Por Jesús Michel Narváez
Retar al virus, no fue buena idea.
No respetar las recomendaciones de los organismos internacionales de salud y desdeñar la letalidad, por un lado, y relajar las medidas sanitarias, ha demostrado que no existe responsabilidad gubernamental para hacerle frente a lo desconocido.
Recordar que en enero de 2020 la OMS hizo un llamado a todos los países del mundo para estar preparados y hacerle frente a la aparición de un virus hasta ese momento desconocido, no es ocioso. En aquellos días Hugo López-Gatell, quien demostró amar los reflectores y la publicidad hasta convertirse en ”rock-star”, se refirió mensaje de manera displicente.
Es para África, no para México.
Ahora que el presidente López se encuentra nuevamente contagiado -como muestran los memes: 0-2 ganando el Covid-19, lo que apunta a una goleada- todos sus allegados, colaboradores y hasta la jefa de gobierno de la capital, cómo no, anunció que se tomará una prueba después de lo ocurrido al primer mandatario.
Eso, por supuesto, no lo pensó al abrir la Verbena en la Plaza de la Constitución y a pesar de la nueva variante, priorizó la economía.
De acuerdo a las recomendaciones de la OMS y la OPS quien haya estado en contacto con alguien contagiado debe aislarse de inmediato. No necesariamente morirá o se enfermará de gravedad que se verá obligado a estar intubado, pero sí padecerá los efectos. Aquí, no obstante, todo va requetebién.
¿Cuántas personas con responsabilidades estuvieron cerca del ciudadano que habita en Palacio Nacional?
Lo saben el presidente y los que estuvieron en sus reuniones.
Y siguen sin aislamiento.
Vaya, dispersando el virus y poniendo en riesgo a quienes hablan con ellos.
Aunque el secretario de Gobernación, en calidad de bateador emergente en el juego de las mañaneras, afirma que no hay más contagios, difícilmente podría creerse. No lo dice un epidemiólogo sino un político de mano dura.
En una charla que sostuve con el doctor Carlos Rosales, jefe del departamento de inmunología de la UNAM, comentó que nadie debe dejar de seguir las instrucciones sanitarias: lavarse las manos continuamente, usar gel antibacterial, guardar la sana distancia y utilizar el cubreboca.
Todos sabemos que al presidente no le gusta usar el bozal… perdón el trapito que cubre boca y nariz.
Por ello paga las consecuencias y exhibe el mal ejemplo que muchos de sus seguidores tomarán sin pensarlo dos veces: no al cubreboca.
Como fuere, lo que pasa entre los políticos, o los que se dicen serlo y no son sino “servidores del señor”, pareciera una sacudida de aquellas que nadie quiere recordar.
Seguramente piensan -si lo hacen- si el presidente se enferma ¿qué nos pasará a nosotros?
Lo mismo si no atienden las indicaciones que emite la autoridad sanitaria de la Naciones Unidas.
Rosales señala: “¿Qué trabajo cuesta ponerse el cubreboca y estar a la distancia adecuada?
Los asintomáticos, por ejemplo, no sienten nada, pero ah, cómo contagian.
¿Hay crisis en el gabinete y aledaños por el nuevo contagio presidencial?
Aunque usted no lo crea, la respuesta es afirmativa.
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