Por Jesús Michel Narváez
A tanto machacar con el tema, poco conocido en el mundo de libertades que en general se vive en el siglo XXI, busqué los orígenes de la llamada economía moral.
Sin entrar en el fondo del asunto, Wikipedia me resolvió algunas dudas:
“Para algunas interpretaciones, una economía moral está basada en la equidad y la justicia y se circunscribe a pequeñas comunidades donde los principios de la cooperación mutua priman sobre la búsqueda individual de ventajas. En esas economías, los individuos no se relacionan entre ellos como actores económicos anónimos que compran y venden, sino que ponen en juego su estatus, su reputación, sus necesidades, y las ideas de justicia y reciprocidad.
“En las sociedades complejas esas normas de equidad pueden convertirse en costumbres o leyes, como en las normas de abastecimiento de los mercados en la Europa del Antiguo Régimen. Los grandes motines de subsistencias del siglo XVIII y el siglo XIX, en muchas ocasiones se oponían a los efectos de los proyectos del gobierno de liberalizar el comercio de granos y acabar con la política de abastecimientos y precios fijos. Frente a ese mercado libre, donde el grano fluía allí donde se pudiese conseguir vender más caro, los amotinados exigían que el gobierno se comprometiese a mantener los mercados abastecidos y a un precio asequible, es decir, que respetase la economía moral y no desvinculase la responsabilidad política del funcionamiento de la esfera económica”.
Esta interpretación surge del trabajo realizado por el historiador E.P. Thompson y es, según la enciclopedia, una noción utilizada por las ciencias sociales a partir de 1979.
Seguramente el presidente López teme los motines de quienes no tienen para comprar la llamada canasta básica. Sabido es que la inflación conjugada con la escasez, produce más pobreza y de la que se aprovechan los especuladores. Nada nuevo bajo el sol.
Para quien ya anunció que no propondrá a Alejandro Díaz de León para un segundo periodo como gobernador del Banco de México, en una decisión de venganza y que demuestra que “el Estado soy yo”, la visión que maneja tiene como principio y final “controlar todos los mercados” y cerrar las opciones de las libertades comerciales, con lo que todo lo que se haga de producción agroalimentaria obedecerá a las “normas de la equidad”. El jueves había reclamado por no haber recibido “remanentes” que “habrían servido para comprar vacunas”. Y enseguida, mostró su supina ignorancia sobre la ley del Banxico y forma de operar. Dijo: “Por ejemplo, si son reservas de más de 190,000 millones de dólares (mdd), sería importante saber quién maneja esas reservas y cuánto se cobra por el manejo de esas reservas. Esta información que se desconoce que sea pública. Que expliquen”.
Para advertir lo que se avecina, no se requiere ser genio ni experto en economía o pensar como neoliberal. Viene el control férreo de todo aquello que imposibilite el “desarrollo comunitario”, arrojando al cesto de la basura todo el esquema mundial de competitividad y libre mercado.
El camino a seguir es una “sociedad igualitaria” en la que no existan los ricos y sí muchos pobres. Todos. Porque sin competencia se presenta el problema primigenio de la humanidad: nadie sabrá cuál es el verdadero precio de, por ejemplo, el kilo de frijol. La costumbre quedará abandonada y en el “nuevo esquema moralino” que cada quien se rasque con sus uñas y entienda que la “austeridad” tiene que ser obligatoria para todos los gobernados, menor para el gobernante.
¿Cómo entender a quien “amando” a los pobres viva como virrey?
Y el solo anuncio de cambiar al gobernador por un “economista con dimensión social”, que seguramente obedecerá las instrucciones del virrey y utilizará las reservas para “comprar más vacunas” y cubrir los déficits presupuestales de sus faraónicas obras.
La Bolsa Mexicana de Valores cerró con pérdidas. Por algo sería.
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