Cálculos: Más de Tres Millones no Podrán Acudir a las Urnas

Tema Principal

*En Seis Semanas más se Romperá el Cascarón Electoral

*Mientras Siguen sin Detenerse los Ríos de Sangre en la República

*Participarán 10 Partidos Federales y Decenas de Instituciones Locales

*La Tasa Promedio en Elecciones Intermedias Había Sido de 51.9%

*Y el Vapor con los Emigrantes Electorales ya Viene de Regreso

*Sacan Chispas Candidaturas de Varios Presuntos Delincuentes

*Corre sin Contención la Sangre de Políticos y Candidatos

Por Nidia Marín

Pendiente sobre las cabezas de los cientos de candidatos que participarán en busca de curul local o federal, ayuntamiento, sindicatura, regiduría o gubernatura, está una espada, que como la de Damocles, el 6 de junio puede caer sobre las cabezas de algunos, sea como remitente de las féminas, de la abstención o… consecuencia de los miles y miles que no irán a votar porque murieron por Covid (cerca de 400,000 reales para entonces, al ritmo que vamos) o bien estarán infectados (más de 2.5 millones aproximadamente).

Síntesis: cuando faltan seis semanas para que se lleve a cabo en México el proceso electoral más complicado del siglo XXI, cálculos extraoficiales hablan de que más de 3 millones de electores no acudirán a las urnas derivado de la pandemia.

Como si no fuera suficiente el río de sangre que ha corrido a lo largo y ancho del país en contra de políticos, potenciales candidatos y candidatos (¿más de 65 ó 70?) desde que se inició el proceso electoral (septiembre de 2020), a todas esas bajas el próximo seis de junio se anexará el decremento en la votación, el cual sería en buena parte a causa de la pandemia, lo que no significa que no habrá de presentase cierto porcentaje de abstencionismo como en cada elección.

Sí, porque actualmente ser candidato o político en México en oposición a Morena es casi una sentencia de muerte (aunque también algunos de sus militantes han caído en la batalla) y si no lo creen que lo digan los padres, madres, hermanos, parientes consanguíneos y amigos de los aspirantes y participantes que han muerto a lo largo y ancho de la República, incluida la Ciudad de México (Leonel Luna).

Pero en el caso de la responsabilidad que llevará la pandemia es un peligro inminente y real.

A lo mejor como hizo el tirano Dionisio II “El Viejo” (siglo IV a.c. 38 años en el trono) en Siracusa (de acuerdo a Cicerón) cuyo hijo Dionisio El Joven, se daba la gran vida y el adulador de cabecera, Damocles, tras arrastrarse y adularlo (algo similar a lo que hoy ocurre, desde diversas dependencias hacia Palacio Nacional) al decirle que su vida era inmejorable, produjo la ira del tirano, quien le pidió se sentara en el trono. Lo cumplió y cuando aquel elevó la mirada observó que sobre su cabeza pendía una espada sólo sostenida por un pelo de crin de caballo.

Hoy, no es un pelo el que sostiene la espada, sino un virus-mapache contra el cual no hay campañas que valgan, al afectar, previo al proceso electoral mexicano, a las principales generaciones a que pertenecen los fallecidos por Covid-19 en México: Generación Silenciosa (nacidos 1926-1945); Baby Bloomers (1946-1960); y parte de la Generación X (1961-1981).

La reducción en la votación de junio próximo, pues, será importante comparada con las ocurridas en otras elecciones.

No todo está escrito y menos ahora, cuando al corte del 2 de abril pasado había registrados ante el INE 93,983,599 ciudadanos, quienes potencialmente podrían acudir a las urnas para votar a nivel federal por 300 diputaciones de mayoría relativa y 200 de representación proporcional, así como 15 gubernaturas (las dos Baja Californias), Campeche, Chihuahua, Colima, Guerrero, Michoacán, Nayarit, Nuevo León, Querétaro, San Luís Potosí, Sinaloa, Sonora, Tlaxcala y Zacatecas) 30 congresos locales, es decir 1,063 diputaciones; además de 1,926 ayuntamientos, regidurías, sindicaturas y juntas municipales.

Son miles los cargos que están en juego. Para ello los electores podrán acudir a las más de 163 mil casillas que estarán instaladas en las entidades de la República.

En esta elección, por cierto, intervendrán 10 partidos federales (3 son nuevos: Encuentro Social, Redes Sociales Progresistas y Fuerza por México), Movimiento Ciudadano, además de los actualmente aliados en 279 de los 300 Distritos electorales, PRI-PAN-PRD; y de Morena-PT-PVEM en 183 distritos.

