La Comunicación, un Fiasco en el IMSS

ALBERTO F. MENA MALLEN

“Este medicamento no lo tenemos”. Dijo apresuradamente el despachador de la farmacia del IMSS, al regresar la receta del médico al derecho-habiente.

– Perdone, ¿para cuándo habrá en existencia?

– No lo sabemos, pero venga mañana -viernes-, para ver si lo trajeron.

– Disculpa, ¿en este domicilio pueden surtir este medicamento que aquí no tienen, tal como aquí se indica en este mensaje que tienen pegado en la vitrina?

-Mejor venga mañana, para ver si nos la surten 

Y sin decir nada más, se retiró para ir por más medicamentos para entregar a otras personas y gritar: “el que sigue…”.

– Muchas gracias. 

Y al que no se le entregó el medicamento se retiró de la clínica.

Pero para no dar otra vuelta, esta persona se dirigió al domicilio que indicaba el mensaje de la vitrina para solicitar el medicamento que le faltaba. Estaba de paso rumbo a su domicilio, por eso se atrevió a ir a este lugar

Luego de un tráfico espantoso y de ir despacio para localizar el sitio, llegó al lugar.

Entró al edificio, previa pregunta al vigilante hacia dónde dirigirse. Con la indicación, llegó al mostrador, luego de esperar a que pasaran algunas otras personas que solicitaban sus medicamentos que no les entregaron en sus clínicas.

Ya frente al empleado, le entregó la receta que no le surtieron en su clínica. Y ¡oh! sorpresa, recibió la misma respuesta que en la clínica:

– No la tenemos… – dijo enseguida la despachadora

– Pero me dijeron que aquí me la podían dar…- respondió el paciente…

– Es que aquí solo entregamos algunos medicamentos, no todos, solo 311 claves y ese que me solicita no está dentro de este número…- explicó.

– ¡Qué lástima que no orienten adecuadamente a las personas! Solo los hacen perder el tiempo y dinero, ya que en el mensaje que señala este lugar para surtir aquellos medicamentos que no existen en las farmacias de las clínicas, no explican adecuadamente los procedimientos.

Los asistentes de las farmacias menos lo hacen, ya que tienen tanta gente en espera que ni les interesa hacerlo y menos que los pacientes pierdan tiempo y dinero, dijo el desilusionado a la atenta trabajadora para eliminar un poco el coraje de la desinformación y la mala atención hacia los agremiados de ese instituto.

Molesto le dijo a la empleada pública: “Se que no es su problema y disculpe por lo que le estoy diciendo, pero se que es un problema de la institución y de sus funcionarios que tampoco se preocupan por este campo de la información, lo que ayudaría mucho para que puedan tomar decisiones orientadas. Hasta luego y muchas gracias por su atención”. Y se retiró de ese lugar enojado con el gobierno, que ha prometido infinidad de ocasiones que este desabasto se mejorará, pero que ya lleva tres largos años con la misma historia.

Para seguir con este relato, al día siguiente, el ciudadano fue a la farmacia de la clínica correspondiente a su adscripción, donde no hubo el medicamento la primera ocasión para ver la posibilidad de que tuvieran el que le faltó.

Pero qué creen, la empleada le volvió a decir que no la habían surtido y agregó que solo los martes y jueves lo hacen. Resulta que el día que se lo negaron fue jueves y en la segunda visita fue en viernes. Nada se le dijo que fuera el próximo martes, en lugar del viernes, sobre todo conociendo que no lo surtirían ese día. También comentó que hace quince días que no tenían en existencia ese medicamento. 

Y quedó claro que no hay un sentido de orientación y apoyo hacia los pacientes del IMSS que batallan todos los días por salir delante de sus malestares y enfermedades. Esto quiere decir que a los empleados del instituto no les interesan los pacientes, si pierden o no tiempo y dinero.

Otra historia que ha durado más de lo que pasa en la pandemia.

Resulta que, por esta situación, siempre se pospuso, primero la revisión de los especialistas para agendar una fecha para operar una catarata. Cuando se pudo y se abrieron los hospitales para reducir el rezago de atención hacia los derecho-habientes se establecieron fechas para operarla.

En diciembre pasado, ya había fecha para extirparla, pero la especialista le señaló al paciente que como estaba muy madura y grande por el tiempo que pasó, se complicaba la operación, así que optó por decirle al paciente que, si quería operarlo ahí, en ese hospital o lo mandaba a La Raza, donde cualquier problema se podía solucionar más fácilmente, ya que tenían más recursos para ello.

Aparte de que solicitaron la intervención de un cardiólogo para revisar al paciente, ya que tenía problemas de alta presión y por tomar medicamentos antiagregantes.

La cita la pospusieron, porque esta persona olvidó una careta contra el Covid y la cardióloga no quiso verlo, así que le proporcionaron, otra cita a principios del presente año.

Ante esta advertencia y la duda, el paciente optó por ir a La Raza. Hacia allá se dirigió para pedir informes sobre cuáles serían los procedimientos a seguir. Luego de una larga espera, por la cola en el módulo correspondiente, finalmente le dijeron lo que tenía que realizar. Como era fin de año, no tenían agenda, mismas que se conocerían hasta el año siguiente. Así que le solicitaron que acudiera en enero para solicitar dicha cita con el especialista y logró que se la proporcionaran hasta el mes de abril.

Luego de casi dos años de andar sin la visión de un ojo, el paciente optó por buscar alternativas, la que encontró en un sitio especializado del problema de visión, donde finalmente lo operaron, sin problema alguno, previo pago de dicha intervención, antes tuvo que solicitar un certificado de un cardiólogo privado para llevarla a cabo.

Y ahora vuelven a cerrar los hospitales porque los reconvirtieron en Covid, por lo que las consultas de todo tipo, incluyendo las de especialidades tendrán que esperar, con el consabido aumento de enfermedades, incluyendo las crónicas para los pacientes. 

¿Y las promesas presidenciales? 

Bien gracias.

fermallen@gmail.com

 

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