Por Silvestre Villegas Revueltas
Hará unos diez días la Secretaria de Educación Pública, Delfina Gómez Álvarez, señaló que a lo largo de la república mexicana ya habían abierto una cantidad superior a 178 mil escuelas donde trabajan docentes, personal directivo y de intendencia que suman alrededor de un millón seiscientos mil trabajadores, amén de un universo de alumnos en sus distintos niveles que totalizan más allá de 20 millones de personas. Las anteriores son cifras que reúnen datos de las escuelas a nivel preescolar, primaria, secundaria y algunas técnicas dejan fuera las instituciones preparatorianas y universidades que, en sus niveles de licenciatura y posgrado suman a lo largo y ancho de México otra cantidad considerable de profesores, personal administrativo y alumnos que normalmente van de los 17 años de edad hasta los que transitan por la década de los cincuenta. Ello quiere decir que el tamaño del sector educativo en nuestro país ya está trabajando presencialmente en un amplio porcentaje y que docentes, pupilos y funcionarios escolares, todos los días se conectan vía internet para dar clases, tomar clases y resolver los problemas cotidianos de evaluaciones, requerimientos internacionales y velar por el correcto funcionamiento de los planteles escolares y sus instalaciones electrónicas que fundamentan y sostienen los diversos niveles educativos del proceso enseñanza/aprendizaje, de todos los días. La Secretaria Gómez Álvarez de la SEP agregó que se había vacunado a unas tres millones de personas ligadas al sector educativo con el biológico Cansino producido en China y de una sola inyección; se argumentó en ese entonces que la vacuna única era la mejor opción dada la dispersión nacional del personal educativo. De esta forma maestros, directivos, personal secretarial y de apoyo logístico estarían protegidos razonablemente para que todos pudieran trabajan diariamente fuera de su casa con niños, jóvenes y no tan jóvenes, en un ambiente de relativa seguridad tomando en cuenta el nivel de contagio que generan las diversas variantes del Covid. Lo anteriormente mencionado significa que hoy, noviembre de 2021, el personal del sector educativo como el personal que trabaja en el área de la Salud, atiende cotidianamente a una población de millones de personas en un contexto de alta peligrosidad: ello sucede en México y en el resto del mundo por lo que ahora está saliendo, de nueva cuenta como quinta ola Covid, en los noticieros de los diversos países europeos.
El problema que en la actualidad se presenta es que, poco a poco, empezó a difundirse que las diversas vacunas aplicadas, estadounidenses y europeas, debían contar con refuerzos más allá de las dos inyecciones originales. CANSINO BIOLOGICS EN AGOSTO PUBLICÓ QUE ERA CONVENIENTE PONER UN REFUERZO A LOS SEIS MESES DE LA DOSIS ORIGINAL (que en el caso mexicano se cumplen entre octubre y noviembre, dependiendo de la fecha de puesta). Días después de la noticia Cansino, la Secretaría de Salud reviró que solamente aceptaría la segunda dosis si la OMS así lo señalaba como requerimiento médico. Lo cierto es que en la actualidad el personal educativo se encuentra medio protegido contra el Covid, las genuinas y objetivas razones para volver a clases presenciales señaladas por el Gobierno Federal ponen a los primeros y al diverso universo de escolares en una situación de riesgo por la muy alta posibilidad de contagio mutuo y yo le pregunto a la administración del presidente López Obrador ¿es una gran exigencia solicitar la segunda dosis CANSINO? ¿si el biológico se embaza en México no resulta más barato que otras vacunas? Dado que enfermarse de Covid puede ser muy costoso para las personas y las familias ¿puede venderse o subsidiarse en algún porcentaje la segunda vacuna CANSINO? Yo creo que mis colegas del sector educativo estarían gustosos y más tranquilos si supieran que pagarían 4 dólares (84 pesos) por la vacuna CANSINO que es más cara que la inglesa Astra/Seneca de 2.9 dólares, más los gastos de logística (jeringas, agujas, alcohol, algodón, personal médico, personal de seguridad, renta de sillas, mesas, botellas de agua, megáfonos, en algunos casos renta de locales, etcétera). Todo ello no llegaría a 700 pesos por persona que es una suma MUY inferior a los primeros medicamentos que comprados en farmacias se utilizan para tratar el Covid leve. A los “pobres de solemnidad” como lo entiende la Iglesia Católica no se les cobraría ni un peso, porque el derecho a la Salud es un derecho humano. Sin embargo, concedo que en este mundo del capitalismo global casi todo cuesta.
En fin, desde esta columna que se publica en Misión Política, solicito responsablemente a las autoridades del sector salud, que en primer lugar, se pronuncien públicamente, dando razones, costos y proyecciones si el Estado Mexicano va a aplicar ya una segunda dosis de la vacuna CANSINO, que fue diseñada en México para aplicarse al personal educativo. En caso que las razones del gobierno mexicano sean negativas para PRONTO aplicar la segunda dosis de dicha vacuna, que señalen cuál es la ruta en la aplicación de otras opciones médicas. Asimismo, les repito la propuesta de organizar una segunda dosis CANSINO donde los costos sean repartidos por la federación y el personal educativo; para unos y otros es más barato que enfermarse, ir a los hospitales, saturar el sistema de salud y una larga serie de consecuencias MÉDICAS puntuales. Finalmente, porque tener vacunados y asegurados en la medida de lo posible a los trabajadores de la educación, es una exigencia de cualquier proyecto de gobierno que se precie de ser revolucionario o al menos reformista y responsable con parte de la ciudadanía mexicana que es su base de existencia soberana y de legitimidad regimental.