Los sindicatos franceses han convocado para este jueves una huelga que se prevé masiva, con una adhesión de hasta el 75% del profesorado, en contra de las nuevas medidas del Gobierno francés para gestionar la oleada de covid en los centros educativos.
Se prevé que la jornada de protesta, que tiene el apoyo de las asociaciones de padres, lleve al cierre del 50% de las escuelas de Francia, en la que se considera una de las movilizaciones sectoriales de más impacto en los últimos años en el país.
Los sindicatos protestan por la falta de medios contra el virus y por el continuo cambio de protocolos. El último en vigor para las escuelas primarias, desde el pasado 3 de enero, ha sido muy criticado por considerarlo confuso y laxista.
Profesores y padres piden un endurecimiento de las normas regresando a los antiguos protocolos, que implicaban el cierre de una aula con un caso de alumno infectado con coronavirus. También demandan que se instale una política de test preventivos de forma semanal y sistemática.
El protocolo actual para las escuelas de primaria en Francia establece que si se detecta un positivo en un aula todos los alumnos de esa clase deberán someterse a tres pruebas covid durante cuatro días. Podrán regresar a las clases siempre que los autotest sean negativos.
Los sindicatos, que han convocado este jueves manifestaciones en las principales ciudades de Francia, exigen además que se distribuyan mascarillas quirúrgicas y FFP2 de forma inmediata para el personal, entre otras reivindicaciones.
En medio de la tormenta, se encuentra el ministro de Educación, Jean-Michel Blanquer, objeto de las críticas de la oposición y de los profesores.
La tensión ha subido tanto que el propio portavoz del Gobierno, Gabriel Attal, aclaró hoy tras el Consejo de Ministros que el Ejecutivo de Emmanuel Macron apoya a Blanquer.
Por su parte, el ministro de Educación intervino este miércoles en una sesión de control al Gobierno celebrada en el Senado en la que lamentó que “se caricaturicen las evoluciones” en los protocolos anticovid.
“Es el precio a pagar por estar especialmente pendiente a lo que ocurre en el día a día”, justificó el ministro, quien insistió en la necesidad de mantener las escuelas abiertas.