Por Jesús Michel Narváez
La derrota sufrida, dolerá y cambiará el rumbo. El freno colocado por las oposiciones, a las que el presidente denostó hasta cansarse durante tres años y cuatro meses, preludia el fracaso del proyecto y sus próximos intentos por reformar la Constitución en materia electoral, la Guardia Nacional y la que haría posible una “ampliación de mandato”, seguramente correrán la misma suerte.
En solamente 8 días, dos caídas de las que difícilmente podrá levantarse. De la revocación de mandato queda solamente la amargura. De la reforma eléctrica, el infarto político.
Aquellas palabras ofensivas: la oposición está moralmente derrotada, no se convirtieron en el “testamento político” en las “sagradas escrituras” que representarían la alianza nueva por los siglos de los siglos.
Esta mañana es seguro que el presidente Andrés Manuel López afirme que la “traición a la PATRIA se consumó” y mostrará que su venganza será “implacable”.
Estaba anunciado el resultado. La fala de diálogo y de operación política permitieron que las oposiciones respondieran con algo no visto en la historia moderna del país: con unidad.
El presidente de la República, su secretario de Gobernación, su secretaria de Energía, su empleado en la Cámara de Diputados, su dirigente del partido oficialista, sus gobernadores, sus propagandistas, pasarán a la historia por haber demostrado que la soberbia de un SOLO HOMBRE no tiene cabida en una nación que ha construido su democracia y sus habitantes no están dispuestos a cederla a nadie que no respete la Constitución ni las leyes que de ella emanan.
No es descartable que esta mañana desde el púlpito presidencial se intente presumir que en el gobierno de la cuatroté existe “la libertad” de pensar porque, el presidente, es un demócrata.
Lo ocurrido ayer en San Lázaro confirmó lo que en este espacio y en centenares más, se ha explicado: los ciudadanos y sus representantes -deberemos decirlo así al referirnos a los diputados- han llegado al clímax del rechazo hacia la forma en como el presidente los trata. Las ofensas, las descalificaciones, las amenazas, las acusaciones sin pruebas, el desdén con el que se mira a los otros, cobraron la primera factura.
La violación constante de las leyes, sin nadie que frenara las acciones, y en lugar de atender las causas se aumentó la presión para demostrar que “los humildes” apoyan todo lo que el presidente hace, pretendieron horadar el casco de la unidad nacional, del poder ciudadano y de las instituciones.
Dos fracasos en una semana no son fáciles de digerir. El hacha presidencial, que de todo hace leña, no sirvió para cortar la dignidad de legisladores que, aunque no se reconozca, escucharon a los expertos en la materia y decidieron impedir la desforestación política.
Ignacio Mier, el personaje al que se le encomendó la tarea de sacar la reforma eléctrica y quien durante meses presumió que cumpliría a cabalidad las órdenes, camina sobre el filo de la navaja respecto a su permanencia como “líder” de Morena y aliados en la Cámaras de Diputados. Adán Augusto López, con todo y el apoyo del comandante de la Guardia Nacional, perdió la visión de su cargo y se sometió o impulsó, como se quiera mirar, al deseo insano presidencial; Rocío Nahle fracasó con la Ley de la Industria Eléctrica y no podrá desmantelar los órganos reguladores; Mario Delgado agotó su dosis de mentiras y la presunta influencia política desapareció.
¿Cuántos dentro del gabinete, del movimiento, traicionaron a López?
Probablemente muchos, convencidos de que la forma de gobernar no es la correcta. Y no se trata de escribir de la “corrección política” sino de mirar cómo el camino que se pavimentaba para llegar a la cima de la autocracia y pasar a la dictadura, alarmaba.
Frenar la reforma constitucional que tensó las relaciones con los socios comerciales e inversores de Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea, regresa a México la existencia del ESTADO DE DERECHO.
Quizá el presidente reflexione y entienda que no es dueño de México, tampoco de Palacio Nacional y menos de la conciencia de millones de mexicanos. Su intentó de cambiar todo a cambio de destruir el país, sus instituciones y la dignidad de los ciudadanos, fracasó.
Lo que viene es de alarmar. La venganza, que sí anida en su corazón, no tendrá límites.
Dos caídas sin protección. Y la tercera ¿cuándo?
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