¡Qué tal Unas Máscaras, Alebrijes, Catrinas, Calaveras, Toritos, Búhos, Corazones y Mariposas!

Reportaje

*Visitar a los Cartoneros y Mirar Manos que Interpretan Sueños y Alegorías

*Los “Judas” de Semana Santa, los Gustados Alebrijes y las Famosas “Lupitas”

*Y si Quiere Conocer al “Tecuán” de Sólo un Centímetro, Vaya a Donceles

*Ahí Elaboran, Además, Catrinas y Otras Obras Monumentales

*También el Blue Demon de Cartón y su Letrero “Toma mi Corazón” y… Latiendo Aparece

Por Susana Vega López

La cartonería es una artesanía que expresa la imaginación del creador que plasma sus ideas con productos muy elementales: papel, engrudo, “un alma de alambre”; donde el sol es uno de sus mejores aliados para alcanzar un secado natural, la pintura, un ingrediente que pondrá color y el barniz un elemento que hará más duradero su esfuerzo.

Con los cartoneros, la imaginación se concreta, cobra vida y color en forma de máscaras, alebrijes, catrinas, calaveras, toritos, búhos, corazones y mariposas -por citar algunas obras- que realizan artesanos mexicanos con sus manos trabajadoras, hábiles, que ponen detalles muy particulares en cada figura que elaboran. Manos que interpretan sueños, alegorías.

Para cada paso requieren de tiempo, paciencia y esfuerzo para imaginar, para moldear, para esperar el secado, para dar formas, para combinar colores, para armar, juntar, recubrir, volver a secar, a cubrir… Todo hecho en un tiempo que varía desde una semana hasta meses según el tamaño de la obra.

Alberto Montessoro Pérez, especialista en esta disciplina, lleva más de 26 años dedicado a la cartonería. Comenzó a los 15 años de edad cuando su hermano Flavio lo animó a acercarse a este pasatiempo que le ha permitido tener una fuente alterna de ingresos.

A la fecha imparte cursos de cartonería; exhibe y vende sus creaciones en una pequeña tienda del centro de la Ciudad de México donde, además, cuenta con su negocio de cerrajería porque “es difícil vivir solamente de la cartonería”.

Entrevistado para Misión Política refiere que la cartonería surge a principios de mil 900 en la ahora Ciudad de México, “aunque también en Guanajuato, en Celaya, hay antecedentes”.

Pero definitivamente fue aquí en la CDMX donde toma impulso la cartonería. “Detrás del mercado de Sonora es donde se hacen judas que se queman en Semana Santa”.

Comenta que los alebrijes surgieron después, de un sueño del capitalino Pedro Linares –“pero antes de esto la cartonería ya se daba, cuando no existía el plástico”. Y es cuando surgieron las famosas muñecas de cartón llamadas “Lupitas”.

El artesano hace notar que cuando estaban de moda las muñecas de porcelana eran -y siguen- muy caras por lo que algunas familias chilangas y guanajuatenses se dieron a la creación de un juguete que alegrara a las niñas. “Se elaboraron las “Lupitas”, estas muñecas de cartón con movimiento en manos y pies, que se vendían a bajo costo. No había plástico. Las muñecas eran muy caras. Entonces se hicieron en papel para que llegara a todo el pueblo”.

Alberto ha dado clases en universidades públicas y privadas para que este oficio no se olvide. Es el arte de hacer piezas, figuras con las manos, papel y engrudo. “Vamos moldeando el papel. Puede ser a base de moldes o sobre esqueletos de alambre. Cada maestro tiene su técnica. Yo soy más a los moldes. De repente sí hago figuras sobre un esqueleto de alambre, pero me voy más a los moldes. Los voy interviniendo para que no queden iguales, uniformes”, expone.

Dice que usa pintura acrílica, y a veces acuarelas. Al final se barnizan las piezas para protegerlas. “Se usan diferentes lacas, resinas o barnices. Cada quien le pone su estilo, sus colores. Los trabajos son irrepetibles, aunque quisiéramos hacer lo mismo, ya no nos sale el mismo color, o la misma textura. Todo es distinto. Al final del día cada quien le imprime su propio sello, como se lo imagina. Son irrepetibles”.

Señala que utiliza una estructura de alambre o carrizo (material, tradicional, original) para las calaveras, los judas, los alebrijes. Los corazones o los búhos se hacen con moldes o con bolitas de periódicos a las que se les da la forma con el engrudo y se forran con el papel craft.

En el local ubicado en Donceles número 47 -una tienda rectangular de escasos metros de superficie- muestra una de las artesanías. Se trata de una miniatura en madera. Es una máscara de tigre, el Tecuán, de la danza de Guerrero, que apenas mide un centímetro.

