Por Miguel Tirado Rasso
mitirasso@yahoo.com.mx
La dirigencia del PRI, con su doble cachucha, partidista y legislativa, no dio color ante la iniciativa presidencial de reforma constitucional en materia eléctrica recibida en el Congreso y, con esto, dejó temblando a sus aliados en el Congreso de va por México, el PAN y el PRD, y hasta a Movimiento Ciudadano, que, al parecer, en este tema se les ha sumado, porque no entienden la vaguedad del tricolor.
Y es que, la que algunos han calificado como una alianza contra natura, entre Acción Nacional y el tricolor, ha sido objeto de presiones, además de muy cuestionada, por lo que la ambigüedad del PRI poco ayuda a su propósito de bloque opositor. Por lo pronto, las bancadas del PAN y del Sol Azteca, fueron congruentes, concretas y tajantes en su posicionamiento en contra de esta reforma, expresando, de inmediato, su rechazo a la iniciativa presidencial.
En un rápido análisis, Acción Nacional dio 5 razones de su rechazo: atenta contra el libre mercado; aumenta el control del Estado y perjudica a las familias mexicanas; desaparece órganos reguladores que funcionan; viola tratados internacionales, y cancela certificaciones de energías limpias. Por su parte, al PRD le preocupa, entre otros temas, la desaparición de órganos reguladores como la Comisión Reguladora de Energía (CRE) y la Nacional de Hidrocarburos (CNH).
Frente al posicionamiento definido de los grupos parlamentarios de Acción Nacional y del PRD, el otrora partidazo prefirió no comprometerse y anunció que someterá a revisión y análisis la iniciativa, para lo cual convocarán a foros de discusión y debate con la participación de expertos y representantes de sectores económicos y sociales.
Esto que resulta conveniente y oportuno, en el proceso de deliberación para la aprobación de una ley, no debería de ser propuesta del tricolor, pues habría que recordar que, cuando este partido estuvo en el poder, antes, y en su segunda temporada, para concretar la reforma energética del gobierno de Enrique Peña Nieto, se hicieron cualquier cantidad de análisis, debates, encuentros, mesas redondas y foros especializados sobre este mismo tema, promovidos por el PRI. Es más, algunos de los actuales destacados legisladores priistas fueron protagonistas, en su momento, de los debates y votaron por aquella reforma que tuvo un final feliz.
Resultaría muy sospechoso que, en condiciones más difíciles del país (la pandemia y otras cosas), los tricolores descubrieran, que se equivocaron con la reforma que ellos aprobaron en el pasado, y que, ahora, votaran a favor de la contra reforma por convicción o, peor aún, por conveniencia (expedientes judiciales de por medio). La encrucijada en que se encuentran los dirigentes priistas es terrible. Si se van a la cargada con Morena, la Alianza va por México se hundirá y no se la perdonarán sus ex aliados, además de que el posicionamiento opositor perderá fuerza, presencia y posibilidades. Su credibilidad, historia y prestigio que le queda al tricolor, se verán muy lastimados, además de que muchos, de su ya de por sí mermada militancia, le darán la espalda.
Pero, además, tendrán que tomar en cuenta que, de acuerdo a sus Documentos Básicos reformados en las últimas dos Asambleas Nacionales (XXl y XXll), su Programa de Acción que constituye “la directriz para el actuar de la militancia”, establece líneas de acción específicas que van en contra de conceptos de la reforma de la 4T, por lo que, votando a favor, estarían violando su Programa de Acción. (Estatutos, “Art. 13. Los principios y normas… serán de observancia obligatoria para todos sus miembros, organizaciones y sectores”)
Programa de Acción 31.- “Profundizar las transformaciones estructurales que promueven mayor competencia sectorial…”
32.-Mantener una economía abierta y moderna en la que crezca la inversión y el comercio con el resto del mundo, en particular, fortalecer la competitividad de América del Norte…”
33.- “Ampliar la disponibilidad de fuentes de energía para el mercado mexicano, preferentemente de fuentes limpias…La energía asequible y no contaminante es fundamental para construir ciudades y comunidades…”
Una más. Resulta un nacionalismo muy romántico, hablar en estos tiempos de la política de los presidentes Lázaro Cárdenas y Adolfo López Mateos. Uno expropió el petróleo (1938) y el otro (1960) nacionalizó la industria eléctrica. Dos decisiones que, sin duda, contribuyeron en mucho al desarrollo del país y, en su momento, a ningún buen mexicano se le ocurrió cuestionar. Pero esto sucedió hace 82 y 61 años, respectivamente. Podríamos afirmar que las razones y el contexto en que se dieron esas acciones, son totalmente distintas a las circunstancias que se viven en la actualidad. El mundo y nuestro país son otros y la tecnología, las necesidades y los problemas ambientales, también.
Solo un dato, en 1940 la población nacional apenas rebasaba los 19 y medio millón de personas y en 1960 el número de mexicanos era de 40 millones. En la actualidad, la población es tres veces mayor que en 1960, 126 millones. Inevitablemente, son otros tiempos.