Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
¡Se hizo justicia!
Y como se lo señalé ayer; estaba por escribirse en la historia y el autor del escrito -dos, por cierto- tiene nombre y apellido y sus otros 10 pares, lo mismo.
Y se escribió.
Difícilmente se puede tener una votación unánime en temas como el que protagonizó el fiscal general de la República al someter a prisión domiciliaria -por su avanzada edad- a la que fuera pareja de su hermano, Federico, y la hija encarcelarla en Santa Martha Acatitla.
Alejandro Gertz Manero, académico, doctor en derecho, docente, exsecretario de Seguridad Pública Federal y del entonces Distrito Federal. Alejado de la política, su reaparición sorprendió y más la aprobación del Senado para convertirlo en el primer Fiscal General de la República, con autonomía acotada, pero al final autonomía. Antes de la acusación formulada en contra de su familia política, Gertz Manero gozaba de respeto.
¿Qué futuro tiene el señor Gertz Manero?
De entrada, demostrar que tiene dignidad y, por consecuencia, presentar su renuncia. La credibilidad la ha perdido. >El respeto también.
Si se aferra al cargo, porque será el último que tenga en vida, la dignidad debe partir del presidente de la República y removerlo en base al IV inciso del artículo 102 de la Constitución.
Opciones francamente improbables, aunque no imposibles.
Gertz Manero ya no le sirve al presidente de la República y mucho menos al país.
Forjó y cinceló a mano, su destino.
Y si el presidente de la República decide no remover al fiscal ni pedirle la renuncia, estará en falta con sus gobernados. Sabido es que no tiene apego a las leyes y menos a la admisión de equivocaciones. Al conocer el tema y la reyerta con Julio Scherer y éste con Olga Sánchez Cordero, se encogió de hombros, restó importancia a la crisis que se originó en las oficinas de sus empleados y consideró como “normales” los reclamos. Vaya, como en familia cuya dignidad ha sido pisoteada por el jerarca. No muestra conocer la dignidad y por ello no les pide a sus colaboradores que la tengan y la ejerzan ante decisiones equivocadas, vengan de quien fuere.
Sin pretender juzgar, no soy juez, las acciones del Fiscal General dejan mucho que desear. Mostrar el poder que posee o poseía y pretender influir en la decisión de quienes forman parte de otro poder de la Unión, no amedrentó a quienes tienen como principio rector ser garantes de la Constitución, los y las únicas autorizadas para interpretar las leyes. Por el contrario, los y las hizo reflexionar y los llevó a tomar una decisión fundada, cargada de legalidad y de autonomía.
El Jefe del Ejecutivo puede recurrir al texto constitucional siguiente:
(Artículo 102) IV. El Fiscal General podrá ser removido por el Ejecutivo Federal por las causas graves que establezca la ley. La remoción podrá ser objetada por
el voto de la mayoría de los miembros presentes de la Cámara de
Senadores dentro de un plazo de diez días hábiles, en cuyo caso el Fiscal
General será restituido en el ejercicio de sus funciones. Si el Senado no
se pronuncia al respecto, se entenderá que no existe objeción.
Y más allá de la legalidad, la responsabilidad y la dignidad perdida, Alejandro Gertz Manero ya no podrá mirar a los ojos a quienes haya acusado. Tampoco a sus amigos, si los tiene, cercanos. De la familia, ni hablar.
Ser reconocido en cualquier parte donde vaya o se encuentre, provocará cuchicheos y, en caso extremo, reclamos abiertos.
Con la decisión de la Corte quedó exhibido, marcado y con nada limpiara el rostro hoy totalmente sucio al igual que sus manos y las de sus colaboradores.
Si escribió su destino, ya conoció el final. El epilogo que nadie quiere para sí mismo.
Aplaudo y manifiesto mi respeto por las 4 ministras y los 7 ministros. Hicieron su trabajo de manera impecable, aunque no le guste al presidente, al fiscal y a los defensores a ultranza.
Sin duda, hoy o mañana dirán que “conservadores que perdieron sus privilegios” ante el fiscal de “toda mi confianza”, como diría en repetidas ocasiones el huésped temporal de Palacio Nacional, influyeron para la decisión que le dejó un fiscal general disminuido, lastimado y derrotado.
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