Los Dados de Dios
NIDIA MARÍN
Y como si algo le faltara al Siglo XXI, el devenir de las desgracias no cesa. Ahora es una guerra de enormes proporciones en el cercano horizonte y el ataque a una nación soberana en el presente.
Venganza y ambición son los fundamentos. Venganza, para liberar viejos rencores. Ambición, como decía Freud, porque el atacante de Ucrania es un neurótico, o como lo definiría Adler, es la forma para enfrentar una baja autoestima.
De ahí que Putin continúe el expansionismo que inició a su llegada al poder hace años. Ya logró quedarse con las repúblicas de Ostetia del sur, Abjasia y Crimea, mientras que Ucrania que hoy lucha fue siendo despedazada al arrebatarle Lugansk y Donetsk.
El hecho es que están muriendo cientos de seres humanos, porque un tipo que lleva anquilosado en los máximos poderes de Rusia desde finales del siglo pasado, ahora pretende reconquistar los productivos territorios que pertenecieron a la Unión Soviética.
Hoy sabemos que hay razones suficientes para que personas como Putin y nuestro castigo mexicano (que tienen una elevada ambición en la política) no sean dignos confianza.
Sigmund Freud, en su momento, prologuista de un libro publicado por un corresponsal de prensa ante la Casa Blanca, (William Bullitt) escribió: “…locos, visionarios, víctimas de alucinaciones, neuróticos y lunáticos han desempeñado grandes papeles en la historia alcanzando la condición de líderes… habitualmente han naufragado haciendo grandes estragos… Son a menudo los rasgos patológicos, el refuerzo anormal de ciertos deseos, la entrega a una sola meta sin sentido crítico y sin restricciones lo que les facilita el acceso al poder”.
Así lo dice en un resumen una ponencia presentada en la IV Jornadas del Centro Psicoanalítico de Madrid, donde también se precisa “…la ambición del poder, partiendo de un deseo de poder absoluto, fascina y abduce al reactualizar los viejos sueños infantiles de omnipotencia. El poder fascina y abduce, sobre todo el poder cuando se presenta como absoluto”.
Y hoy eso tenemos en varios países del mundo. En este año que inicia otras cuatro naciones están en guerra:
-Siria, desde 2011. Padece dictadura. Lo gobierna Bashar Al-Asad, recién reelecto por cuarta vez.
-Yemen, nación que desde 2014 es atacada. Su primer ministro es Maeen al- Malik Saeed, el primer ministro. El país fue bombardeado por Arabia Saudí en 2015.
-Afganistán cumple 21 años desde el primer bombardeo en 2015 por Estados Unidos, tras el 11 de Septiembre. Mandata Abdamrullah Saleh.
-República Democrática del Congo, gobernada por Félix Tshisekedi, cumple 26 años en conflicto, desde 1996 y no tiene para cuando cesar.
Sobresalen Rusia y México, el primero porque día con día la cifra de muertos se eleva. Y son ya cientos en trece días de ataques, centrados en Kiev la capital, misma que heroicamente ha resistido.
Esta violencia no es nada nuevo entre los dictadores en potencia ya que, en México, por ejemplo, el pasado domingo 27 de febrero, en un poblado michoacano que no sobrepasa los 25,000 habitantes (San José de Gracia, cercano a Jiquilpan, sitio donde nació el general Lázaro Cárdenas del Río) fueron masacradas 17 personas a quienes sacaron de un velorio y tácitamente las fusilaron, al formarlas en hilera y dispararles.
Suman ya más de 2,000 homicidios en lo que va del año en nuestro país, sin que exista plan alguno que funcione, no obstante que el ejército mexicano está ocupando una buena parte de nueve entidades de la República.
¿Hasta cuándo?
Mientras, quienes gobiernan pregonan “resultados” inexistentes y olvidan la sangre de seres humanos que está corriendo en esas tres naciones: Ucrania, Rusia (también han muerto rusos) y México.