Poder ¿Para qué? y ¿Cómo?

*Los Seres Humanos lo Buscamos y, de Obtenerlo, lo Disfrutamos.

*Cinco Formas de Alcanzarlo, Aunque Para Algunos es Vergonzante

*Hoy la Lucha el Mismo, por Tenerlo, Registra una Organización

*Instituciones, Leyes, Reglas de Operación y Partidos Políticos

*Los Imperfectos que se nos Presentan Como Paladines Impolutos

Por Ezequiel Gaytán

El poder es la capacidad de un individuo de influir en el comportamiento de personas y organizaciones con el propósito de que hagan algo o no lo hagan. Es la posibilidad de mandar y ser obedecido sin necesidad de la coerción o fuerza, pues es legítimo y natural, ya que es genéticamente adaptativo. Por su parte, el poder político se refuerza con la posibilidad de la agresión, la violencia verbal e incluso física.

De ahí que, en lo especifico, se expresa en indicaciones, instrucciones y órdenes ya que sin él no habría orden social.

Para algunas personas el poder es vergonzante, pero comúnmente es algo que los seres humanos buscamos y, de obtenerlo, lo disfrutamos. Aún más, hay al menos cinco formas de alcanzar el poder. La primera sucede cuando una persona asume un cargo, por ejemplo, jefe de la policía; la segunda se refiere a que existe gente carismática cuyas habilidades le otorgan cierta fuente de poder; la tercera se refiere a las personas expertas en algún tema y eso se manifiesta como poder, autoridad y reconocimiento social; la cuarta y que todos conocemos es de los porros y pandilleros que debido a su fuerza y violencia tienen poder y crean temor a la gente de su alrededor y, finalmente la quinta es la de los políticos que llegan a un cargo por elección popular. Es decir, solicitaron el voto de la gente bajo el argumento de que, si la voluntad popular les otorgaba el poder, ellos sabrán utilizarlo legalmente a fin de corresponder y llevarles servicios públicos, estabilidad y desarrollo.

Son cinco formas de llegar al poder, pero la primera pregunta es ¿para qué? Si me inclino por las respuestas extremistas es claro que el policía lo quiere para extorsionar, el carismático para gozar de los placeres inmediatos del poder, el experto para adquirir más conocimiento, experiencia y ser más admirado, el pandillero para amedrentar y sentirse alguien en la vida y el político para acumular más y más poder. Por supuesto que la aquí escrito es un sarcasmo, pero no estoy tan lejos de la explicación razonada debido a que el poder tiene uso práctico y, en caso de no ser utilizado, alguien más lo obtendrá, pues no existen los vacíos de poder ya que es socialmente necesario. En otras palabras, la supervivencia de nuestra especie se debe a que entre nuestros genes está la búsqueda por el poder como ocurre con otras especies y organizaciones de homínidos. Léase, el desarrollo humano se debe también, entre otras causas, a nuestras ambiciones y espíritu de lucha.

Pasaron siglos para que la lucha por el poder transitara de la fuerza física y la violencia a la inteligencia y posteriormente a la racionalidad de cambiar de gobernantes sin necesidad de derramamiento de sangre, aunque no es del todo correcto y universal mi afirmación, pero en los Estados modernos democráticos esa regla es, en lo general, la imperativa.

Hoy en día la lucha por el poder está organizada en instituciones, leyes, reglas de operación, partidos políticos y las personas que lo buscan son los políticos. Seres humanos imperfectos como nosotros, que se nos presentan como paladines impolutos de la justicia social. Ellos y nosotros sabemos que se trata de personas vanidosas, saben que la política es el arte del engaño, son desconfiadas, oportunistas, manipuladoras, pragmáticas, tal vez con frágil consistencia ideológica, ambiciosas, subordinan los escrúpulos a los intereses personales y magníficos seres seductores.

Desean el poder con varias intenciones que van desde promover el desarrollo, el crecimiento económico y la paz social, hasta la acumulación de más y más poder, pasar a la historia como próceres y, en algunos casos, enriquecerse. Siempre esgrimirán que quieren el poder es para servir a la sociedad, lo cual pudiese ser cierto, pero no basta, por lo tanto, preguntarles para que quieren el poder, también habrá que cuestionarles si saben cómo ejercerlo. Sobre todo, porque ellos se preparan a fin de responder para qué quieren el poder, pues ese discurso es fácil responderlo. La segunda pregunta es poco usual y cuando se les pregunta responden ramplonamente “con la ayuda del pueblo”, lo cual es demagógico.

Estamos en campañas políticas y los candidatos, con sus toscos lemas, nos quieren convencer sin apelar al cómo lograr lo que nos proponen. Es cierto que argumentar acerca del método de ejecución es más complejo y más aún con la crisis sanitaria que vivimos, pero yo esperaría más inteligencia e imaginación de los candidatos, sobre todo, a quienes aspiran a cargos del poder ejecutivo en los órdenes estatales y municipales o alcaldías. Sobre todo, debido a que ya sabemos para qué quieren el poder. Consecuentemente, bien harían en demostrar que su capacidad va más allá de su obviedad y tengan a bien demostrarnos que el poder se ejerce con ética, método, consistencia, habilidades ejecutivas y destrezas administrativas. Ese es el reto y nos corresponde votar y elegir con inteligencia si sabemos nosotros para qué sirve y cómo se ejerce el poder.

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