Después de uno, viene otro. El presidente López no sale del tobogán y hay momentos en que pareciera tomar velocidad para llegar al fondo. Primero lo de su hijo, después los presuntos malos manejos de fondos públicos, más tarde la invasión rusa a Ucrania, en la que la ambivalencia mexicana dista mucho de cuidar la relación con los socios comerciales del norte y, para tapar los destapado viene el reclamo al gobierno de Joe Biden a quien, desde Palacio Nacional se le acusa de ser cómplice de corrupción por financiar a Mexicanos Contra la Corrupción e Impunidad.
En el caso del exconsejero jurídico de la Presidencia de la República, Julio Scherer Ibarra, aflora la supuesta red de extorsión armada desde Palacio Nacional y ante la ola que amenaza en convertirse en tsunami, el presidente sale a decir que no intervendrá para salvar su exempleado.
Sin embargo, todas las piezas del rompecabezas parecen acomodarse y se enfilan hacia la cabeza del que fuera influyente interlocutor con los poderes Judicial -sobre todo- y legislativo. La ahora presidenta de la Mesa Directiva del Senado y exsecretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero ratifica sus desencuentros con Scherer por invasión de atribuciones. A ciencia cierta nadie se atreve a pronosticar el final de este nuevo escándalo que, quiérase que no, afecta directamente al presidente de la República.
En una postura poco diplomática, desde Palacio Nacional el huésped temporal lanza una grave y peligrosa acusación al presidente Joe Biden: es cómplice de corrupción además de injerencista por financiar a MCCI. Reclama, además, haber enviado desde mayo pasado unas carta exigiendo se suspendiera la financiación y, se queja, de no haber recibido respuesta. La Casa Blanca, por lo menos hasta el miércoles pasado, no había respondido.
Y con la invasión rusa a Ucrania, tampoco ha cuidado la relación con Estados Unidos y Canadá, aunque la postura en la Organización de las Naciones Unidas ha sido congruente con la doctrina Estrada. La política de condenar, de palabra y no de obra, cualquier acción militar que intente reducir la independencia y soberanía de todo país en el mundo.
A pesar de que la Unión Europea, el Reino Unido, Canadá y Estados Unidos han aplicado severas sanciones económicas a Rusia cortándole operaciones a través de Swift, cerrado sus aeropuertos a las aeronaves, congelado cuentas personales y enviando tropas, armamento y recursos económicos a Ucrania, el presidente López prefiere mantenerse como “neutral” y no sumarse a las medidas. Incluso, llama fascistas a los medios de comunicación, suponemos que de todo el mundo, que censuran los discursos y el uso de redes sociales por parte de Rusia. El error está a la vista: Canadá y Estados Unidos son los socios comerciales y económicos más importantes para México.
En la semana pasada se evidenció que el Gobierno federal no reconocerá el fracaso de su no-estrategia para combatir al crimen organizado, luego de lo ocurrido en San José de Gracia, en Michoacán, en donde fueron ejecutadas, fusiladas, 17 personas, algunas de ellas relacionadas directamente con el narcotráfico y las extorsiones. Al presidente López no le han informado a cabalidad sobre los hechos y, sin embargo, los descalifica y responsabiliza a Felipe Calderón directamente de haber permitido el crecimiento de la criminalidad. Incluso lo llamó “cinicazo”.
El caso está envuelto en la confusión por falta de cuerpos, aunque se haya confirmado por la Fiscalía del Estado que la policía acudió y al verse superada en número y armamento, se retiró del lugar.
Desde Palacio Nacional volvió a responsabilizar a los “conservadores” por la manipulación mediática de la que han hecho gala.
El presidente aplica el criterio del abogado defensor: no hay cuerpo, no hay delito.