En los comicios locales la participación de partidos estatales es nutrida, con aproximadamente 30 en acción, no sólo donde habrá contienda para gobernadores (15), sino en aquellos para determinar los congresos locales y las alcaldías.

Pero…

LOS ABSTENCIONISTAS DE SIEMPRE NO ACUDIRÁN

Pero, habrá quienes files a su tradición no acudirán a votar. Sí, la historia electoral en México ha estado plagada de restas. En esta ocasión no será la excepción porque también mermaremos la cifra de los abstencionistas por costumbre que son aquellos a los cuales la identificación les sirve para comprobar su identidad, pero no para cumplir con su deber cívico de acudir a las urnas para decidir por aquellos que pueden ser los mejores representantes de los mexicanos en el Congreso Federal (diputados) y los congresos locales, así como presidentes municipales, síndicos, regidores y gobernadores.

Se ha dicho, de acuerdo a Irving Mikhail Soto Zazueta, doctor en ciencias económicas-administrativas por la Universidad de Guadalajara y Willy W. Cortez, doctor en economía por la Universidad de Notre Dame, Indiana, que diversos estudios han documentado en México la relativamente baja participación electoral, señalan que no es la misma entre los diferentes tipos de elecciones.

Así, la tasa de participación en las cuatro últimas presidenciales (incluyendo la de 2012 y sin tomar en cuenta la de 2018) ha sido en promedio de 64.4%, mientras que la tasa de participación también promedio en las cuatro últimas elecciones intermedias ha sido de 51.9 por ciento. ¿Y ahora? Ya lo veremos.

A nivel municipal, la tasa de participación electoral promedio es también baja, 52.2%, aun cuando existe una mayor variabilidad en las tasas de tomar parte entre los diferentes municipios.

El asunto es que hoy algo que será fundamental en la suma o resta de la participación será la exhibición actual del sometimiento de la toga y el birrete a los designios del mañanero de Palacio, mientras está presente desde ahora el retorno del vapor con los migrantes electorales, que hoy tratan de regresar a su redil.

En ese clima, la ira se palpa y la manipulación no se esconde. Sí el maniqueísmo ha tomado las riendas de la nación a conveniencia, ajeno a leyes, normas y derecho. El pudor político quedó en el pasado y sólo asoman la desvergüenza y el ridículo.

Y debido a que sucede lo que se creía imposible hay presuntos delincuentes (inclusive integrantes del crimen organizado) que aspiran a cargos de elección popular, adjuntadas, desde luego, las gubernaturas. Lo peor es que son arropados por la dictadura en ciernes. No, el pudor político se fue por la alcantarilla junto con las normas.

Pero no somos ajenos, lo fuimos cultivando…

Desde 2003, también, en los estudios mencionados se identificó que el electorado con mayor abstencionismo correspondía a las edades de los 19 y hasta los 34 años, mientras que los más participativos se ubicaban en los grupos de 55 a 59 y 60 a 64. A partir del grupo de edad de 50 a 54 años la participación masculina superaba a la femenina.

De acuerdo con los datos del International Institute for Democracy and Electoral Assistance, el abstencionismo representa una forma de manifestar el desencanto con el desempeño de la democracia y la poca confianza en los partidos políticos cuando los electores no se sienten representados por los candidatos.

Además, “…el abstencionismo genera un comportamiento caracterizado por la apatía, el cual deja la participación política real a una minoría activa (ha dicho José Antonio Crespo)” y otros investigadores sostienen que el abstencionismo puede convertirse en un verdadero desafío para el sistema de representación partidista y, por ende, es susceptible de convertirse en una amenaza para la estabilidad política del país, si rebasa ciertos límites aceptables.

RESULTADOS ELECTORALES Y GOBERNABILIDAD DEL PAIS

Afirman los estudiosos que según el Instituto de Ciencias Sociales y Administración (2009), los resultados de las elecciones están estrechamente relacionados con la gobernabilidad de un país, la capacidad de sus élites para establecer consensos en torno a la integración del gobierno y la definición de sus políticas.

En el INE hay un cúmulo de estudios en materia de abstencionismo. Por ejemplo, en uno de ellos se expone que los resultados obtenidos indicaron que el promedio de la participación ciudadana en las elecciones federales de 2009 fue alrededor de 44%, el electorado con mayor abstencionismo correspondió de nueva cuenta a los grupos de edad de 19 a 34 años y los más participativos se ubicaron en los grupos de 60 y hasta 69. Se mantuvo la tendencia de mayor participación del sector femenino en relación al masculino (47.3% contra 40.5%), así como que en las secciones no urbanas participaron más que en las urbanas, en ambos casos destacando las mujeres (49.7% y 45.9%) en relación a los hombres (42.5% y 39.4%).

