Por Jesús Michel Narváez
Pelearse con los adversarios es común y ya deja de tener importancia. A tanto repetir las descalificaciones, se agotan los temas.
Pelearse con los aliados de hace 22 años, sí es novedad.
Seguramente ante el desgaste de las acusaciones de corrupción de los y las ministras de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, buscó y encontró a sus nuevas víctimas: los senadores.
Por su declaración, parece que el presidente de la República no es el “hombre mejor informado del país”. Lea usted este párrafo:_
“Ayer me entero de que se reúnen los senadores de todos los partidos y convocan a un extraordinario para tratar el desafuero de unos, sí, funcionarios o políticos, pero no incluyen en el orden del día lo de la aprobación de la ley para llevar a cabo la revocación del mandato”.
¡Zambomba!
Calificó de “actitud deliberada” la asumida por los senadores lo que demuestra que no son demócratas.
“¿Cuánto tiempo ha pasado? Ahora resulta que los legisladores no quieren la revocación del mandato, pero todos en general. O no se han enterado de que hace falta la aprobación de esa ley reglamentaria, porque si no existe, aunque esté en la Constitución esa figura no se puede llevar a cabo, o esto es con malas intenciones”.
¡Recórcholis!
“Todos en general”.
Hacer una afirmación de este tipo raspa al congresista Ricardo Monreal que, dígase lo que se dijere, ha tratado y en ocasiones logrado, mantener la Independencia del Senado de la República.
El presidente anda desatado. La toma contra los integrantes de la Corte… se sigue con los consejeros del INE… arrastra a los magistrados del Tribunal Electoral… intenta enfrentar al habitante de la Casa Blanca… su empleado de Exteriores, lo contradice y sostiene que por el rebrote de la pandemia no será posible abrir la frontera con Estados Unidos.
Y muestra su profundo resentimiento: “No son demócratas, o tiene que ver con que algunos ni siquiera se han enterado de que hace falta la aprobación de esa ley para que el primer domingo de abril del año próximo la gente pueda decidir si me quedo o me voy, si me mantienen la confianza o me la quitan. Entonces, ¿de qué se trata?”.
El presidente está quebrado a todos y con todos.
La respuesta es simple: no hay dictamen de las iniciativas y sin éstos no se puede discutir ninguna.
Lo seguro es que le encanta ser la víctima y con ello tapar sus desaciertos. Insistir en la revocación de mandato para saber si la gente le perdió la confianza, es ver el árbol y perder el bosque.
¿Acaso no se ha dado cuenta de que cada día hay más cuestionamientos por su manera de gobernar?
La soberbia mostrada en contra de los medios de comunicación, de los fifís, de los del “viejo régimen”, de los corruptos, exceptuando familias, compadres y amigos cercanos, ya no le alcanza para ser el “amado de todos los mexicanos”.
Si tiene confianza en el resultado de la Consulta, no debe temer nada. Porque nada debe ¿o sí?
El senador Monreal fue claro al responderle a Alejandro Encinas, quien urgió al Congreso a aprobar el desafuero de los diputados Toledo y Huerta: con todo respeto, le dijo, los tiempos del Congreso son del Congreso.
Y punto.
Seguramente sería la misma ante la presión presidencial.
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