Y es que en este local “somos ocho los artesanos. Entre todos pagamos la renta, los gastos, y aquí exhibimos nuestras creaciones para venderlas a un costo directo. No tenemos intermediarios”. Eso es muy importante, dice, porque “en otras tiendas llevábamos nuestros productos y lo dobleteaban o tripleteaban el precio y a nosotros nos pagaban lo que querían y como querían, de a paguitos. Aquí la venta es directa”.

“El compañero Enrique es quien hace miniaturas desde un centímetro, pero habemos otros que realizamos obras monumentales para los desfiles. Podemos hacer catrinas, judas, dioramas completos de miniaturas. Lo que nos imaginamos es lo que hacemos”.

Su hermano Flavio, actualmente maestro de cartonería en una escuela particular y quien lo introdujo en el arte al igual que la maestra Susana Hoyo, exhibe lo que representa el esqueleto de un personaje de la lucha libre: Blue Demon, que recién estaba en un museo. En lo que es el esternón, en el pecho, hay un letrero que dice: “toma mi corazón”. ¡Y sí! Se jala una especie de caja y dentro está un corazón azul con sus venas cardiacas y ventrículos donde sobresale la B y la D. Brazos, manos, piernas y pies (con sus botas azules) están unidos con lazo para que tengan movimiento.

También venden libretas, imanes, lapiceras, artesanías de madera, todo hecho a mano; el 80 por ciento es de cartonería. “Lo mío son los alebrijes, las calaveras y los luchadores. Es parte de la cultura de México. Es una artesanía netamente chilanga”, reitera.

Precisa que los alebrijes de Oaxaca son de madera, a diferencia de los de la Ciudad de México que son se cartón. Los de Oaxaca son tallas en madera y se llaman tonas; los alebrijes son cien por ciento chilangos, son de cartón, apunta.

Antes estaba el maestro José Luis Maldonado quien ya tiene varias obras reconocidas. Trabaja muy bien pero ya no le dio tiempo de estar con nosotros. Daniel Marciel se dedica más los corazones con moldes y también imparte los talleres.

Distinto del papel maché y la cartonería. Sirve cualquier tipo de papel sólo hay que saberlo tratar. “Usamos mucho el papel craft, es como tipo estraza, de color café, (el de 125 gramos), pero si se tiene a la mano periódico, folder o papel bond, todo se ocupa, aunque debe llevar un tratamiento porque unos son más duros, hay que arrugarlo bastante bien, remojarlo”.

Explica que cuando el papel es más rígido se debe trabajar más. “Hasta se puede hacer papel maché, pero eso es distinto, ya no es cartonería y muchas veces se confunde. El maché es machacado, aglutinado, ya con algún pegamento, engrudo o resistol. No es como el papel craft que se pone y se moldea de inmediato con el engrudo.

Para preparar el engrudo (harina con agua) cada artesano tiene sus ingredientes. “Yo uso vinagre, azúcar, harina y agua. El vinagre para que dure un poco más -si no tenemos manera de refrigerarlo lo tapamos bien y dura más tiempo- y el azúcar para que quede más pegajoso y para que quede duro a la hora del terminado, del secado. Uso el sol para secar, aunque otros prefieren focos de esos que les ponen a las carnitas, pero la mayoría usamos el sol”.

Ahora lucha por interesar, enseñar a sus hijas, “la grande es la que más me ayuda, trato de transmitir mi conocimiento. Me gusta enseñar”.

La pandemia -asegura- ha afectado mucho el negocio. En Cartesanías las ventas son bajas. Además, con el arreglo y cierre de calles la gente casi no pasa por la calle de Donceles, donde también se encuentra el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris. “Cerrar las calles nos ha afectado mucho. No pasa gente. Es muy poca. Enero es un mes difícil y ahora con la calle cerrada, más”, explica.

Los turistas prefieren objetos pequeños. “Es raro el que compra piezas grandes. Ya hemos tenido compras en el extranjero. Antes de la pandemia, una tienda en Londres nos hizo unas compras considerables. Pero todo se paró y ya no tuvimos contacto. He vendido productos a Los Ángeles, Colombia… el extranjero se interesa mucho”, explica.

“Vamos a comenzar cursos de cartonería aunque los grupos deberán ser reducidos. Pensamos darlo en un lugar que se llama La Ceiba, la tienda de Noemí que se encuentra en Bucareli, frente a la Secretaría de Gobernación. Estamos en pláticas”, dice esperanzado este maestro artesano que trata de generar economía, trabajo, movimiento, vida.

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