Por Jesús Michel Narváez
Parece un riesgo innecesario, pero por algo está dispuesto a correrlo. Realizar giras en la Ciudad de México, en donde durante las pasadas elecciones locales -alcaldías y diputados- los votantes le dieron la espalda no solamente a Claudia Sheinbaum sino al presidente López y a su partido, el oficialista Morena, no servirá para elevar la aceptación de la Jefa de Gobierno.
Seguramente desde Palacio Nacional le dieron credibilidad a la reciente encuesta de Mitofsky en la que ambos personajes han perdido aceptación al pasar Sheinbaum de 63 a 53 por ciento y por primera vez el presidente se encuentra debajo de la mitad. Tiene 49 por ciento.
Con las giras que fueron anunciadas ayer, no se resolverán los problemas de inseguridad, ambulantaje, falta de agua, carencia de atención a quienes sufrieron pérdida de sus hogares durante el sismo de 2017 y menos aún la reactivación económica a pesar de manipular el semáforo epidemiológico.
Tampoco encontrará salida la falta de empleo formal que, en este gobierno no se ha creado, según los datos del INEGI. Suponer que bajará la inflación y que con Gas Bienestar se ha superado el incremento de precios, es una mala observación.
El presidente está encaprichado en que su sucesora sea la Jefa de Gobierno. Quizá sea la única que entienda su proyecto de gobierno y que no tiene ojos más que para su líder. Durante los casi 3 años al frente de la administración capitalina, los problemas se han agudizado y la falta de experiencia política, porque solamente había trabajado nueve de sus 59 años de vida en el sector público. Fue la Secretaria del Medio Ambiente durante la gestión de Andrés Manuel López, además de responsable de la edificación del Segundo Piso y, antes de ser gobernadora trabajó como jefa delegacional en Tlalpan y le tocó vivir la tragedia del sismo y la muerte de 26 personas, entre ellos una docena de niños, al derrumbarse el colegio Rébsamen.
Su preparación para dirigir un Ciudad como la de México ha sido insuficiente. Menos tendrá capacidad para atender los problemas de un país de enormes contrastes.
El actual gobierno se ha equivocado al dividir al país en dos países: el de los pobres y abandonados del Sur-sureste y el de los ricos del Norte-Noreste. Su definición de por el bien de todos primero los pobres, ha resultado un fiasco. Los números no mienten: en 2020, poco más de 3.8 millones de personas pasaron a engrosar el decil de la pobreza. La clase media está en caída libre y sin red de protección. La clase alta también llora.
Sheinbaum ha mostrado insensibilidad. Lo hizo con los familiares de los 26 muertos en la tragedia del 3 de mayo pasado. Lo hizo con la organización en la aplicación de vacunas. Lo hizo con los padres de familia a los que obligó a enviar a sus hijos a las escuelas para las clases presenciales. Lo hizo con la manipulación del semáforo epidemiológico. Lo hizo al utilizar a los presuntamente desaparecidos granaderos para frenar manifestaciones feministas. Lo hizo en un largo etcétera.
Si el presidente supone que promoviéndola en las áreas en donde fue derrotada y apoyando a las otras en donde resultó ganadora, crecerá la aceptación se equivoca.
Y si considera que logrando ser candidata triunfará sin mayor problema, se equivoca nuevamente.
Más aún, si estima que es la única que le puede cuidar las espaldas al término de su gestión porque la política la dictará desde Palente, apuesta demasiado.
El presidente ha insistido en querer pasar a la historia como el mejor en el cargo que jamás haya tenido México y que una acción que le valdrá el reconocimiento sería que una mujer se convirtiera en la primera presidenta del país. Se equivoca en dos aspectos: en que sea Claudia la heredera de su “obra” y en que el país, los ciudadanos, estén dispuestos a darle la confianza a la gobernadora capitalina.
En sus giras, si no hay acarreados, encontrará el rechazo. Y eso no le va a gustar. Mejor viaje a Oaxaca, a Palenque, a Nayarit, a Sinaloa. Salude a “su gente” y evítese confrontaciones. Porque las tendrá. Allá el presidente y su pupila, la preferida del profesor.
¿Cómo reaccionaran los otros suspirantes?
A ninguno le caerá bien ser excluidos de la posible nominación. La etapa de una probable crisis política, no de gobernabilidad, está a la vuelta de la esquina.
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