Las Corporaciones y lo que las Motiva

Nada ilegal
nada inmoral.
Grant, Adrián.
Editorial
Caballo de Troya,
Madrid.2020

Por David Marklimo

Luxemburgo es uno de esos países que jamás aparecen en las noticias que lo que sabemos de él es aquello que aparece en la prensa rosa, con esas fotos del Palacio Ducal, todos peinaditos a raya, luciendo las joyas y las conmemoraciones militares. Si recurrimos a Google Maps, veremos un sitio lindo, calles limpias, gente pulcra y niveles de PIB que convierten a sus habitantes en los más privilegiados del planeta.

Últimamente, Luxemburgo sí que ha estado en las noticias. Principalmente por ser considerado una especie de paraíso fiscal, aunque no tanto como Andorra. Ahí está el caso de los Lux Papers (una especie de réplica a los Papeles de Panamá en pleno corazón de la Unión Europea). Sus calles limpísimas ocultan a aquellas corporaciones encantadas de pagar un alto alquiler con tal de abonar menos impuestos a sus beneficios globales. Es en ese contexto, donde Adrián Grant sitúa su primera novela Nada ilegal, nada inmoral. El conflicto, dados los tiempos, no puede ser otro: un trabajador anónimo filtra una serie de documentos que prueban el trato fiscal favorable que procura una compañía a sus clientes. En ese momento, los dueños de la mentada compañía, en vez de asumir el error, ponen en marcha una investigación que permita dar con el culpable de la filtración. Así, tenemos una inusual novela de detectives. En la figura de los tres socios, vemos las obsesiones del mundo financiero, cada uno preocupado por cómo será afectada su trayectoria profesional, sus emolumentos, sus bonus, sus desahogadas vidas … observamos el impacto que el escándalo tiene en los empleados, la gran mayoría expatriados, que acusan el golpe y lo convierten en epicentro de cotilleos y especulaciones. Entramos en sus vidas y nos sometemos a una montaña rusa de horarios abusivos y aprovechamiento del escaso tiempo libre. Nos dan acceso a un ambiente multidisciplinar, altamente especializado, terriblemente profesional y competitivo, lleno de gente verdaderamente inteligente, dedicada en cuerpo y alma a la planificación fiscal. La orden, del encargado de las tecnologías de la información, es fulminante: trazar la filtración e identificar a su responsable u olvidarse de sus trabajos. Seremos testigos, entonces, de infinidad de conflictos, derivados de las posiciones antagónicas surgidas del relato que dan los medios de comunicación, y las explicaciones ofrecidas que da la compañía. Los monólogos, en la forma de colosales párrafos sin respiro, en que cada uno de los directivos reflexiona sobre los hechos y cómo llegaron ahí son, literariamente de una brillantez realmente notable. Se nota que Grant sabe de lo que habla: no se hace nada fuera de la ley, pero si lo suficientemente turbio como para que la prensa averigüe e inicie operaciones de acoso y derribo, poniendo el grito en el cielo con lo absurda que llega a ser la legislación.

El estilo de Grant recuerda al gran Foster Wallace y logra diseccionar el capitalismo contemporáneo. Queda la duda si la novela está inspirada en el caso de Hervé Falciani, el empleado del banco HSBC en Ginebra que filtró una lista de 130.000 posibles evasores fiscales y que es perseguido por la justicia suiza por romper el secreto bancario. Grant seguramente conoció la historia mejor que cualquier reportero. Su novela nos muestra actividades profundamente impopulares y da un testimonio alternativo a la experiencia del lavado dinero -si es que se puede usar ese término-. Pero por encima de todo, lo que nos muestra es un excepcional ejercicio de sociología corporativa. Y eso, en estos tiempos, es de agradecer.

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