumo familiar y menos, por supuesto, para el mercado nacional.
No es explicable que una nación donde se desarrolló el maíz y de aquí salió para otros países, no tenga las hectáreas suficientes para el sembradío del grano. La tortilla es invento mexicano. Los frijoles y el arroz son parte esencial en la dieta, si se le puede llamar así, de millones de mexicanos.
Es clásico escuchar: semos pobres, pero con frijoles, tortilla y chile, la pasamos bien.
Haber abandonado el campo como parte de una venganza política, el VOTO VERDE, ha traído como consecuencia que se incremente la importación de maíz, frijol y arroz, entre los granos fundamentales, tal y como lo reconoció el presidente de la República.
Hoy, dice el maestro en economía, Héctor Magaña, coordinador de análisis e investigación del Centro de Investigación Económica y Negocios del Tec de Monterrey, se pagan las consecuencias y es difícil acelerar los ciclos agrícolas por decreto. Sin duda, el auto abasto, es una buena idea pero a mediano y largo plazos. No es inmediato. No se siembre el maíz y en dos días hay mazorca. Pasa lo mismo con el frijol, el arroz y los otros granos que se importan.
Los dirigentes campesinos de las organizaciones políticas, hasta hace un sexenio aliadas y sostenidas por el PRI, se han quejado de los recortes económicos. Ismael Hernández Deras, cabeza de la CNC, ha señalado que este año el recorte rebasó los 20 mil millones de pesos.
Y es que para el presidente hay prioridades: AIFA, Tren Maya, Refinería y Transísmico; programas sociales y reformas eléctrica y electoral.
Canceló los fideicomisos para el campo, cerró las llaves a los créditos de la Financiera Rural y en Nafinsa no hay programas, por lo menos vistosos, para apoyar la producción de alimentos.
Error, sin duda, no haber mirado hacía el bosque y quedarse con el árbol de sembrando vida.
Decía José López Portillo: no hay nada más caro que lo que no se puede comprar.
¿Dónde adquirirán los campesinos los granos para el auto abasto?
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