POR SILVESTRE VILLEGAS REVUELTAS
En política hay pocas coincidencias y la semana pasada en dos días consecutivos (miércoles 30 y jueves 31) la Secretaría de Cultura vía el INHERM, que cotidianamente difunde cápsulas históricas, se refirió al cierre del periódico El Heraldo -de los tiempos maderistas- porque se acusaba a dicho diario como a otros de difundir noticias falsas, alarmistas y de construir un ambiente a propósito para un golpe de estado en contra del gobierno de Madero/Pino Suárez; hasta aquí la información proporcionada por el Instituto. Vale la pena señalar que el clima de oposición al movimiento revolucionario, azuzado por la prensa maleada durante el porfiriato, se materializó en el muy sangriento cuartelazo llamado la “Decena Trágica” de los días 9-19 de febrero de 1913, el cual culminó con el asesinato del presidente y del vicepresidente perpetrados el día 22, amén de otras personalidades como Gustavo Madero quien fue salvajemente castrado.
Al día siguiente del comunicado del INHERM, el presidente López Obrador en su conferencia matutina (31) abiertamente señaló que todo el espectro de los medios de información en la Ciudad de México, léase prensa, radio y televisión estaban alineados para criticar CUALQUIER ACTO DE GOBIERNO. Agregó que los reporteros al hacer preguntas, los conductores cuando presentaban las noticias, los diarios al publicar sus números, parecía que unos y otros seguían un mismo guión de golpeteo diario, de indudable tendencia mediática y muy a propósito para enrarecer el violento ambiente nacional. Abundaba que no sabía si era la línea que lanzaban los directivos y dueños de los medios de difusión, quienes estaban muy interesados en criticar hasta lo indecible el cotidiano proceder del actual régimen, o si realmente era la opinión particular de los periodistas en cuanto a los temas específicos que se ventilan en el diario acontecer de la república. Desde mi óptica, que consulta varios medios de comunicación para elaborarme un panorama primero noticioso y luego editorializado de las noticias, me he percatado que desde luego hay días y temas, donde resulta evidente que la plana mayor de los editorialistas se ha puesto de acuerdo para ventilar un mismo tema. Es más, se citan unos a otros acerca de lo que va a salir publicado al día siguiente -endogamia periodística permitida o auspiciada por la dirección editorial del medio en cuestión.
La práctica periodística señalada líneas arriba es la norma actual en la mayoría de los casos del mundo de los comunicadores existentes en el país. Pero lo que sí es perturbador, radica en la no admisión en el imaginario y discurso de la llamada “oposición conservadora”, acerca de que no hay cuando sí existe un plan ideado, diseñado y producido para criticar al actual gobierno de López Obrador en cuanto a todas las acciones del régimen y temas cercanos a una posible transformación del país. Repetimos, es una meta real construir una opinión adversa a todo cuanto haya sucedido, sucede o podría acontecer y que de alguna manera se pudiera ligar a un hipotético logro del gobierno actual, léase el hasta ahora poco endeudamiento internacional del hoy gobierno mexicano, las muchas becas de que gozan viejos, jóvenes, mujeres, proyectos manejados por indígenas, caminos carreteros que cruzan alejadas serranías, y qué decir la loable lucha por subir el salario mínimo y que los puestos de trabajo dejen de ser “contratos basura” como se dice en España, acerca de los empleos eventuales y sin ningún tipo de prestación laboral o social. Es más, a pesar de los cientos de miles de muertos -como en el resto del mundo- el gobierno se comprometió a vacunar contra el Covid y lo ha llevado a efecto bien, que no sensacional, en un año y medio y a un costo multimillonario en dólares. Pero de ello muy poco o nada se dice en la prensa nacional y se repite lo de los 40 mil muertos, dicho por Gatell, pero no se compara lo que señalaba el doctor Fauci de los Estados Unidos en las mismas fechas acerca de temas y proyecciones semejantes. Igualmente repiten hasta la saciedad lo de las guarderías, lo del seguro popular y otros temas que ya han sido sustituidos por otros programas y con otros nombres, como durante décadas lo hicieron los gobiernos emanados del PRI. ¿De qué se sorprenden, aunque la idea era y es que ya no se repitieran?
En fin, el asunto planteado en el título de este escrito no es nuevo porque aparte de lo actual y de lo sucedido en el tiempo maderista, y como ejemplo de tiempo atrás, se acusó a la prensa durante 1852/1853 de ser la principal culpable en la caída del gobierno de Mariano Arista, que quiso reformar liberalmente al país pero el cuartelazo, aquí sí de ideología conservadora, resultó en el último gobierno de Santa Anna cuyas arbitrariedades llevaron a que la guerra civil se iniciara en 1854 y que durara por los siguientes 13 años. Ello siempre es una posibilidad real. Por eso en 1855 el liberal moderado y muy inteligente José María Lafragua, como secretario de Gobernación y autor de la ley que normaba la libertad de prensa, indicaba que: “ella debería ser faro de civilización, modernidad y libertades humanas…critiquen las acciones de gobierno pero no difamen al gobernante…háganlo con la responsabilidad que le deben a la democracia…y no conviertan uno de los mejores inventos del ser humano en máquina de libelos, de discordia que acabará en violencias”.