Consolidar una integración sin exclusiones, eje de la cumbre Celac

El reto de consolidar la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) sin exclusiones por las diferencias políticas e ideológicas entre los gobiernos de la región fue el eje de las propuestas de Bolivia, Perú, Venezuela y México durante la VI Cumbre del organismo que se realizó esta mañana en Palacio Nacional. Solamente los presidentes de Paraguay, Manuel Abdó Benítez, y de Uruguay, Luis Lacalle Pou, desafiaron este objetivo al remarcar durante sus discursos sus opiniones adversas y excluyentes a los gobiernos de Caracas, La Habana y Managua.

En una jornada de alta dipomacia, donde se abordaron los objetivos urgentes del subcontinente para concretar medidas efectivas para abordar las crisis de la pandemia, los desastres provocados por el calentamiento global y las agravadas condiciones de pobreza y desigualdad, no faltaron los momentos de fricción.

Fue Abdó quien pronunció la primera expresión de discordia cuando dijo, a modo de saludo: “Mi presencia aquí de ninguna manera es un reconocimiento al señor Maduro (el presidente de Venezuela). Creo que es de caballeros decirlo de frente”.

Lacalle fue más allá e incluso confrontó al presidente Andrés Manuel López Obrador, anfitrión del encuentro, por supuesto con el infaltable “con el debido respeto” al criticar a Venezuela, Nicaragua y Cuba porque, dijo, “en esos países no hay democracia” y se violan los derechos humanos.

En su turno, Nicolás Maduro, por supuesto, respondió recordando que la Celac busca construir “en una doctrina común sin exclusiones, con respeto a la diversidad”. Y lanzó, muy a su estilo: “señor Abdó, señor Lacalle, pongan fecha, hora y lugar para que podamos debatir, en público y privado, como quieran, sobre democracia, libertad, resistencia, revolución y neoliberalismo”.

Por su parte, en uso de la palabra, el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, prefirió no responder a estos dos mandatarios abiertamente de derecha y refrendó la postura de su país en defensa del modelo socialista –que le ha permitido ser el único de la región en desarrollar sus propias vacunas contra el Covid– y en contra del bloqueo económico de Estados Unidos contra la isla, “reforzado de manera oportunista en plena pandemia”.

Ajeno a esta polarización sonó con sencillez el discurso del nuevo presidente de Perú, Pedro Castillo, ataviado con su enorme e inusual sombrero y reconociendo sin aspavientos que este es su primer viaje fuera de su país. Manifestó su esperanza de ver “de una vez por todas” que la Celac “logre atender nuestras necesidades”, de los “millones de personas de nuestros pueblos que están esperando que algo salga de esto”, mas allá de los grandes discursos.

El presidente López Obrador, en el discurso inaugural, había hecho un detallado recuento del antecedente de la Celac en Latinoamérica, la Alianza para el Progreso, iniciativa del presidente John Kennedy en los años sesenta, plena guerra fría. E hizo votos porque ahora, con este esquema de comunidad latinoamericana y del Caribe, con estas nuevas ideas, “se logren sustituir las opciones de bloqueo y malos tratos” contra países miembros. Expresó su seguridad de que el presidente Joe Biden, la vicepresidenta Kamala Harris y el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, “están atentos” al desarrollo de esta cumbre.

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