Las dos caras de AMLO: Busca la integración económica, pero llama a EU intervencionista

El 1 de julio de 2018, Andrés Manuel López Obrador dio un discurso leído, preparado y moderado en el Hotel Hilton. Al salir, se dirigió al Zócalo capitalino para hablar con su gente de manera pasional, enfatizando el sentimentalismo y sus ideales.

Estas dos avenidas parece que se replican en su política exterior: el México del Diálogo Económico de Alto Nivel (DEAN) en Washington D.C., seguido del México de la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) en la Ciudad de México.

No nos confundamos, en ambos discursos y ahora, en las dos reuniones (DEAN y CELAC), AMLO presenta un proyecto claro, simplemente cambia la retórica, lo que pide y lo que ofrece.

En el Hilton, AMLO habló del respeto a la libertad económica, el reconocimiento a los compromisos contraídos con empresas y el manejo no arbitrario de la política energética. Prometió trabajar junto con la ONU, citó a Juárez y la no intervención, y cerró con la aspiración de construir lazos de amistad y de cooperación para el desarrollo con EE.UU.

Tras el DEAN, México se compromete a trabajar en cuatro ejes principales: la reconstrucción económica conjunta (cadenas de suministro, comercio e infraestructura), promover el desarrollo del sur -México y Centroamérica-, ciberseguridad, e inversión en las personas.

AMLO busca liderar la zona sur, pero mantener lazos económicos con Estados Unidos

En el Zócalo, habló sobre el triunfo de la revolución de las conciencias, agradeció a líderes locales y sociales, a los campesinos, obreros y estudiantes. Resaltó su política de pensión universal para adultos mayores y los pobres con alguna discapacidad. Anunció una gira por todo el país, enfatizando que no habría un “divorcio”; sería un gobierno para el pueblo y con el pueblo.

Durante la Cumbre de la CELAC, AMLO invitó a construir una América sin bloqueos económicos, sin malos tratos y respetando las soberanías. Enfatizó que ningún gobierno puede someter a otro bajo el uso de la fuerza, el uso del dinero, o las presiones diplomáticas (usted sabrá leer entre líneas).

Cerró hablando de una integración productiva con dimensión social y cuestionando “¿Acaso no tendría el presidente Joe Biden el apoyo del Congreso para destinar recursos en beneficio de los pueblos de América para reducir la desigualdad y la violencia en la región, las causas principales de desasosiego sociales y de flujos migratorios?”.

Los mensajes son claros y la moneda de cambio también. Para EE.UU., la prioridad número uno en la región es disminuir los flujos migratorios. Para AMLO, su prioridad son los pobres, acompañado de su fijación juarista en casi todos los ámbitos de su vida pública.

AMLO negocia con EE.UU. la disminución de los flujos migratorios a cambio de inversión para el desarrollo del sur y la construcción de economías más armónicas que generen oportunidades en México.

Hacia el Sur, AMLO se presenta como el gran mediador. El punto de reunión entre la ideología y el poder económico. Entre el desarrollo de los pueblos y el limite al intervencionismo. Entre el Zócalo y el Hilton.

¿Será que AMLO puede transitar esas dos avenidas al mismo tiempo? ¿Sonreírle a su mayor socio comercial y acto seguido provocarlo ante sus aliados? ¿Limitar el intervencionismo a través de la inversión para el desarrollo será la manera en la que ve el respeto a las soberanías? ¿Creerá realmente que así emulará al Benemérito de las Américas?

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