Ivan de la Nuez.
Cubantropia.
Editorial Periférica.
Madrid, 2020.
376 páginas
Por David Marklimo
Desde 1959, cuando estalló la revolución, Cuba siempre ha sido un territorio de debate: quienes debaten por el embargo y quienes lo hacen sobre la crueldad del régimen de los Castro. Es evidente que las últimas protestas han puesto, otra vez, en la primera línea este debate. Aún es pronto para aventurar un desenlace, es evidente que las protestas del 11 de julio han cambiado para siempre la historia de la Revolución. El único precedente es el Maleconazo, en el momento más crítico del Período Especial (corría el año 1994, ya había caído la Unión Soviética y la isla no tenía recursos para su subsistencia, ocasionado la tristemente célebre crisis de los balseros). Hoy Cuba se encuentra en una encrucijada análoga, pero con una presión popular mucho mayor. Y menos margen de maniobra para circunscribir las transformaciones necesarias al ámbito de la economía…
Por ello, es interesante revisar la obra de Iván de la Nuez, Cubantropía. Escrito entre el futuro socialista de la Guerra Fría y el futuro neoliberal de los años posteriores a ésta, Cubantropía es una crítica que recorre las conexiones de la cultura cubana. Aunque también es un libro de geopolítica cultural. Vamos pasando del Muro de Berlín al nostálgico malecón de La Habana. En sus páginas encontramos los encontronazos recientes entre mercado y democracia, era digital y poscolonialismo, centro y periferia, utopía y turismo, diáspora y nación, Guantánamo y el reguetón, el fútbol y el béisbol… vemos, entonces, que la “cubantropía” es un neologismo creado para describir esa energía entre la isla y el mundo. En su recorrido dinámico, se nos muestra la gran contradicción cubana: el derecho a la diversidad que Castro reclamaba a escala mundial no solía cumplirlo a escala nacional.
También puede leerse como una biografía intelectual: los hijos de la Revolución -profesores universitarios, médicos, artistas plásticos, roqueros, poetas- descubrieron entonces que esta “se había convertido en el Estado, que El Enemigo, con mayúscula, también servía (como en el cuento del lobo) para que una jerarquía autoritaria aplastara el menor intento de cambiar desde dentro”. Una triste historia que se repite, cada cierto tiempo. Estamos ante un libro que es una brújula postcastrista o postfidelista. Brújula porque el libro nos permite ubicarnos y movernos, no sólo en los tejidos sociales, sino también por las narrativas políticas de Cuba. Al mismo tiempo, el periodo postFidel, está marcado por un trípode. Por un lado, las bases de un Estado de matriz soviética; en segundo término, las tendencias capitalistas de los estados comunistas -sean chinas, vietnamitas o norcoreanas-; y, finalmente, una sociedad que cambia cada día al paso de la onerosa desigualdad y la saludable diversidad. Realidades, todas, que De la Nuez retrata en su colección de textos.
La temporalidad a contracorriente de los procesos históricos cubanos está presente en este libro. De la Nuez plantea que “no será suficiente impulsar en Cuba la democracia tal cual existe hoy en Occidente, pues el país arribará a ella cuando ésta pasa por una revisión crítica.” Que esta tesis se plantee de forma tan temprana -todavía no van ni diez años de la muerte de Fidel y aún no ha muerto Raúl- y se inserte en el debate sobre la democracia liberal tiene un mérito tremendo. El tema de la lentitud o la radicalidad de las reformas, también es parte del debate. Cada medida de cambio deja sin cubrir aristas a veces importantes, que parecería debieran haber sido cubiertas. Las decisiones siempre generan preguntas sobre cuál puede ser el costo para los cubanos de los retrasos. Pero no hay que desconocer que mientras más radical se hace el ritmo reformador -en especial cuando las reformas liberalizan- más se arriesga en el ideal socialista y con esto los logros de calidad de vida, justicia social, equidad e independencia nacional propugnados por la Revolución.
El libro cierra como inicia: con una duda preñada de riesgos, pero también de posibilidades contenidas. Poniendo sobre la mesa las variables del socialismo, el capitalismo y la democracia, el autor se pregunta: ¿en qué proporciones se mezclarán todas estas dosis de porvenir? ¿Y qué destino le depararán tales ecuaciones a Cuba y, por consiguiente, a América Latina?