Por Nidia Marín
Con el corazón hecho trizas estamos muchos seres humanos, tras de ver la represión ejercida en Texas en contra de los migrantes haitianos.
La riada de seres humanos procedente del Caribe, era algo que se veía llegar a raíz del asesinato del presidente de aquel país, Jovenel Moise, en julio, seguido del terremoto en agosto cerca de la península de Tiburón, que dejó 2,000 muertos, 10,000 heridos y 30,000 familias sin hogar y, como remate de las desgracias el ingreso del huracán Grace al sur del país, lo que se tradujo en peores condiciones de vida para las familias en esa nación. Fueron dos meses nefastos para Haití.
De ahí que las oleadas de migrantes que tratan de llegar a Estados Unidos, que datan de varios años (muchas de las cuales como último recurso se quedan en México), se han acrecentado en el mes de septiembre. Y no obstante que el gobierno de los Estados Unidos ha destinado constantes vuelos para regresarlos al Caribe, los polleros haitianos siguen vendiéndoles el traslado más largo y peligroso en el cual cruzan 10 países antes de llegar a Estados Unidos.
Los llevan a Brasil y de ahí suman nueve países más: Perú, Ecuador, Colombia, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, Guatemala y México. Para realizar ese trayecto deben pasar por el Tapón del Darién y la selva que lo acompaña. Son 161 kilómetros de riesgos entre la selva, durante 20 días.
Hoy estamos viendo la acción de la policía texana, no obstante que la Comisión de Derechos Humanos de la ONU ha señalado que “las prácticas de interceptación peligrosas han dado lugar, con frecuencia, a violaciones de los derechos humanos, como lesiones o muertes de migrantes en tránsito”.
Ha señalado, además: “Toda persona tiene derecho a que se proteja su derecho a la vida independientemente del lugar en que se encuentre, de su condición jurídica, su nacionalidad o su modalidad de viaje”.
También han advertido en el Informe de la Situación de los Migrantes en Tránsito, avalada por el Alto Comisionado de Derechos Humanos:
“El derecho internacional de los derechos humanos limita el poder soberano que tienen los Estados para expulsar a los migrantes de su territorio cuando estos corran el riesgo de sufrir perjuicios graves a su regreso. Como principio general de derecho internacional, están prohibidas las expulsiones colectivas.
El ACNUDH ha recomendado que las órdenes de expulsión solo se emitan previa consideración de las circunstancias particulares del caso y debidamente motivadas, de conformidad con el derecho y las normas internacionales de derechos humanos”.
También advirtieron que la detención arbitraria de migrantes aumenta en todo el mundo, particularmente en los países de tránsito y las fronteras internacionales. A los migrantes detenidos se les suelen negar los servicios de asistencia jurídica o de interpretación y, así pues, es posible que no comprendan por qué están detenidos o cómo pueden impugnar la legalidad de su detención.
Y algo que le atañe a México:
“El recurso a la detención de los migrantes es preocupante, debido a la falta de garantías procesales y a las malas condiciones en que se practica esa detención, que comprenden la denegación de servicios de atención médica, incluidos servicios de salud mental, y la falta de condiciones adecuadas, como la falta de espacio, alimentos, agua e higiene, para las personas sometidas a detención provisional por un período breve. Los migrantes detenidos suelen sufrir violencia, incluso violencia sexual, y experimentar un empeoramiento de su salud física y mental”.
El asunto hoy es más grave debido a la pandemia en el mundo, pero esto sigue siendo una realidad para haitianos y migrantes de otras naciones:
“Mientras están en tránsito, los migrantes corren frecuentemente el riesgo de sufrir violencia, tortura, abusos y explotación a manos de agentes privados y públicos. Además de ocasionar lesiones físicas, esa violencia repercute gravemente en la salud mental de los migrantes”.
No es todo porque… “Los migrantes suelen ser objeto de violencia por parte de las fuerzas de seguridad, que lanzan razias indiscriminadas contra las comunidades de migrantes que se hallan en situación irregular, y las autoridades fronterizas ejercen la violencia contra los migrantes que intentan cruzar las fronteras internacionales irregularmente.”
Hoy esa violencia es el pan de cada día, nada más y nada menos que en la zona fronteriza de Estados Unidos y México, exactamente en Texas.