A Ritmo de Blues: Melancolía, Dulzura y Pasión

La Tiendita de los Horrores

Por Gerardo Gil

En La madre del blues (George C. Wolfe,2021) hay un discurso de justicia social que pondera la igualdad pero que de manera inteligente elude la corrección política. Porque el filme protagonizado por Viola Davis quien tiene senda nominación al Oscar por este papel en la categoría de Mejor actriz, los personajes so de una luminosidad discreta, y una rugosidad palpable.

Una sesión de grabación en el Chicago de los veinte, del siglo pasado claro, de Ma’ Rainey, – interpretada por la Davis- sirve para ventilar los problemas de tensión racial que padecen los músicos de la mujer que es un ícono del blues. El filme, está basado en una obra de teatro de August Wilson, escrita en 1982, así es que, los diálogos entre los personajes construyen la trama de modo que exigen la atención del espectador.

A pesar de su extracción teatral, la película juega con una buena puesta cinematográfica con ritmo y forma. No es teatro filmado. Un ambiente depresivo y asfixiante, donde destaca la dirección de arte, forma parte del universo que envuelve en sus ambiciones y renuncias a los personajes.

Los músicos de La madre del blues, yacen confinados en un cuarto sin ventilación, mientras esperan la llegada de su líder para iniciar la sesión de grabación. En el grupo, destaca el rebelde Leeve (interpretado por el recién desaparecido Chadwick Boseman, nominado al Oscar como Mejor actor y sí no gana invito boletos de cine a todos) quien cuestiona todas y cada una de las decisiones que se toman en el día. Músico con ambiciones, critica la pasividad y resignación de sus compañeros, en especial la de Cuttler (Colman Domingo), con quien mantiene duros enfrentamientos.

Leeve es la contraparte de Rainey, más abierto y preocupado por su entorno, el destino y el talento como dramaturgo de Wilson, lo enfrentaran a un destino paradójico que harán que no termine de estrenar unos zapatos recién comprados.

La película destaca por el equilibrio, a veces demasiado real, que imprime a sus personajes. Víctimas orgullosas, son demasiado reales para aparecer como seres luminosos del género clásico, el del racismo, que de forma general trabaja con la complacencia y complicidad del público.

Los personajes de La madre del blues, están construidos de forma madura y por la tanto son imperfectos. Los diálogos desnudan a hombres y mujeres con contradicciones en medio de un ambiente de injusticia, como se dice ahora, normalizada.

Tal vez la película no tenga la corrección a la que acostumbra a su público Netflix, la plataforma donde se puede ver, pero la madurez de la propuesta y la intensidad de los diálogos atrapa al espectador no concesivo y sí más adulto. Rainey es una mezquina con causa que exige lealtad y abyección, después de un camino de sufrimiento para alcanzar el éxito. Leeve, no modera sus ambiciones y ego, y su destino estará trazado, cual ritmo de blues, intenso, melancólico y dulcemente trágico.

 

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