Por Jesús Michel Narváez
El grito es: ¡2 de octubre no se olvida!
Pero en el Zócalo, en donde se ubica la residencia presidencial -temporalmente- lo olvidan mediante el envío de la iniciativa para efectuar una reforma constitucional en materia de energía eléctrica.
El grito es: ¡2 de octubre no se olvida!
Sin embargo, la iniciativa, del todo “nacionalista a ultranza”, copó los espacios periodísticos porque, conforme a su redacción, impide la participación de los privados, generadores de energías limpias.
Algunos expertos destacaron que se trata de una “expropiación indirecta”.
La iniciativa elimina la separación de las subsidiarias de la CFE y reintegra el Centro Naci9onal de Control de Energía a la empresa.
Por si fuera poca la concentración que tendrá la “Empresa productiva del Estado”, el presidente propone negar otorgar concesiones a privados sobre minerales estratégicos para la transición energética. El Litio, se encuentra entre ellos y hasta la fecha hay 8 concesiones. Es un mineral inexplotado en México, porque se ubica en el desierto y no es posible, no en el país, acumularlo para extraerlo.
La eliminación de la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH) y de la Comisión Reguladora de Energía (CRE), dejan todo el control a la CFE, lo que impedirá competencia, desincentiva la inversión privada, nacional y extranjera y coloca a los concesionarios de posición de recurrir a los amparos.
En la exposición de motivos, el presidente justifica los cambios propuestos que buscan “darle su lugar” a la CFE, ya que tendrá el 54 por ciento del mercado, mientras que las empresas privadas recibirán el 46 por ciento restante.
Sin duda el alud de cuestionamientos inició ya. Los expertos en finanzas y energía, estiman que se está cerrando un círculo perverso en el que el sector privado no tiene cabida. “Es la concentración de un servicio público que afectará a millones de usuarios, de consumidores”, dice un especialista.
En lo personal no queda claro cómo pretende el presidente de la República que esta iniciativa sea aprobada en sus términos.
Las elecciones del pasado 6 de junio le quitaron el control de la Cámara de Diputados y hoy, su partido y aliados, carecen del número de legisladores para alcanzar la mayoría calificada.
Y en el Senado, en donde hasta antes de formarse el grupo plural, Morena y aliados no alcanzaban la mayoría calificada. Les falaban 9 votos. Hoy son 14 los que requieren.
¿Cómo piensa el presidente López que actuarán las oposiciones?
La respuesta presidencial es más que obvia. Dirá, al fracasar la propuesta y ser modificada, si es que pasa, que los de la oposición son los enemigos de México.
Salvo que, como se sospecha, ya ha convencido a los senadores y diputados del PRI y con sus votos alcanza y sobra para reformar la Constitución.
Una reforma ampliamente anunciada y que carecerá de parlamento abierto y por tanto la decisión a sido unilateral.
El Congreso tendrá la palabra y, como se observan las cosas, solo hay dos opciones: defender su autonomía e independencia o someterse a los designios del que se irá a Palenque, pero hasta el 30 de septiembre de 2024.
Por lo pronto y aunque no quiera escucharlo el residente temporal de Palacio Nacional, surgirá el grito:
¡2 de Octubre no se olvida!
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