Por Jesús Michel Narváez
Si bien habla bien de ellas y ellos, llega el momento en el que los despide.
Es falso que renuncien.
Y aunque cuando menos a tres servidores públicos -eso se presume que son en sus distintos ámbitos- han recibido el tratamiento que los coloca como eficientes “porque me han ayudado mucho y me aligeran la carga”, nunca se había referido a ninguno de ellos y ellas en calidad de profesor que revisa el examen de sus alumnos.
Calificación de ¡10!
Adán está en el paraíso.
Y sí, estaba en el Edén cuando su jefe y compadre le escribió la S… de sobresaliente.
Allá en la tierra de los dos, literalmente hablando, el presidente se dirigió a su secretario de Gobernación para alabarlo y que se escuchara en todos los rincones del país, del globo terráqueo, del universo mismo.
Quizá la paciencia del hoy poderoso funcionario, reconocida por su jefe, haya sido la virtud guardada durante décadas. Hoy la utiliza para limar asperezas con las oposiciones, los adversarios, los fifís, los neoliberales y un largo etcétera.
Apenas está por cumplir 90 días en el cargo y ya le quitó escollos a su jefe.
Y él, el jefe, agradecido que es, lo demuestra con una calificación de 10.
En la academia obtener una S o un 10, no es la regla. Hay quienes aceptan pasar de panzazo con tal de no repetir el examen. Y el nuevo habitante en el Paraíso, queda enfilado, aunque no lo admita nadie, en la carrera que deja de ser parejera.
Nadie ignora que Claudia, la científica, es la favorita del profesor. Tampoco Marcelo está distante. A ella y a él, se ha dirigido para reconocerles que le “aligeran la carga”. Ah, claro, el general Cresencio también recibió el mismo trato.
Por supuesto que ser recibido el Paraíso tiene sus contras. La aparición de la serpiente que provoca tentaciones, anda reptando y en busca de que el nuevo vecino ingiera la manzana envenenada. No, no se trata de una historia de amor en la que se pierde la cabeza. Eso le pasó a Sansón no a adán.
¿Cómo habrán tomado los otros seguidores del señor esa altísima calificación, que no se las ha conferido a ella y a él?
Pudiera tratarse de una nueva cepa que infecte las amistades y que exponga la fortaleza de quienes se sientan desplazados y no, no sería por la presencia del crimen organizado, sino por la forma en que Adán, sin Eva, fue tratado.
Como se quiera interpretar el pasaje cuasi bíblico, el jefe subió a la cima para desde ahí anunciar: tiene 10.
No se escuchó el trinar de los pájaros. Tampoco el aleteo de felicidad. Sin sonrojarse, Adán aceptó el elogio. Sabe que vale más de lo que se piensa. Es el personaje del momento, a pesar de la incertidumbre que acompaña a las acciones del jefe.
Está consciente de que si cumple las órdenes -otros dirían caprichos- de su jefe, su estima se elevará y lo llevará al reino, no al de los cielos, pero sí de los poderosos que aparecerá en la papeleta.
¿Un destape al estilo español?
A lo mejor. Porque el jefe no utilizó el destapador para extraer la corcholata. La traía en la bolsa y simplemente la mostró.
Y a quien no le agrade su forma de descorcholatar, será su problema.
Nunca del jefe. Para eso fue el elegido por 30 que creyeron en su palabra hasta que descubrieron que también engaña y miente.
Adán, sin embargo, sigue fiel y transmite la palabra divina.
Sí, ya está en el Paraíso que le prometió el presunto profeta.
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