*Inexplicable el Regreso a Ideología Trasnochada y Superada
*La Dictadura Revolucionaria del Proletariado no es Justicia Social
*Vital Comprender qué Ocurrió en el Pasado a fin de no Reproducirlo
Por Ezequiel Gaytán
Es común encontrar en los libros de Historia de las ideas políticas cortes convencionales en cada unidad temática, ya que desde el punto de vista de la pedagogía es importante concebir y conceptualizar las partes nucleares y las características singulares de las formas de gobierno y los modelos de desarrollo dentro de contextos político-ideológicos. De ahí que a nadie sorprende leer, en términos generales, al menos tres grandes capítulos en la Unidad temática de las ideas políticas derivadas de la Revolución francesa y de la Revolución Industrial. Se estudia el liberalismo y la consolidación del capitalismo bancario, industrial y comercial. Posteriormente, como una crítica a ese sistema social, encontramos el rubro de la propuesta socialista con subtemas como el comunismo y la social democracia. En esa misma unidad temática finalmente se incluye el capítulo del neoliberalismo y la globalización. Se trata de tres grandes capítulos dentro de un mismo módulo y así se describen las ideas políticas. Cabe destacar cuanto antes que los autores de esos libros advierten en la Introducción de sus obras que no existen los modelos puros, que se trata de aproximaciones analíticas y que en la práctica los sistemas políticos se ven forzados a cierto pragmatismo, pues las circunstancias, el tiempo y la geografía orientan en mayor o menor medidas las decisiones de poder.
Sin embargo, resulta que existen lectores que no leen la introducción de esas obras didáctico-introductorias, que no recurren a la lectura de las fuentes originales que están citadas formal y rigurosamente y se conforman con echar un vistazo a esos textos y concluir que tal o cual modelo de desarrollo es el indicado para gobernar. Peor aún, existen casos de políticos que pidieron un resumen de esos libros y quieren aplicar sin conocer el diagnostico nacional un determinado modelo político-ideológico y despreciar las ventajas que el eclecticismo recomienda.
De ninguna manera sugiero que domine a toda costa el pragmatismo gubernamental, por supuesto que entiendo y estoy de acuerdo con la idea de que se gobierne con principios y de manera consecuente con un programa e ideario del partido político triunfador. Lo que me parece absurdo es que se gobierne en nombre de una ideología trasnochada, poco afortunada conceptualmente, escasamente condensada en la teoría y costosa en términos políticos y económicos.
El estudio del pensamiento político, su desarrollo y el entendimiento de que la teoría no puede aplicarse en la práctica como algo lineal, es fundamental si realmente se desea hacer historia. Pensar hoy en día que la mejor forma de alcanzar la justicia social es mediante la Dictadura Revolucionaria del Proletariado es, además de anacrónico, absurdo, pues ya se demostró que el ejercicio del poder centralizado, sin tolerancia y sin respeto a los Derechos Humanos acaba por asfixiar a la sociedad. Peor aún, crea una nomenclatura político-burocrática insensible y dogmática.
Al estudiar la Unidad Temática de cualquier libro referente al mundo de las ideas políticas debemos mantener una actitud crítica y reflexionar acerca de los motivos por los cuales el liberalismo decimonónico al amparo de la idea del Estado Gendarme fracasó. También debemos asumir una actitud crítica y razonar acerca las razones de la caída del socialismo real. Así, cuando lleguemos al capítulo del neoliberalismo y la globalización, que es la época en la cual vivimos, debemos ser críticos y propositivos, pero no veo las ventajas de regresar a una teoría cuyo planteamiento económico fue imposible.
Uno de los ejes transversales que los autores de la historia de las ideas políticas nos señalan es no caer en el falso dilema entre libertad e igualdad. Los revolucionarios franceses no vieron una dicotomía entre ambos valores. Los concibieron como fortalezas del espíritu humano, junto con la fraternidad. Fue durante las dictaduras de Mussolini, Hitler y Stalin cuando esos líderes propusieron sacrificar la libertad en nombre de la igualdad. Hoy los valores de la revolución francesa siguen vigentes y corresponde a los estadistas saber equilibrar la triada.
Los políticos deben saber llevar a la práctica los ideales y valores de una sociedad. Lo han de hacer con estrategias y tácticas innovadoras y realizables. Con la cultura como hilo conductor y con la flexibilidad que demanda cada coyuntura. Lo deben hacer con conocimiento de su historia y eso significa, por ejemplo, entender que el pensamiento de los hombres de la Reforma era liberal, pero que ese liberalismo ya no aplica para el siglo XXI. Lo mismo acontece con los conservadores. Lo fundamental en el estudio de la historia de las ideas políticas es comprender qué ocurrió en el pasado a fin de no reproducirlo. Lo inconcebible es concluir que todo tiempo pasado fue mejor y desear regresar a épocas superadas. El estudio de la ciencia política es con el fin de entender el presente y proyectar un futuro mejor.