Reflexiones Sobre el Crimen

Por Federico Bonasso

El asesinato de Lourdes Maldonado raja por la mitad el cuerpo de la sociedad mexicana, como semanas antes el de Margarito Martínez, y así hacia atrás en una lista oprobiosa, que nos avergüenza, nos indigna y, para algunos, es un llamado a la desesperanza. Nadie cuerdo podría festejar algún logro nacional en estas fechas. No hay eslogan, ni ideología, ni justificación que podamos poner enfrente de los hechos, como si fuera un biombo que separa nuestros deseos de la realidad.

No se puede “matizar” o posponer el dolor de miles de familiares de víctimas de desaparición, violación, homicidio, secuestro, atropellos de todo tipo. Vivimos en una sociedad miserable, en todo sentido, pero ojo: la hemos construido entre todos. Muy culpables son los que la analizan desde el podio elitista de la superioridad moral. Los que promovieron la cultura del sálvese quien pueda. Los que callaron las causas de la catástrofe social que hoy denuncian chillonamente y usan la tragedia como botín político.

También los que se apuran a pasar al siguiente tema. Y culpable es un estado que ni previene ni reacciona, como si el problema ocurriera allá lejos en otro país. Yo no sé cuál es la labor de la Guardia Nacional si esto sigue ocurriendo con una periodicidad obscena. Y tampoco sé ya cuál es la labor de la Fiscalía si siguen sin encontrarse culpables. No se puede perdonar el crimen ni a los criminales: esa es la lección más vieja de la Historia. Todo buen estadista debería conocerla. La gobernabilidad no puede anteponerse a la justicia, porque una es un medio y la otra un fin. Dar la otra mejilla nunca funcionó. El bien se paga con bien y el mal con justicia.

Me conocen: desapruebo el facilismo del “todo es lo mismo”. Pero una sociedad que deja pasar esto, está condenada. Y lo mismo un gobierno que ante este insulto oprobioso y criminal pone los recursos y la atención en otros asuntos. No hay asunto más urgente que éste.

Pienso en el coraje de los periodistas que se juegan la vida. Pienso en los defensores de derechos humanos que se juegan también la vida. O los ambientalistas. O las mujeres que se juegan la vida. Las enfermeras que se juegan la vida. Es decir, todos los que arriesgan su irrepetible aventura individual por aquello que significamos como colectivo. Vaya ejemplo. Qué viles y pequeñitos seríamos si le damos la espalda a esa demostración de valentía y humanidad. Esas personas son los héroes que deberían poblar los libros de Historia. O al menos las canciones de la memoria, que siempre son menos formales y más sinceras.

Federico Bonasso es músico y escritor. Su último disco es La Subversión. Diario negro de Buenos Aires es su última novela.

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