Por Jesús Michel Narváez
Una reflexión de fin de semana: no voy a escribir nada de lo que diga el Presidente. Salvo, claro está, que presente nuevas alternativas de comunicación.
Sin embargo, tiene la habilidad de despertar en mí la crítica por sus disparatadas declaraciones. Y no puedo dejar pasar su nueva -enésima- arremetida en contra del Poder Judicial de la Federación, al que acusa de corrupto y “ultraconservador” por conceder amparos que frenan sus obras, detienen sus decisiones de las industrias eléctrica y petrolera y lo arrinconan. En La Laguna -Coahuila y Durango- señaló: “Si ya empezaron los amparos (por la oposición de habitantes de la zona y ambientalistas por la obra para potabilizar el agua y distribuirla a nueve municipios) pues entonces no vamos a poder terminar la obra. ¿Ustedes creen que yo voy a confiar en el Poder Judicial? No me estoy chupando el dedo”.
¡TAMPOCO NOSTROS NOS CHUPAMOS EL DEDO!
Ante esto pienso todo lo contrario. Primero, tampoco confío en usted. Y después, muestra su irritación por no haber podido doblegar a plenitud al Poder Judicial de la Federación, en cuyo marco los jueces de distrito han otorgado amparos y los magistrados de los Tribunales Colegiados han ratificado; enseguida, porque no entiende que la Suprema Corte de Justicia de la Nación es garante de la Constitución y si sus decisiones la violan o a las leyes secundarias, se tiene que aplicar el Estado de DERECHO, le guste o no.
Mientras la Constitución establezca en su artículo 49.- “El Supremo Poder de la Federación se divide para su ejercicio en Legislativo, Ejecutivo y Judicial.
“No podrán reunirse dos o más de estos Poderes en una sola persona o corporación, ni depositarse el Legislativo en un individuo, salvo el caso de facultades extraordinarias al Ejecutivo de la Unión, conforme a lo dispuesto en el artículo 29. En ningún otro caso, salvo lo dispuesto en el segundo párrafo del artículo 131, se otorgarán facultades extraordinarias para legislar y el 40 defina: “Es voluntad del pueblo mexicano constituirse en una República representativa, democrática, laica y federal, compuesta por Estados libres y soberanos en todo lo concerniente a su régimen interior, y por la Ciudad de México, unidos en una federación establecida según los principios de esta ley fundamental”, tendrá que sujetarse.
Y si no le gusta ¡cambie la Constitución!
Afirmar: “Desgraciadamente el Poder Judicial está podrido, hay honrosas expresiones para no generalizar, pero jueces, magistrados, ministros, están al servicio de los grupos de intereses creados y tienen una mentalidad muy conservadora, ultraconservadora”.
No tiene pruebas, por supuesto. Simplemente asume el papel de merolico y comienza: atrás de la raya que estoy trabajando. Cuando sus temas se agotan, porque ya demostró que su slogan de “primero los pobres” no se refiere a beneficiarlos y atenderlos, sino a incrementar su número de manera alarmante, saca otros “datos” para machacar a un Poder Soberano e Independiente.
El presidente no entiende que representa a UN PODER de la federación y que no es dueño del país. Es un empleado más, gracias al hartazgo del pasado y a la irreflexión de millones de ciudadanos.
Quisiera, como dictador en ciernes, cuya definición de la RAE señala: “en fase de elaboración o de formación, o sin haber madurado”, y es lo que pasa con su proyecto político y por ello quiere que todos los Poderes, se concentren en el poder de poderes… el suyo.
En su difusa mente, solo hay un camino para que sus deseos se hagan realidad: que todos lo obedezcan ciegamente y no osen utilizar las neuronas que permiten el disentimiento y, al mismo tiempo, el entendimiento de la realidad.
No, ciudadano: nosotros no nos chupamos el dedo. Usted quiere ser dictador, estar en el poder, ser adorado y que nadie le diga no. Desde este espacio y haciéndome eco de millones de personas, le digo: NO a sus arbitrariedades.
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