Por Jesús Michel Narváez
Por regla general, los que ya vivimos más de siete décadas, nos alegramos cuando regresa el Horario de Verano, porque estábamos acostumbrados a que durante todo el año despertáramos a la misma hora, aunque sabíamos que algo pasaba cuando el sol no alumbraba como de costumbre por las mañanas y por las tardes se ocultaba más temprano.
Sin embargo, nos impusieron el doble horario en función de los intereses económicos globales. Sobre todo, la relación financiera entre México y Wall Street.
Y terminamos por aceptar adelantar una hora el reloj cuando es de invierno y atrasarla en verano.
A tanto vivirlo, lo aceptamos.
El que seguramente no se acostumbrará al regreso de la “normalidad horaria” será el señor Emilio Lozoya.
Porque apenas habrán pasado 72 horas de haber retrasado el reloj, las mancillas de los finos que posee, avanzan con velocidad impresionante porque, quiéralo o no, llegará al final del día en que abandone su palacio en Las Lomas e ingrese a otro, si bien no se llama “Negro” -por aquello del racismo- sí húmedo, oscuro, con filtraciones de agua por doquier. En síntesis: lúgubre.
Mañana se hace válido el refrán: a cada capilla le llega su fiestecita -cada cosa tiene su tiempo, cada momento llega y sucede al momento en el que tenga que suceder- porque se cumple el plazo concedido graciosamente por la Fiscalía General de la República para que “aporte pruebas que permitan mantener la condición de testigo colaborador” y que el exdirector de Pemex mantenga los privilegios que le otorga “el valor de su firma”.
Después de que se realice la comparecencia ante el juez de control del Reclusorio Norte, y en la que deberá comprobar fehacientemente que los sobornos de la brasileña Odebrecht y que, por sus anteriores declaraciones “espontáneas” fueron a parar a manos del entones secretario de Hacienda, Luis Videgaray Caso y alcanza al expresidente Enrique Peña Nieto pasando por legisladores, senadores y diputados, como Ricardo Anaya, Anaya,
Francisco Domínguez, José Antonio Meade, Ernesto Cordero, Francisco García Cabeza de Vaca, Francisco Domínguez y Jorge Luis Lavalle -el campechano es el único que se encuentra detenido- y sin conocerse “70 nombres que fueron mencionados”, según informó en su momento la Fiscalía General de la República y comentada por el titular de la Unidad de Investigación Financ9iera, Santiago Nieto Castillo.
Lo que mañana diga Lozoya podría abrirle la puerta para seguir en su palacete y cerrar las oscuras salidas que han tomado los presuntos implicados, conforme a sus “denuncias” ante el Ministerio Público de la Federación.
Po si fuera escaso el tiempo en el que el exdirector de la petrolera mexicana ha pasado en “libertad” y no ha iniciado el proceso que lo lleve a la cárcel o lo libere de toda culpa, a partir la entrega de sus “pruebas contundentes”, el ministerio público todavía tendrá 15 días para evaluar y conformarse con la información “porque es buena” o inconformarse porque no “reúne las exigencias” para mantenerse como testigo colaborador.
¿Qué as traerá Lozoya bajo la manga? Solamente lo sabe el fiscal, Alejandro Gertz Manero, quien ha sido el blanco de las críticas por parte de juristas y de legisladores y políticos, por el trato preferencial que le ha otorgado al presunto delincuente de cuello blanco confeso y en libertad.
Sin duda el miércoles será recordado por quien fuera cercano colaborador de Peña Nieto desde antes de la campaña presidencial.
Odiará o admirará el horario de verano…
Lo sabremos en unas horas. La apuesta es que seguirá como las hienas: carcajeándose del sistema de justicia mexicano, aunque la posibilidad de que le aten el hocico -a la hiena- no se descarta.
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