Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Horas antes de comenzar las marchas con motivo del Día Internacional de la Mujer y con el propósito de exigir el final de los feminicidios, el presidente López afirmó, sin exhibir pruebas, que el movimiento feminista está “infiltrado por los conservadores” y lo que buscan es “dañar a mi gobierno”.
Verborrea en todo su esplendor.
Convencido de que las mujeres no actúan con criterio propio y que no le merecen respeto alguno, no se da cuenta o le importa un comino que el 52 por ciento de la Lista Nacional del Padrón Electora registra el 52 por ciento de féminas.
Seguramente en la medida que tomó para desaparecer las escuelas de tiempo completo “porque los recursos no bajaban” y a partir de ahora “se entregará el dinero de manera directa”, tomó en consideración que los niños no votan y tiene razón.
Olvidó un “pequeño detalle”: mamás y papás de 3.6 millones de niños beneficiados por el programa, sí votan. Y multiplique usted a cuando menos dos familiares y en muchos casos serán cuatro o cinco. Entre 15 y 18 millones de votos en contra.
Sume a las mujeres que escuchan las agresiones, las acusaciones infundadas y el desdén con que con tratadas por servidores públicos y empresarios para quienes trabajan. Millones de voto más.
Y quizá la prueba de fuego para ellas sea hoy.
Si el movimiento el “9 nadie se mueve” es efectivo, la fuerza femenina estará a la vista y el presidente y sus asesores tendrán que preocuparse más que en descalificaciones.
No se entiende el rencor, el odio, guardado muy adentro del corazón, pecho y escasa materia gris, que tiene el presidente de la República hacia todos aquellos que, aunque no lo admita, le dieron el triunfo en las elecciones de 2018.
Los y las clasemedieras estaban hartas de la frivolidad presidencial y de la corrupción manifiesta. Confiaron en que con López las cosas cambiarían para bien. La decepción es mayúscula y las protestas dan cuenta de ello.
Tampoco se comprende que todos los males sean obra del neoliberalismo y su verborrea lo lleve a descalificaciones y hasta a hacer advertencias a los conservadores por “haber comprado”, supuestamente, equipos de espionaje que costaron millones de dólares.
No mostró, como es su costumbre, prueba alguna. Sin embargo, con su corto lenguaje afirma: que se oiga fuerte y claro: es una advertencia.
¿Un presidente lanza advertencias?
Poco le falta soltar el vocablo: amenaza.
El presidente López muestra signos de fatiga física. Sus movimientos corporales y la silueta cada día más obesa, demuestran que no anda bien y que tiene necesidad de arrojar de su viperina lengua todas las advertencias que se le han quedado en el condominio político.
Mantener esa conducta, aunque no lo crea, provocará la implosión de su movimiento y aquellos que hoy se declaran acólitos, fanáticos, adoradores, voltearán la mirada más pronto que tarde y, como diría el autor de El Solitario de Palacio, se convertirá en el personaje central de la novela.
¿Y la rehabilitación de las refinerías?… ¡bien, gracias!
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