Al regresar a Washington de su primer viaje al exterior como vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris fue criticada por los republicanos, que le reprocharon no haberse tomado en serio la «crisis» migratoria, y también por el ala izquierdista de su Partido Demócrata.
El viaje fue «oportunidad perdida», dijo a la AFP el senador republicano John Cornyn.
El lunes en Guatemala y el martes, en México, pronunció pequeñas frases que eclipsaron, al menos en los medios conservadores, el principal motivo del viaje: centrarse en cuestiones como la pobreza y la criminalidad que llevan a miles de personas de México y del Triángulo Norte (Guatemala, Honduras y el Salvador) a cruzar la frontera sur de Estados Unidos.
Con la ola migratoria en sus mayores niveles en 15 años, el presidente, Joe Biden, encargó a Harris ocuparse de ese tema, pero ella no presentó grandes medidas durante su viaje.
Con el presidente de México, Andrés López Obrador, firmó un protocolo de acuerdo destinado a «atacar las causas profundas» de la inmigración y ayudar a los habitantes a «recuperar la esperanza en casa».
Pero en cada escala se repitió la pregunta: ¿por qué no fue a la frontera sur de Estados Unidos para ver por sí misma las consecuencias de la «crisis» que denuncian los republicanos?
Para ellos es el propio Biden quien provoca esas llegadas masivas al prometer una política migratoria «más humana» luego de la de «tolerancia cero» de su antecesor, Donald Trump.