Con relación al trabajo censal, a cargo de la DECEYEC, los resultados permitieron confirmar las tendencias mostradas en el de tipo muestral, verificando el nivel de participación ciudadana en los distintos niveles de análisis. Entre ellos, destacando la mayor presencia femenina de votantes respecto de la masculina, así como de los grupos de edad con mayor y menor participación.

Para el PEF 2011-2012, la elaboración exclusiva del estudio censal sobre la participación ciudadana a cargo de la DECEYEC, señala que de acuerdo con los resultados obtenidos, la participación ciudadana ascendió a 62.08% considerablemente más alta que en las elecciones intermedias de 2003 y 2009. Puso en evidencia el incremento en la presencia femenina de votantes respecto de la masculina (66.08% contra 57.77%).

Asimismo, la participación por rangos de edad mostró niveles más altos, aunque con el patrón de comportamiento similar a los años previos; permanecieron como más participativos los grupos de 60 a 69 (74%) y como menos los de 20 a 39 años (entre 53 y 58%). También confirmó la tendencia de mayor participación en las secciones rurales que en las urbanas (64.18% contra 61.66%) de forma consistente con el patrón mostrado en los años anteriores.

Los datos del estudio muestral revelaron que la participación de 2015 ascendió a 47.9%, cuyo resultado permitió inferir un comportamiento creciente sostenido respecto de las elecciones intermedias de los años 2003 y 2009.

COMPORTAMIENTO EN ZONAS URBANAS Y RURALES

Además, en el proceso electoral 17-18 los hombres que habitan en zonas no urbanas tuvieron una participación mayor para las edades de 35-39 hasta 55-59 años, aunque para los de edades mayores las diferencias entre urbano y no urbano se redujeron considerablemente. Así mismo se registra que el grupo de menor participación es el de los 85 o más años.

Por otra parte, conociendo que las mujeres participan más que los hombres, sería de esperarse que ocurriera lo mismo si se desglosa la información por sexo y tipo de sección. Tanto en secciones urbanas como en las no urbanas fueron las mujeres quienes acudieron en mayor proporción a las urnas frente a los varones. Esto mismo ocurre tanto en 2012 como en 2018, por lo que nuevamente se encuentra un comportamiento diferenciado que permanece a través del tiempo.

Y ojo, en 2018 se encontró que los hombres de las secciones no urbanas participaron en mayor proporción frente a los que habitan en secciones urbanas con casi medio porcentual de diferencia. De manera similar las mujeres de contextos no urbanos votaron más que aquellas que se ubican en secciones urbanas, marcando una diferencia de 2.4 puntos porcentuales.

Como se observa, señalan esos estudios, la participación de las mujeres es superior a la de los hombres en los grupos de edad de 18 hasta el rango de 60-64 años. La brecha más amplia se observa en los grupos de edad que van desde los 25 y hasta los 44 años con alrededor de 12 puntos porcentuales de diferencia; posteriormente, se reduce notablemente hasta cerrarse en el grupo de 65-69 años.

A partir del grupo 70-74 y subsecuentes, se revierte la tendencia para dar lugar a una mayor participación de los hombres, no obstante, la diferencia no es tan amplia como la que muestran las mujeres. Comparando con las diferencias registradas en las elecciones federales del año 2012, prácticamente no se observan variaciones en 2018.

La participación de las mujeres se muestra superior a la de los hombres desde los 18 y hasta los 64 años, levemente más pronunciada en los grupos de 55-59 y 60-64 en 2018. En el grupo de edad de 65-69 la diferencia es prácticamente la misma entre ambos sexos, mientras en los grupos de edades avanzadas se nota una leve disminución de la participación masculina respecto de la mostrada en 2012.

En general las elecciones intermedias de 2003, 2009 y 2015 muestran una forma estructural similar, con ligeras variaciones tendientes a una mayor participación particularmente notoria en 2015 y en los grupos de edad de 65 años en adelante, pero sin llegar a los niveles logrados en los años 2012 y 2018.

No obstante, resulta evidente que independientemente del mayor o menor grado de participación que se registran entre elecciones presidenciales e intermedias, las tendencias de votación de cada uno de los grupos de edad no muestran variaciones significativas. Así, por ejemplo, en todos los periodos se identifica que la población de 19 y hasta 34 años y de 80 o más representan los grupos menos participativos.

Hoy, con una pandemia que asola al país no se duda de la enorme contribución con muertos y contagiados al tradicional abstencionismo en México.

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