Por Jesús Michel Narváez
Abandonar una reunión con el pleno de la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados, tiene dos lecturas: las preguntas incómodas o la incapacidad de responderlas.
En política no se juega. Se enfrenta la realidad, aunque durante este gobierno es lo que menos ocurre.
“Invitado” por el acuerdo de la Junta de Coordinación Política encabezada por el priísta Rubén Moreira, el subsecretario Hugo López-Gatell, mejor conocido como “el doctor muerte”, acudió muy probablemente de mala gana y bajo un script pacado, supuestamente.
Llevaba 30 minutos. Hizo su presentación y vino la ronda de preguntas y respuestas.
Parecía que todo marcharía conforme a los designios del médico favorito de Palacio Nacional -aunque se cuenta que no cura ni una simple gripita- cuando alzó la mirada, gesticuló, manipulo y encaró a los diputados: … la diputada Elizabeth Pérez está grabando la reunión.
Exclamó: ¡es privada!
Y solicitó, cual delicado personaje con piel de seda, que la reunión fuera suspendida… momentáneamente… pero se fue.
Pudo huir -no hay otro vocablo- porque los diputados de Morena y sus satélites del PT y PVEM lo respaldaron para dejar la reunión y al mismo tiempo guardarse las respuestas exigidas.
El tema toral: las diferencias en la política de salud.
Fue tal su irritación que antes de irse, Luis Enrique Cházaro, coordinador de la bancada del PRD, hacía uso de la palabra y cuestionaba el manejo, el mal manejo, de las vacunas, la responsabilidad del gobierno por los miles, casi 300 mil, muertos, la falta de medicamentos, y la nada positiva administración en la Secretaría de Salud.
Los reclamos iban en aumento: la falta de equipos médicos, la planeación ineficiente en la vacunación y la cantidad que se tiene embodegada.
El doctor, también conocido como el “Muleco de Ventrílocuo”, mostró sus “otros datos” y como no convencieron a los coordinadores opositores, se sintió desprotegido, abandonado en un coso con tres leones hambrientos y encontró el pretexto: ¡está grabando!
Los legisladores no se inmutaron.
Y ante el temor de ser destazado, el delicado médico decidió parir… sí, partir la reunión y dejar a los diputados con sus incómodas preguntas-
Hay un resultado evidente: trátese de aplaudidores o críticos, el vocero sanitario de la 4t oculta algo más que información.
Sabe y bien que su trabajo ha sido deficiente y que las loas del presidente López no lo salvan de la verdad verdadera: el número de muertos que, oficialmente, frisan los 300 mil y en número de matemáticos no morenistas, hay que multiplicarlos por 2.8 por ciento. La suma rebasa los 800 mil.
También otra verdad verdadera, es la escasez de medicamentos, la lentitud con la que Cofepris prueba las vacunas y la negativa para dar luz verde a otros antígenos.
Este gobierno dice de dientes para afuera que no se oculta nada y que la transparencia es su mejor aliada.
Los diputados de oposición e incluso del partido oficialista y sus satélites opinan lo contrario. Y los críticos lo han documentado.
Si el subsecretario consentido de Palacio Nacional no entiende que los legisladores no pueden ser reconvenidos por sus opiniones y que gozan de la garantía constitucional de la libertad de expresión, tendría que solicitarle al vocero presidencial, Jesús Ramírez Cuevas que le consiga diputados y senadores a modo, como lo hace con los “periodistas” que hacen preguntas al presidente de la República.
Todo se podría imaginar, menor que, Huguito, el doitorcito fuera tan delicadito.
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