*Santa Lucía, la Obra más Cara de la Historia; Arrastra Corrupción, Deudas y Desconfianza
Por Miguel A. Rocha Valencia
Finalmente, el ganso logró someter a la Auditoría Superior de la Federación de la Cámara de Diputados, arrebatándole su independencia y credibilidad a raíz de descalificarla respecto al costo, pérdidas de 600 mil millones de pesos por la cancelación del Aeropuerto Internacional de Texcoco y que, según el machuchón de Palacio Nacional, sólo ascendió a 100 mil millones de pesos.
Desde entonces, febrero del 2021, en la ASF se dan bandazos, se recalcularon cifras, se presentaron renuncias y denuncias y de la cantidad inicial, bajaron tres meses después a 331 mil millones de pesos y hoy “hablan” de 184 mil 551 millones de pesos invertidos por el gobierno federal de los que 163 mil millones de pesos serían “no recuperables”.
Pero si fueron 100 mil o 600 mil millones con todo y la cancelación de contratos y el pago de los cuatro mil 500 millones de dólares de fibra E con cargo a los ingresos de TUA de la actual terminal aérea en el Peñón de los Baños, durante los próximos 17 años, lo cierto es que las pérdidas no las sufrió directamente el gobierno de México, sino todos los sectores de su población.
Y si tratamos de calcular ese daño, sólo hay que sumar toda la salida de capitales a raíz de la cancelación del NAIM bajo el falso pretexto de una corrupción que sólo se hace visible en la construcción de la actual terminal de Santa Lucía, donde ya de por sí hay una gran opacidad por parte de la Secretaría de la Defensa, independientemente de la entrega de contratos por 77 mil millones de pesos de manera discrecional y con tufo de corrupción, como el otorgado a un negocio de juegos inflables como proveedor de tractocamiones, amén de otro por 29 millones por caminos que no se construyeron.
Es decir, no sólo se improvisó a la Sedena como la empresa constructora más grande de México que otorga siete de cada 10 contratos sin licitación, con lo cual da muestras de ser ejemplo de corrupción, sino, además, le otorgan concesiones sin competencia, así como un manto de discrecionalidad para gastar dónde y cómo quiere sin rendir cuentas salvo al sumo sacerdote olmeca.
Esa cantidad de dinero, también debe sumarse a las pérdidas por la cancelación del NAIM, daño patrimonial que pagamos los mexicanos y que sin embargo palidecen ante otras consecuencias más graves como es la fuga de miles de millones de dólares en inversión a causa de la desconfianza internacional. Ni siquiera los empresarios nacionales se atreven a poner su dinero con todo y que son amenazados y chantajeados por el iluminado de Tepetitán a través de las instituciones de “su gobierno”.
Sumaríamos también la cancelación de contratos, de inversiones que estaban en fila, la pérdida de miles de millones que sufrieron empresas en la Bolsa Mexicana de Valores; el costo de la fluctuación cambiaria que, en pesos, incrementó la deuda externa, incluyendo los pendientes de la Fibra E y de los cuáles se pagan 200 millones de dólares anuales con recursos del AICM y fiscales.
Desde luego, la pérdida de 35 mil de empleos directos y que no se recuperaron en Santa Lucía pues los soldados se volvieron contratistas, arquitectos, proyectistas y albañiles. Desde luego todos los indirectos y que se calculan en cerca de 100 mil, cuyo número aumentó “gracias” a la pandemia y a que el Ejército se queda con el trabajo.
Para quienes saben del tema, se debe sumar todo lo que ocurrió tres años después de la cancelación del NAIM en base a la desconfianza nacional e internacional, a la cual se les sumó la persecución y extorsión a empresarios que como afirman “preferimos esperar mejores tiempos”, con todo y las promesas de invertir.
El Consejo Coordinador Empresarial fue claro: se necesitan al menos tres billones de inversión, pero si el gobierno no aporta su parte, ellos no lo harán por más proyectos que les presenten pues sin garantías de que se respetarán contratos, no arriesgarán su dinero.
Ahora viene la contrarreforma eléctrica que le echa más tierra a la confianza pues se va incluso sobre contratos y concesiones, tratados internacionales incluyendo el T-MEC y otro como el del plan 20-30 donde los países miembros de la ONU se comprometen mediante programas de desarrollo a erradicar la pobreza con educación de calidad.
Y aunque el Ganso dice que “primero los pobres”, la verdad es que ese segmento población aumenta tanto laboral como alimentariamente sin que exista una estrategia real para contrarrestar el fenómeno, y en educación, ya lo dijo el líder del 68 Gilberto Guevara Niebla, quien prefirió renunciar a la subsecretaría de la SEP al acusar al Ganso de ser un avaro político, no combatir la corrupción, disponer del dinero público a su antojo y crear un sistema educativo de segunda para tener un país de segunda, sometido.
Nota: salvo las cifras concretas que son información, todo lo demás es mi opinión.