*Tras Masacres, el Ganso Dice que hay paz y Gatell Denuncia Conjura Golpista de Niños con Cáncer
Por Miguel A. Rocha Valencia
“Nada más” fue un centenar de muertos el saldo de las masacres de la semana pasada, tan alarmantes que hasta el Papa Francisco envió sus condolencias a México y pidió por la paz, y sólo sabía de la de Reynosa, pero no de la de Valparaíso, Zacatecas con 18 víctimas, aunque para el Mesías de la 4T, hay paz y gobernabilidad en el país, no importa que un tercio del territorio esté en manos de criminales y que varias elecciones las definieran los cárteles.
De todos modos, el Ganso seguirá culpando de su ignorancia, ineficiencia, inoperancia y complicidades a los de “antes”, que en su momento reportaron al término de sus administraciones, un tercio o menos de la mitad de asesinados de los que lleva en su contabilidad el gobierno actual.
Ya no entiende uno si acepta que existe una violencia imparable por no actuar, o si lo que sucede es el resultado de otros gobiernos. Entonces ¿Él que ha hecho? Ofreció acabar con la violencia criminal y logró todo lo contrario, duplicarla en la mitad del tiempo: 85 mil asesinatos no son pocos, ni siquiera la pandemia los inhibe, en tanto que la lucha por las rutas del tráfico de drogas, armas y personas se vuelve más encarnizada.
Para colmo, las Fuerzas Armadas que servían para combatir al crimen, hoy son despojadas de su dignidad y en vez de otorgar seguridad, se volvieron albañiles, contratistas, administradores de aduanas, proyectistas y nuevos empresarios.
Es decir, tampoco cumplió el Mesías con meter a los militares en sus cuarteles o zonas navales, sino que les asignó y regaló tareas que no le son propias; los minimizó y los hizo caer en el ridículo ordenándoles “abrazos y no balazos” contra los delincuentes que hoy, los vejan, desarman, golpean o secuestran.
Hay quienes, como el caso de Carlos Urzúa, decidieron abandonar a la Cuarta que, por lo visto, tiene como proyecto base destruir al país y hacerlo pobre, pero hay otros que le siguen la corriente al Machuchón de Palacio a cambio de dinero y poder; otros tantos, no sólo se vuelven lacayos, sino que, además, comparten su locura.
Tal es el caso de Hugo López-Gatell, mediocre funcionario de salud que, en tiempos de auténticos servidores públicos, con nivel profesional, mostró su mediocridad e incapacidad. La prueba fue la H1N1 de Influenza donde fue removido por inútil.
Por eso se explica hoy su fracaso ante un problema de salud; que les quedó demasiado grande la pandemia de SARS-CoV-2. A él, a Hugo López-Gatell, México le deberá la muerte de más de 300 mil de sus ciudadanos, mujeres y hombres, así como el que se profundizaran los problemas económicos-financieros.
Su notable incapacidad quedó demostrada; hoy lo que desestimó como mejor arma contra el Covid-19, el cubrebocas, se impone en todo el mundo como la mejor estrategia para evitar contagios, amén de la consabida sana distancia y la ausencia de reuniones en lugares cerrados.
Pero no llega sólo ahí; a él tendrá qué apuntársele su falta de energía para la adquisición de medicamentos por cuya falta, muchos miles más murieron y otros como los enfermos de cáncer, fallecen todos los días.
Y es ahí donde le entra la demencia contagiada por el Ganso y afirma que hay una conjura internacional golpista que tiene como ariete la ausencia de oncológicos y para ello le facilitan los medios oficiales que hoy ya dejaron de ser culturales para convertirse en instrumentos doctrinarios como los canales 22 y 11 que en otros tiempos fueron ventanas abiertas al saber.
Lo peor de todo es que esto no se acaba; le queda mucha cuerda a estos ignorantes, irresponsables y enfermos. La única noticia buena es que al menos en las elecciones se les arrebató una porción del poder que les hubiese dado manga ancha para lograr lo impensable: acabar con el país destruyendo los últimos reductos democráticos.
Queda como esperanza la mayoría calificada en la Cámara de Diputados, ojalá que los opositores no se vendan ni se doblen ante el chantaje, persecución y amenaza. Si lo hacen, pobre país.