Por Jesús Michel Narváez
Desde que la CTM perdió el contrato colectivo de la GM en Silano, se habló, por lo menos lo dijo fuerte y alto Luisa María Alcalde, del inicio del nuevo y democrático sindicalismo.
Lo ocurrido ayer en Paraíso, Tabasco, en donde se edifica la refinería Dos Bocas, tiene todo el tufo de represión y los derechos de los trabajadores que hicieron paro, quedaron hechos añicos.
Para la secretaria de Energía, Rocío Nahle no pasa nada y para el presidente López, todo está bajo control.
Sin embargo, los reportes periodísticos provenientes del lugar de los hechos, revelan otra verdad. La de una acción represora en la que resultaron heridos cuando menos 16 trabajadores.
Y no, no fueron los enemigos de la cuatroté los que actuaron sin miramiento. Se trató de Marinos, encargados de la seguridad de la obra y de elementos del ejército los que dispararon gases lacrimógenos para dispersar a los manifestantes.
El presidente López se llena la boca cada que dice que en su gobierno ni en los de Morena hay represión. La libertad de expresión, ratifica, es respetada y el derecho a manifestarse está en la Constitución.
Pues sí. En el papel. Porque en la realidad hay “otros datos”.
El presidente de minimizó el paro de trabajadores que existe en Dos Bocas, el cual explicó, es momentáneo y lo atribuyó a dos sindicatos que tienen contrato con la empresa ICA y son los que están en paro de labores desde ayer en la refinería de Dos Bocas, la cual se ubica en el Tabasco.
Por su parte, Nahle declaró: “No vamos a permitir que un grupito con una intención particular o de beneficio particular afecte una obra tan importante que le está dando empleo a más de 100 mil personas en el país, es una obra que va bastante bien. Es un pleito entre líderes”.
¿Un grupito? La descalificación por delante. ¿Haría lo mismo si fueran miles los que protestan? Porque de acuerdo con las informaciones, el “grupito” lo integran 3 mil trabajadores. Es decir, 22 por ciento de todos los que edifican la obra.
Ya se sabe de que pie renguea la secretaria. Se observó en Arabia Saudita cuando abandonó la reunión de la OPEP. Se sintió cuando el decretazo para cambiar la Ley del Servicio Eléctrico. Se conformó apenas este lunes con el trato a los comisionistas gaseros.
Y ahora, ahora se ratifica que los “grupitos” no van a interrumpir la magna obra.
Los reclamantes, en manifestación pacífica según revelan las crónicas de los presentes, exigen el pago de las horas extra, que se les pague en tiempo y forma; mejores salarios y prestaciones, equipo de protección y mayor seguridad.
¿Son demandas imposibles de cumplir?
La postura del Gobierno no represor, varía conforme sus faraónicas y emblemáticas obras se vean en peligro de retraso.
Eso no se permite.
Y si hay que usar la fuerza legítima del Estado…
Lo ocurrido ayer es, a no dudarlo, acto de represión. No de contención.
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