Para el historiador Carlos Martínez Assad, la Revolución mexicana tuvo diferentes versiones según la organización socioeconómica de cada estado. Sería, afirma en entrevista, un error insistir en que el centro del país fue el único escenario del levantamiento civil: “Es necesario acuñar la idea de que la Revolución no fue única”, ataja el también sociólogo, escritor y académico mexicano.
Un ejemplo de ello es Tabasco, un estado que se convirtió en el laboratorio de la gesta revolucionaria, pues antes de que ésta concluyera en la zona centro, los tabasqueños vivían un proceso de modernización basado en la participación de toda la sociedad, una educación amplia y oportunidades de desarrollo para hombres y mujeres; el anhelo para todo el país.
De ello da cuenta el historiador en el libro El laboratorio de la Revolución. El Tabasto garridista (FCE, 2021) donde relata y analiza el periodo de gubernatura de Tomás Garrido Canabal de 1922 a 1935, quien empujó al estado para entrar a un capitalismo basado en la producción y exportación al extranjero de su principal moneda: el plátano.
“El término de ‘laboratorio de la Revolución’ no lo acuñé yo exactamente sino que fue el presidente Lázaro Cárdenas cuando como candidato visita Tabasco y se encuentra con la organización que ha hecho Tomás Garrido con los jóvenes tabasqueños llamados ‘los camisas rojas’ y lo entiende como un ensayo, porque era como se quería organizar a la sociedad luego de la Revolución mexicana. Tomás Garrido se dio a la tarea de realizar una organización económica estableciendo cooperativas de producción del cultivo del plátano adquirido por las compañías estadunidenses”, explicó Martínez Assad.
Tomás Garrido Canabal, añade el historiador, creó las escuelas racionalistas, un modelo basado en la escuela libertaria de Cataluña que además de promover el pensamiento racional, promovía la convivencia de niñas y niños en salones mixtos. También impulsó una modernización política e ideológica donde toda la sociedad participa, desde campesinos, obreros hasta mujeres y niños, una propuesta muy adelantada a los tiempos revolucionarios.
El ganador del Premio de Ciencias y Artes 2013 refirió que mirar en retrospectiva el pasado de Tabasco es comprender que la historia oficial suele ser imprecisa o desde una perspectiva muy limitada.
“A lo largo de mi historia como investigador me he propuesto realizar una historia no oficial, diferente a la que nos han contado en virtud de que muchas veces la historia tiene contenidos demasiado oficialistas, se van según los regímenes presidenciales y se convierte en una historia sexenal y todo se ve desde el centro del país, se conoce poco de lo de afuera de la capital. Por eso mi interés en acercarme a algo que no podía ser contemplado en los libros”, refirió.