La Sociedad Civil 

Está presente 

Aunque AMLO

la Menosprecie

Organizarse Como Sociedad Para Organizar al País

*La Administración Pública, sin Monopolios

*Obcecación por Politizar Todos los Temas

EZEQUIEL GAYTÁN

Uno de los lemas de la campaña presidencial de José López Portillo a mediados de la década de los años setenta fue “organizar al gobierno para organizar al país” expresión que en su contexto tenía como eje central la idea de la rectoría Económica del Estado, pues la Administración pública no era el único agente del desarrollo nacional, pero por mucho era la más significativa. Se trataba de una idea legitima y congruente en ese tiempo y de ahí derivó la Reforma Administrativa de 1976 que en algunos de sus rubros sigue vigente como es la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal y la sectorización administrativa. La tesis de organizar al gobierno y al país se debía además a otros dos factores, el primero era que el Partido Revolucionario Institucional en su calidad de instrumento político facilitaría la Reforma Política de 1977 centrada en los partidos políticos y no en la sociedad. El segundo consistió en que el peso se devaluó ante el dólar americano a finales de la gestión de Luis Echeverría y la economía nacional estaba en crisis.

Hoy, esa idea es, además de anacrónica, inverosímil, pues la rectoría económica del Estado ya no recae fundamentalmente en el aparato burocrático y aunque la Administración pública sigue siendo un agente vital del desarrollo nacional, ya no tiene los monopolios económicos de aquellos tiempos. Además, afortunadamente la sociedad civil organizada hizo un magnífico acto de presencia política a partir de 1988 y los partidos políticos colorean de manera policromática al país. Por lo mismo, los sectores público, privado y social a principios del siglo XXI empezaron a concurrir, como dice la Constitución Política en su artículo 25, de manera responsable en favor del desarrollo. Consecuentemente es prácticamente imposible sostener en estos tiempos esa tesis del lopezportillismo.

Sin embargo, pareciera que la actual gestión tiene deseos de regresar a los monopolios de Estado, someter a la sociedad civil, confrontarse con la prensa con el propósito de amagarla, acotar a los partidos políticos al excluir la representación proporcional de las minorías en la Cámara de Diputados, asumir la autoridad moral y regresar a la hegemonía monopartidista. Algo semejante al México de la década de los años setenta. En otras palabras, el presidente López Obrador está convencido, sin decirlo, de que organizar al gobierno para organizar al país es en gran medida una de las bases de su propuesta de transformación. Aún más, su postura maniqueísta de que se está con su gobierno o se está en contra de él es la demostración explicita y tácita de que su idea es la anacrónica idea de revivir y conducir la aplanadora político-administrativa del Estado.

Empero, la sociedad civil ya está presente y aunque el primer mandatario la menosprecia, está presente y viva, ya no somos ese molino sonámbulo y temeroso de los años cincuenta y principios de los sesenta. Los grupos organizados en sociedades civiles se manifiestan y reclaman con razón su derecho a participar. Aún más, a organizarse como sociedad para organizar al país, pues se trata de cuerpos sociales autónomos preparados, capacitados y con sentido de lo que desean proponer a fin de tener un mejor país.

Por supuesto que el Estado tiene responsabilidad en la organización de la vida nacional. También el sector privado. Pero los sectores ya no son excluyentes y mucho menos prescindibles. Su acción consecuente es la que nos podrá proporcionar salidas a las actuales crisis que vive el país. De otra manera difícilmente saldremos de este punto muerto en el que nos hemos estancado en lo económico y en lo social. Esa obcecación de nuestro primer mandatario de politizar todo y soslayar lo demás mediante cortinas de humo ya no fructifica como a principios de su administración. Ahora tiene que hacer su parte y colaborar con los grupos sociales organizados. 

Organizarse como sociedad para organizar al país es asumir que podemos levantar la voz y decir no estoy de acuerdo sin que se nos califique de conservadores o fifís. Es exponer otro punto de vista y confrontarlo a fin de que el debate de las ideas enriquezca las políticas públicas. Es empoderar a las comunidades sin partidismo, ni sectarismo. Es cuestionar los juicios morales gubernamentales hoy envueltos en el puritanismo decimonónico y desplegar nuevas ideas acerca de la modernidad. Es distinguir los ámbitos de lo público y lo privado fuera de posturas leguleyas e hipócritas, a fin de colaborar. Es proponer formas de organización innovadoras y originales allende las garras de la burocracia anquilosada y esclerotizada. 

Las voces de la sociedad organizada cada día se escuchan más, pues no son gritos, sino planteamientos legítimos de colaboración, fraternidad y unidad nacional con la intención de organizar al país. La antítesis del gobierno actual. 

 

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