David Contra Goliat en Pleno Siglo XX
Por Horacio Armando Hernández Orozco
La cinta da cuenta de una lucha desigual entre los combatientes, pero cuando existe la voluntad de vencer, se vence; y así, se aprecia en la película “Acción Judicial” (“Class Action”), realizada en 1991, por el director Michael Apted, con la actuación de Gene Hackman (Jedediah Tucker Ward), Mary Elizabeth Mastrantonio (Maggie Ward), y Laurence Fishburne.
La película narra el juicio civil concerniente a los daños causados por un defecto automovilístico; la víctima, una persona con quemaduras en gran parte de su cuerpo y cara, quien además perdió a su familia en el accidente, contrata a un abogado liberal luchador de los derechos civiles, pero en esta ocasión la abogada de la compañía automotriz que es demandada, es su propia hija.
Al juicio se adhieren como demandantes un buen número de personas que habían sufrido accidentes en circunstancias similares.
EL CASO FORD PINTO (THE PINTO FIRE CONTROVERSY)
Ante la crisis mundial de energéticos, así como la entrada al mercado americano de autos compactos asiáticos con gran aceptación por parte del público, FORD decide el diseño de un auto en este segmento, pero debido a la competencia, ordena acortar los plazos de diseño de 43 meses a sólo 25 meses.
Antes que el Pinto entrase en producción, los ingenieros de FORD, alertaron sobre una falla de diseño en el sistema de carga y almacenamiento de combustible; esta falla indicaba que en una colisión desde atrás a más de 48 km/h, el tanque sufriría daños que llevarían a un incendio del vehículo; la autoridad competente exigía que no hubiese daños hasta 32 km/h, (los Pinto fallaban aún a esa velocidad).
Dado que el herramental y maquinaria estaban listos, se dio la orden de no perder tiempo en correcciones. Las investigaciones de las autoridades concluyeron que a la velocidad de 48 km/h un vehículo que impacte desde atrás provocaría severos daños, y a partir de este punto todo lo que se necesitaba era una chispa, ya sea eléctrica, natural o por fricción, para que ambos vehículos estallaran en llamas.
Si el impacto ocurría a 65 km/h o más la posibilidad de que las puertas se atoraran y no se abrieran era muy grande, quemando vivos a los pasajeros.
Incrementar la seguridad mejorando el diseño tenía un costo que variaba alrededor de los 5 y 8 dólares por unidad, pero FORD prefirió dejar las cosas como estaban, pues un informe de costos comparativos entre fatalidades debido a colisión y pérdidas de combustibles revelaba el pensamiento de la compañía en casos semejantes.
Las fatalidades anuales por perdida de combustible eran alrededor de 180, y el costo de una vida, según la Administración Nacional de Seguridad de Tráfico en Autopistas (NHTSA por sus siglas en inglés) se estimaba en 200,725 dólares.
Juntando estos valores estadísticos con otros, el reporte de FORD llegaba a los siguientes números:
Costo: 180 fallecidos por quemaduras a us$ 200,000 por muerto, 180 quemados seriamente a us$ 67,000 por lesiones, 2100 vehículos incendiados a us$ 700 cada uno, daba un total de us$ 49,5 Millones.
Ventas: 12,5 millones de unidades por us$ 11 de reparación igual a 137.5 Millones
Diferencia por no realizar las modificaciones: 137,5 menos 49,5 igual a 88 Millones de dólares de beneficio.
Entre 1971 y 1978, el Ford PINTO fue responsable de una cantidad importante de muertes por fuego, cerca de 500; se iniciaron aproximadamente 50 demandas contra Ford, todos relacionados con impactos desde atrás en el modelo PINTO.
Los ingenieros de Ford, juraron en sus testimonios, que el 95% hubiese sobrevivido si el tanque se colocaba encima del eje.
“MI HONDA ES LA DE DAVID” (JOSÉ MARTÍ)
En la película, así como en el relato bíblico de David contra Goliat, se advierten elementos del orden ético, en algunos personajes se viven las virtudes y otros prueban la ambivalencia del hombre y su tendencia al mal.
Un David prudente, pues ante el acoso de los filisteos, en especial de Goliat, tuvo la intención de actuar (poner un alto a la invasión filistea); en un principio él iba al campo de batalla para llevar comida y saber del estado de sus tres hermanos mayores, pero ante la situación de ofensa de Goliat, tomó la determinación de actuar, deliberó sobre los medios a su alcance para lograr su cometido, primero fue vestido con la propia armadura del rey Saúl, pero al sentirse incomodo, se despojó de ella y sólo se armó de su honda, su cayado y cinco piedras de río, esta decisión fue acertada, pues ante su inexperiencia en el uso de armas de combate, recurrió a las herramientas que le habían dado éxito en otras encomiendas para afrontar peligros (defensa de sus ovejas frente a lobos y osos); y una vez tomada la decisión sobre los medios a usar, ejecutó la acción, utilizando su honda de certera pedrada mató a Goliat.
En la película, es evidente que la prudencia como virtud estuvo presente en el juez, quien al advertir la falta de ética de los abogados de la parte demandada, que escondieron las periciales de sus propios ingenieros, actuó de forma justa, adecuada y con cautela, pues el hecho de llamarlos a su privado y conversar con los abogados, definió un actuar prudente, midiendo consecuencias en una debida recta ratio agibilium.
El abogado de la parte actora obró con prudencia, pues tuvo la intención de hacer algo (demandar civilmente), deliberó sobre los medios existentes (testimonios de gente que trabajó para la empresa automotriz, técnicos, científicos y personal directivo, documentales de comunicación interna, así como el dictamen técnico de fallas del automóvil); decisión sobre los medios adecuados (optó por las testimoniales del científico que elaboró el dictamen de fallas técnicas, la testimonial del directivo de la empresa y una copia del mencionado dictamen) y ejecutó la acción (llevó a cabo todos los pasos relativos a la decisión tomada).
En la prudencia del abogado de las víctimas, se advierte la inteligencia, pues ante un mar de documentos (más de 300 cajas), era casi imposible encontrar la aguja dentro del pajar, por lo que optó por elaborar un interrogatorio para demostrar la falta de ética de la demandada y de sus abogados; acudió con el técnico que elaboró el dictamen de fallas, esto es, preguntó a quien sabe sobre la materia; existió sagacidad, ya que ante la adversidad que le presentaba el caso por no contar con el original del dictamen, acudió a diverso perito que tenía copia del mismo; fue previsivo, ya que midió la consecuencias de sus actos, tan es así que aceptó la propuesta del juez de llegar a un arreglo, no demostró flaqueza, sino la entereza de encontrar el bien de sus clientes antes que el mal de su contrarios.
En el caso FORD-Pinto, imperó la Justicia social, cumpliendo el fin para el cual fue destinada: proteger la dignidad de aquellos miembros de la sociedad que, por su debilidad económica, no pueden ser tratados de igual a igual frente a los miembros económicamente más poderosos; y en la justicia mexicana ¿será que David siempre venza a Goliat?
La mejor respuesta la tendrá como siempre nuestro amable lector…