Por Jesús Michel Narváez
«Lo pondremos bajo control».
Lacónica respuesta que, como siempre, se deberá leer y entender entre líneas.
Fue Joe Biden, el huésped de la Casa Blanca el expresó que pondrá orden a la situación en la frontera con México.
Poco antes había pronunciado su primer discurso como Jefe de Estado en la Asamblea General de la ONU.
“Poner bajo control” una descontrolada situación que, de manera inexplicable, trata de contener México vía la violencia y el uso de la “fuerza legítima” en contra de indefensos migrantes que huyen de Haití, de El Salvador, de Honduras, de Guatemala de… decenas de países del orbe… pero no ha podido o no ha querido.
Allá, desde le época de Trump se lanzó la advertencia acompañada de la exigencia: construya un muro en la frontera sur.
Acá se acató y se formó el muro… humano compuesto por elementos de la Guardia Nacional.
En aquel tiempo, todo era miel sobre hojuelas por la presunta relación de “amistad” entre los presidentes de México y Estados Unidos.
El cambio de gobierno no gustó al presidente López. Fue el último en reconocer la victoria de Joe Biden.
Y ha sido, desde entonces, el defensor de países que tienen severos problemas con Estados Unidos. Cuba, Venezuela, Nicaragua, Argentina, Corea del Norte, Irán, Turquía entre otros.
Desde la cúpula presidencial ha lanzado advertencias en contra de la OEA y ha solicitado su desaparición. La reunión de la CELAC, realizada el pasado sábado, mostró la línea con la cual se identifica el gobernante mexicano: la de los dictadores, tiranos y violadores de derechos humanos, libertades y adversarios políticos por no pensar como sus dirigentes.
Aquí pasa lo mismo. Los medios de comunicación son defenestrados un día sí el otro también. Los pensadores, los intelectuales que brindan conocimiento a través de sus libros, sus columnas, sus editoriales, sus charlas, sus participaciones en foros, son orgánicos y miembros de la mafia del poder. Las organizaciones civiles están muriendo. No se les toma en cuenta excepto para denigrarlas.
La irritación mexicana ha llegado a tal nivel que ha solicitado por escrito “explicaciones” sobre los recursos que asigna Washington a organismos civiles. Incluso, ha pedido la suspensión de los apoyos económicos. La respuesta ha sido: más dinero para quienes defienden las libertades y la democracia exhibiendo los abusos del poder público.
¿Por qué Biden habla de “poner bajo control” el problema migratorio?
Una nueva respuesta a los fallidos programas para contener la migración. Y la ratificación de que Estados Unidos no seguirá el juego “social” del presidente López y por consiguiente no invertirá mil millones de dólares, que presuntamente serían “administrados” por México, para coadyuvar al desarrollo del conocido Triángulo del Norte.
Respuestas, todas, que perfilan la mala relación México-Estados Unidos.
El discurso del mexicano es el mismo y sin sustento: estamos bien con los vecinos del norte.
Seguramente se refiere a los de Corea.
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