Por Nidia Marín
Es la triste historia de una tragedia anunciada y… desde el siglo pasado. No es la primera vez que ocurre un deslizamiento en el Cerro del Chiquihuite. Sucedió en 1998 con una roca que rodó hasta llegar a la colonia La Pastora, en la entonces delegación Gustavo A. Madero. Como consecuencia, un año después en esa demarcación se construyó un muro de amortiguamiento.
El Chiquihuite, es el hijo trágico de la Sierra de Guadalupe, misma que abarca el Estado de México y la Ciudad de México, donde los deslizamientos de rocas y de tierra suceden casi cada año. En el 2000, uno de éstos causó la muerte de una persona en la segunda sección de la colonia Lázaro Cárdenas.
Hoy, una vez más, le tocó a la colonia Lázaro Cárdenas, asentada en Tlalnepantla, Estado de México y considerada una de las más pobladas de América Latina, ya que cuenta hasta con 300 personas por hectárea. La semana pasada sobre la calle de Alacranes, a sus habitantes les cayó el mundo.
Son 20 las colonias de Gustavo A. Madero que limitan con municipios del Estado de México, principalmente Tlalnepantla, a las faldas del Chiquihuite.
Y aunque ya se sabe, no se entiende que durante la temporada de lluvias el riesgo crece. Así sucedió cuando ya en este siglo XXI, a causa de una tormenta una larga barda previamente construida en el noroeste del cerro se derrumbó y de pasada se llevó cuatro casas.
Pero la historia es añeja. Desde hace 50 años las invasiones de terrenos habían agarrado vuelo, impulsados por los presuntos “agentes” de diversos partidos, incluidos los que aun están vivos y hoy pertenecen al PRI, al PRD y a Morena.
Ya perdí la cuenta de cuantas veces como reportera lo advertí. Nada nuevo bajo el sol. Estos derrumbes son como dice el dicho: polvos de aquellos lodos.
Sí, desde que en los años 60 del siglo pasado el regente Ernesto P. Uruchurtu, preocupado por el crecimiento acelerado del área urbana, decidió prohibir nuevos fraccionamientos dentro del Distrito Federal, la restricción se tradujo ello en un gran impulso para que el crecimiento se dirigiera hacia los municipios del Estado de México. Esto causó también en 1973 la creación de la Comisión de Regularización de la Tenencia de la Tierra (CORETT), cuya obligación era legalizar y entregar escrituras a los ocupantes.
No sabemos con exactitud si lo mismo sucedió en el Chiquihuite o los dejaron a la buena de Dios. Pero sí, conocemos que cuando llegaron a la cúspide del cerro las decenas de antenas de televisión y radio, ya había gente habitando buena parte de aquel domo volcánico.
Inclusive, como era enorme la saturación de habitantes en el Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador, durante su mandato como Jefe de Gobierno emitió el “Bando dos” mediante el cual se restringía el crecimiento de la mancha urbana hacia las delegaciones Álvaro Obregón, Coyoacán, Cuajimalpa de Morelos, Iztapalapa, Magdalena Contreras, Milpa Alta, Tláhuac. Tlalpan y Xochimilco. Sin embargo, no decía nada de Gustavo A. Madero donde continuó la ocupación, incluida desde luego en el Cerro del Chiquihuite.
Es una zona riesgosa. Desde hace décadas la Procuraduría Ambiental y de Ordenamiento Territorial advirtió de los deslaves y derrumbes como riesgos latentes debido a las condiciones geológicas de la Sierra de Guadalupe.
El suelo en esta área, explicó, se compone de piroclastos, aglomerados, tobas y depósitos de aluvión conformados por gravas y arenas. Las “tobas” no son otra cosa sino cenizas de origen volcánico ya consolidadas que resisten bien las tensiones verticales, pero no las diagonales u horizontales. Son estas últimas las que producen derrumbes, de tal manera que las viviendas establecidas a las faldas de la Sierra de Guadalupe, están en constante peligro en virtud de las fuertes pendientes de hasta un 60%.
El remate es que, de acuerdo al PAOT, el hecho de que existan fuertes pendientes en los asentamientos alrededor de la Sierra de Guadalupe, afecta la capacidad de respuesta de las instancias dedicadas a atender emergencias, dificulta el acceso de ambulancias, patrullas, así como camiones de bomberos.
Y ni como decir que no es así. Lo estamos viendo en el norte de la capital del país.