Por Jesús Michel Narváez
Dos párrafos del penúltimo artículo de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, el 134, definen todo y nada:
“Los servidores públicos de la Federación, las entidades federativas, los municipios y las demarcaciones territoriales de la Ciudad de México, tienen en todo tiempo la obligación de aplicar con imparcialidad los recursos públicos que están bajo su responsabilidad, sin influir en la equidad de la competencia entre los partidos políticos.
“La propaganda, bajo cualquier modalidad de comunicación social, que difundan como tales, los poderes públicos, los órganos autónomos, las dependencias y entidades de la administración pública y cualquier otro ente de los tres órdenes de gobierno, deberá tener carácter institucional y fines informativos, educativos o de orientación social. En ningún caso esta propaganda incluirá nombres, imágenes, voces o símbolos que impliquen promoción personalizada de cualquier servidor público”.
Porque el huésped temporal de Palacio Nacional los interpreta a su manera y, “despojándose de la investidura presidencial para hablar como ciudadano” -algo imposible: el desdoblamiento de la personalidad conocida- avasalla el principal documento que le da vida y sustento a una nación: la Constitución y las leyes que de ella emanan, con su injerencia, admitida públicamente, en los procesos electorales.
Sin embargo, sacando fuerza de las piernas izquierdas con las que caminan, PRD y MC presentaron denuncias en contra de las acciones presidenciales. El primero en la Fiscalía General de la República por, cito: “En razón de lo anterior, se solicita en este acto se haga efectivo lo dispuesto en el artículo 6 de la ley general en materia de delitos electorales y se imponga al titular del ejecutivo las sanciones dispuestas en el tipo penal que corresponda, y con independencia a éstas, de manera cautelar, se ordene la prisión preventiva oficiosa”, solicitó el PRD”.
El segundo, ante la Fiscalía Especializada en Delitos Electorales, para, como dice la coordinadora de MC en la Cámara de Diputados, Fabiola Loya Hernández, que el presidente saque las manos de los procesos electorales y respete tanto los acuerdos como las sentencias del INE y el TRIFE y se abstenga de intervenir abiertamente en las elecciones que habrán de celebrarse el 6 de junio.
Diría el de enfrente: soñar no cuesta.
Porque la llamada autonomía de la FGR y su ente, la FEDE, obedecen las sugerencias, las órdenes, del ciudadano Presidente. Serán juez y parte y poco importará que la Constitución prohíba expresamente la intervención de cualquier funcionario público, sí cualquiera en el que se incluye el Presidente de la República, en influir en la equidad de la competencia entre los partidos políticos y en utilizar propaganda que muestre nombres, imágenes, voces o símbolos que impliquen promoción personalizada de cualquier servidor público.
El presidente López viola todas y cada una de las prohibiciones. ¿Actuarán la FGR y la FEDE en contra de quién es su jefe?
La petición de Jesús Zambrano, presidente del PRD, de solicitar, en su caso, la prisión preventiva oficiosa, se apega a la Ley. Ya se sabe, sin embargo, que en la 4t se aplica la ley del embudo. Y, por tanto, será ancha para todos los “enemigos, adversarios, fifís, conservadores y neoliberales” y angosta para los redimidos políticos que admitieron sus errores del pasado, pero al cambiar de camiseta fueron purificados. El más reciente ejemplo: todo el peso de la ley en contra del gobernador de Tamaulipas al grado de desaforarlo y la tibieza absoluta para sancionar al diputado Benjamín Saúl Huerta, a quien se le pospuso la “sentencia” hasta “nuevo aviso”.
Dos varas para medir el mismo delito: para los adversarios, todo el peso de la ley. Para los amigos, aplicación de la ley a secas. (Paradigma juarista).
Juez y parte actúan a favor del “derecho moral que tiene el presidente (dixit Ricardo Monreal”), como también diría Hugo López-Gatell: el presidente no es contagiable… su fuerza moral lo protege. Ajá.
Dos denuncias que irán al cesto de la basura por “falta de materia”.
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