Por Jesús Michel Narváez
Habrá sido registrada con el nombre de Evelyn y en realidad se llama “Juanita”. O así le dirán el 6 de junio.
Es insólito que ante la aplicación de la ley que lo inhabilita, el excandidato al gobierno de Guerrero, salga ahora que su hija está “está incluida en la encuesta que se realizará para designar a la candidata a la gubernatura del estado de Guerrero”.
Equivale a que su cómplice -no se le puede llamar otra cosa al intentar engañar a la autoridad y violar la constitución- Mario Delgado ya decidió que “Juanita” sea la candidata, gane y que el verdadero gobernador sea Félix Salgado Macedonio.
Es la reflexión: si no soy yo, que sea mi hija.
Algo mejor conocido como nepotismo. Y seguramente el ciudadano huésped de Palacio Nacional estará aplaudiendo a rabiar.
Porque es el inventor de Juanito.
Sí, aquel iztapalapense que surgió de la nada y de pronto estaba en los cuernos de la luna como jefe delegacional de Iztapalapa.
En un mitin realizado en 2009, el ahora presidente propuso a Juanito, así, a secas sin apellidos, para que fuera candidato del PRD a la Jefatura de Gobierno de Iztapalapa y le ordenó, como lo está leyendo, que ganara y le entregara el cargo a Clara Brugada, a quien la autoridad le impidió ser candidata.
Dicho y hecho.
Y Brugada tomó posesión y se quedó como jefa delegacional hasta 2012.
El otrora famoso Juanito, cuya cercanía con Andrés Manuel López fue efímera, quedó en el olvido. Pero sentó escuela. En las siguientes elecciones se postuló a 10 mujeres -entre otras tantas- a diputaciones locales y federales y en cuestión de días, después de protestar, solicitaron licencia para retirarse de sus cargos y que sus suplentes -tres de ellos eran sus esposos- asumieran el cargo.
Eso parece ocurrirá en Guerrero, en donde el cacicazgo de Salgado Macedonio es más que reconocido y lo que “sugiera” como ”delegado general en funciones de presidente de Morena en el estado- será atendido de inmediato.
¡Para eso es el jefe!
Y si el pueblo la elige, el presidente estará satisfecho. Los ciudadanos, quizá no. Son las reglas de la democracia que no considera el nepotismo como agravio. Revise cuántos hijos de encumbrados políticos federales o gobernadores han impulsado a sus hijos para que estén en los mismos lugares, pero con diferente gente.
Es la cuatroté en todo su esplendor. Y se respeta la expresión: Si no soy yo, que sea mi Hija
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