VERÓNICA V. GONZÁLEZ Y ARNOLDO PIÑÓN
Sólo con una planilla de unidad en la elección de dirigentes del Sindicato Nacional de Trabajadores del ISSSTE (SNTISSSTE), se evitará una campaña de lodo en la que pudieran generarse condiciones para una división que pulverizaría una de las organizaciones laborales más importantes.
Para que sea posible la unificación en torno a una candidatura, el presidente saliente, Luis Miguel Victoria Ranfla, tendrá que dar muestras de una gran capacidad de negociación. ¿Cuál de los dos precandidatos tendrá capacidad para hacer a un lado sus legítimas aspiraciones para priorizar los intereses de casi 80 mil trabajadores? ¿La doctora Norma Liliana Rodríguez Argüelles?¿El licenciado Hilario Ramírez Chávez?
Para ambos no es una decisión fácil, porque puede representar la única oportunidad en acceder al liderazgo, una posibilidad que dentro de cuatro años difícilmente se les repetirá.
En efecto, en 2026, habrá concluido el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, por lo que la dirección general del ISSSTE será ocupada por alguien distinto a Pedro Zenteno. Es decir, las condiciones políticas se habrán modificado sustancialmente.
Y es que creer que sólo el voto de los trabajadores definirá al sustituto de Victoria Ranfla, es caer en una trampa simplona. No es lo mismo ser un candidato con un discurso incendiario que ofrezca el oro y el moro, y otra muy distinta cargar el peso de los intereses laborales en una institución como el ISSSTE por lo qué, hay otros factores que también influyen.
¿Por qué en el Sindicato Único de Trabajadores del Gobierno de la Ciudad de México (SUTGCDMX), pese a contar con un reconocido poder de convocatoria de Hugo Alonso, no es el presidente?
Es evidente que el presidente de ese sindicato -con una membresía de 110 mil trabajadores-, Aarón Ortega Villa, carece de la influencia entre los trabajadores que tiene Alonso. Fueron otros factores los que definieron en esa organización, cuando la reforma laboral que introdujo el voto personal, libre, secreto y directo como firma de elección de las dirigentes sindicales.
¿Quién no confió en el secretario general de la sección 1 “Limpia y transportes” y prefirió optar porque durante meses el SUTGCDMX permaneciera en la indefinición jurídica?
No hay que perder de vista que al final a Alonso Ortiz se le dio la razón, negándoseles los amparos que promovieron cuatro secretarios generales seccionales y que sirvieron de base para que el Tribunal Federal de Conciliación y Arbitraje torpedeara las elecciones de enero de 2020, lo que ocurrió después de septiembre del año pasado, una vez que ya había sido electo Ortega Villa en la presidencia de ese sindicato.
Los dirigentes sindicales, al ser quienes tutelan los derechos de trabajadores-independientemente del número- deben reunir ciertas características, porque de su actuación dependen familias completas, e incluso la estabilidad de empresas y dependencias públicas. Esto es, deben caracterizarse por la mesura, capacidad de negociación, y si tienen visión de futuro, mejor, para no arriesgar el empleo y las fuentes que la generan.
Es cierto que, en democracia, la voluntad de la mayoría es la que define el rumbo a seguir. A los trabajadores les corresponderá analizar personalidades y cualidades a la hora de emitir su voto; estarán en juego sus intereses y las de sus familias, e incluso las empresas y dependencias en las que laboran. ¿Alguien se imagina un paro en hospitales del ISSSTE, por ejemplo?
La historia muestra que personajes de lo que se espera casi nada, sorprenden por sus resultados. El ejemplo en nuestra época, lo representa el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, quien antes de ser electo era un comediante.
El presidente ucraniano -o ucranio, como se prefiera-, ha dado muestras de una gran capacidad de comunicación, lo que le ha permitido a su país ganar la guerra en la opinión pública, pese al poderío militar de Rusia. Esa es la causa que ha permitido, hasta ahora, mantenerse en una contienda desigual.
En el sindicalismo, líderes -y permítase la utilización del término- de la capacidad de Fidel Velázquez y de Joel Ayala Almeida, en especial la negociación, prudencia y visión de futuro, son casos excepcionales y por eso trascendieron.
Sin duda, el presidente de la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado (FSTSE), es el último de los líderes de la época fundamental del sindicalismo mexicano, lo que desde luego es una lástima.
A su capacidad se debe, solo a manera de ejemplo, los vales de fin de año, una conquista económica especialmente apreciada por los trabajadores.
Desafortunadamente hace unos días murió Agustín Rodríguez Fuentes, quien tuvo la capacidad y la visión para conducir al Sindicato de Trabajadores de la UNAM (STUNAM), en una etapa de cambio gubernamental -primero Vicente Fox y luego Andrés Manuel López Obrador- en épocas de incertidumbre. Un reto cuyas expectativas le corresponderá a Carlos Hugo Morales agrandar.
Si hay algo hay que reconocerle a Luis Miguel Victoria Ranfla, es que tuvo la cualidad de llevar al SNTISSSTE en un periodo particularmente difícil, sin perder tomar decisiones atrabiliarias: cuando Javier Huerta -ahora diputado federal por Morena- fue subdirector de personal, hizo canto pudo por debilitar a ese sindicato, incluso impulsó la creación de otros en busca de alcanzar su propósito- intentó cuanto tuvo a su alcance para debilitar esa organización. Un logro que no es desdeñable.
Por ello, es importante que se busquen generar condiciones que eviten la división en el cuarto sindicato en membresía de la burocracia. Hay muchos intereses en juego.
PARA LA AGENDA
Por cierto, Carlos Hugo Morales, candidato de la planilla Roja «Frente Flores Magón», intensifica su campaña en busca del voto de la mayoría de los poco más de 32 mil trabajadores universitarios.