Por Alberto F. Mena Mallen
La falta de una atención preventiva hacia la pandemia, generó muchas muertes en el país, aparte de que ahora, con la variante Omicron, dicha falta de atención, crea un sinfín de problemas a los mexicanos, y lo vemos en el aeropuerto, donde los contagios de pilotos y tripulaciones, crean cancelaciones severas de vuelos y un caos que nadie se esperaba.
Ello ocasiona que algunas de las personas que deseen viajar, por ejemplo, a Monterrey, lo tengan que hacer vía terrestre, en coche, el que recorre el tramo en unas 9 o 10 horas, cuando en el avión lo hace en hora y media, sin contar con el riesgo de un accidente por tanto tráiler que por ahí circula, particularmente doble remolque.
Pero qué pasa con aquellos que quieren ir hacia otros lados, pues tendrán que aguantarse y hacer corajes, aparte de que gastan más, como ha sucedido con turistas o personas de negocios que quieren ir hacia los Estados Unidos, Canadá u otros países, lo que afecta al país y a las economías de las líneas aéreas, que ya no pagan apoyos a los afectados por su decisión de cancelar vuelos.
También genera problemas en negocios, como en restaurantes, donde los empleados tienen que doblar turnos para suplir a aquellos que están infectados por el coronavirus en su nueva modalidad, mientras que apenas, el gobierno ya solicita a los mexicanos que se aíslen diez días, en caso de tener algún síntoma relacionado con este mal, cuando en un principio de quien sabe que ola, citaban que el ómicron era muy contagioso, pero que no ocasionaba hospitalizaciones y muertes.
Este tipo de mensajes generan diversos comportamientos entre los ciudadanos, al señalar que, si tal bicho no mata, entonces pueden salir sin problemas, o incluso cuando hay concentraciones como ferias, fiestas, reuniones familiares, entre otros, pero no informan de los problemas que se pueden generar al faltarles personal en los negocios o comercios, como ya está sucediendo.
Existe una falta de prevención y de mensajes más contundentes para no confundir a la población, ya que lo expresado hasta ahora, crear incertidumbre, confusión, miedo, desconfianza y que la gente contraste lo que se dice con la realidad donde se muestran otros datos diferentes a los expresados por el presidente.
Hay nosocomios que ya se encuentran saturados ante el incremento de contagiados, particularmente de menores de edad, -quienes no están aún vacunados porque así lo decidió el gobierno, a pesar de que hay vacunas en existencia-, y no se diga en el extranjero que ya comenzaron a cerrar negocios e impedir traslados hacia otras naciones, cuando aquí ni voltean a ver a pasajeros que arriban a territorio nacional, cuando pueden estar contagiados.
Otro asunto que llama la atención ha sido el despido de decenas de médicos y enfermeras de hospitales del ISSSTE, los que fueron contratados hace dos años para que apoyaran en las labores de atención a enfermos de Covid-19 y que ahora, con una preparación y experiencia, los desechan como a cualquier papel.
No hay un control de masas, ya que con los mensajes gubernamentales se causa que se presenten eventos masivos donde los contagios aumentan, lo que se conoce a través de las cifras oficiales. En las escuelas, aunque exista una inspección, no es fácil vigilar a los peques, quienes pueden ser contagiados, simplemente con salir de su casa. También no es deseable que se encierren nuevamente, pero es preferible a que se contagien, lo que evitaría que los padres dejen de trabajar porque tendrían que estar encerrados, aparte de que tienen que gastar más en medicamentos.
La violencia forma parte de estos descuidos y caos que existe en México, ya que cada día hay más muertos que se esparcen por diversos Estados del país, a pesar de los mensajes, llamados a los delincuentes a que se porten bien, continúan las altas cifras de fallecimientos, entre la delincuencia –se habla de más de 100 mil-, y la pandemia, -que ya rebasa los 500 mil-. Un ejemplo lo es Veracruz que al cierre del año pasado contabilizaba 3 muertos por día y abrió el 2022 con 4.7 fallecimientos diarios.
Ya es el pan de cada día, el que se escuchen balaceras en diversas localidades del territorio nacional, donde la población civil tiene que buscar refugio donde encuentre para evitar una bala perdida, o que haya descubrimientos de cuerpos acribillados y colgados que, aunque se diga que pertenecen al crimen organizado por sus luchas internas, no dejan de ser mexicanos que tienen familias, las que lamentan su desaparición y más en estas circunstancias.
“Causa en Común”, destacó en uno de sus informes que además de la destrucción de cadáveres, las atrocidades más comunes son la tortura, el hallazgo de fosas clandestinas, masacres, el asesinato de mujeres con “crueldad extrema”, calcinamientos, asesinatos de menores de edad, intentos de linchamiento, homicidios de funcionarios y actores relacionados con la seguridad pública, así como periodistas, datos obtenidos a través de registros periodísticos.
Existen voces que afirman que el presidente de la República a tres años de su gobierno, no puede continuar con la narrativa de que la violencia es culpa de gobiernos anteriores, cuando las cifras de su gobierno cada año se parecen, -mayores a los 30 mil muertos por año-, aparte de que no se ha modificado el sistema de justicia, ya que la creación de las fiscalías de nada ha servido, cuando priorizan pleitos personales o no se invierte en mejorar los ministerios públicos y menos con la austeridad franciscana, que es donde existe la impunidad en México.
El modelo de seguridad que ha seguido el primer mandatario al fortalecer el protagonismo castrense, militarizado y centralista, con su objetivo de priorizar el rescate social con apoyos económicos y sus “abrazos y no balazos”, ha permitido que los delincuentes se muevan a sus anchas en todo el territorio nacional sin que nadie se los impida o que se creen contrapesos adecuados, lo que representa un riesgo a los derechos humanos. Y más cuando una Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) debilitada y con claras tendencias a no lastimar al Ejecutivo, no actúa en forma adecuada.