Una Evaluación a la Legislatura Paritaria

Sol Cárdenas Arguedas, Ruth Zavala Hernández y Martha Tagle Martínez. Perspectivas de género en México: Cámara de Diputados y Diputadas, LXIV Legislatura (2018-2021). Una visión multidisciplinaria. Cámara de Diputados, CdMx, 2022. 216 páginas

DAVID MARKLIMO

La LXIV Legislatura pasó a la Historia como la primera paritaria, donde se tenía una cámara legislativa compuesta por igual entre hombres y mujeres. Supone, entonces, no sólo una oportunidad para observar cuán distinto es el ejercicio legislativo dependiendo del género, sino también para acercarse a aquellos temas que a las mujeres más les preocupan. Es más o menos lo que han hecho en el  libro “Perspectivas de género en México: Cámara de Diputados y Diputadas, LXIV Legislatura (2018-2021). Una visión multidisciplinaria”. 

Aquí, académicas y políticas de todas las adscripciones políticas, analizan el trabajo legislativo realizado en materia de género por la Cámara de Diputado. Es un documento interesante, que muestra los avances desde las épocas del Primer Congreso Feminista. Pero, quizá, su virtud consiste no en quedarse en el pasado, sino en el trabajo que falta para que se la equidad se pueda considerar plena.

El libro de mostrar un panorama general de los avances en la paridad y perspectiva de género, a nivel mundial, en la región de América Latina y en el país bajo cinco premisas: paridad y representación política de las mujeres, agenda 2030, derecho a los cuidados, planeación con perspectiva de género y violencia de género.                                                                                                                                                     

Sobre la paridad, hay que decir que esta experiencia debe replicarse en otros poderes del Estado. Aún queda trecho por recorrer en el Poder Judicial y, especialmente, en la administración pública. Reducir la paridad sólo a la representación parece un grave error, máxime cuando la demografía del país muestra que las mujeres son la mayoría del país. También parece pertinente que se trabaje en lo que se conoce como la paridad sustantiva; es decir, la capacidad de tomar decisiones de forma paritaria. La Junta de Coordinación Política de la Cámara, al fin y al cabo, estaba encabezada por varones.

El cambio climático  es otro de los puntos donde las mujeres deben ser más protagonistas. Es necesario incluir los puntos de vista del movimiento feminista en la mitigación y formulación de políticas y legislaciones ambientales. El vínculo entre género, desarrollo y sustentabilidad es innegable en la realidad del país, pues los impactos del clima en los hombres y las mujeres son diferenciados.

El tema de los cuidados es uno de los más sensibles de la agenda feminista en materia laboral. La inclusión de las trabajadoras del hogar a los esquemas de Seguridad Social es un avance, pero queda pendiente la supervisión, continuidad y seguimiento a ese andamiaje jurídico.

La distribución del espacio público, el cómo lo entienden los gobiernos, es uno de los pendientes a la hora de visualizar la problemática de género. La planeación urbana, pues, no toma en consideración las diferencias entre hombres y mujeres. El mejor ejemplo es la movilidad. Aquí hay todo un campo de trabajo interesante, no solo en términos legislativos sino también de las administraciones públicas.

La llamada Ley Olimpia marcó un hito en cuanto a la protección de los derechos a la intimidad y la no discriminación de las mujeres, pero aún falta mucho camino por recorrer en la materia. Por ejemplo, en el ámbito de la publicidad, quedaría reflexionar sobre el sexismo o los discursos estereotipados. ¿Dónde termina la libertad de expresión y dónde comienza la discriminación? He ahí la pregunta.

Quizá queda una última reflexión: la experiencia muestra que las mujeres en la esfera pública y espacios de decisión política cambian la perspectiva e incorporan en el debate público temas que les son propios (distintos tipos de violencia y la incorporación de la perspectiva de género en distintas instituciones son solo unos ejemplos de esta situación), pero si ampliamos la mirada veremos que esos temas producen, además, sociedades más seguras y justas. Quiere decir que al favorecer los derechos de las mujeres construimos un entorno más seguro, equitativo y saludable para toda la sociedad. 

 

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