Un año Sólo de Pérdidas y Tres Meses de Cierto Arrepentimiento

Tema Principal

*La Historia del Coronavirus Contada Desde el Imperio de la Mentira

*Sin Elementos Sanitarios y Lanzados al Precipicio a la Buena de Dios

*Y la Crisis Sanitaria, Acompañada de la Económica  Atrapó a México

*Mientras, el Covid-19 a Campo Abierto, Tenía Todo a Favor Para Crecer

*Lentitud de la Cofepris Para Autorizar Vacunas y las Consecuencias

Por Gerardo Lavalle

A 106 días de iniciada la vacunación contra el Covid-19, sin estrategia y personal capacitado, la operación, hasta ahora, ha sido fallida

Es una historia contada desde Palacio Nacional, en donde al principio de la pandemia que ya había golpeado a tres docenas de países alrededor del mundo, fue desdeñada y comparada como una “gripita”.

Una historia llena y rellena de optimismo injustificado y sobre la que en mayo pasado se afirmó que de llegar a 60 mil muertos “sería una tragedia” (dixit: Hugo López-Gatell).

Anuncios espectaculares sobre la compra de vacunas y festejos porque en diciembre llegaron al país 4 mil 500 dosis. La recepción fue con bombo y platillo aderezada con la frase “es el inicio del final de la pandemia”.

México, decía el titular de Exteriores, Marcelo Ebrard, ha contactado a diversas farmacéuticas y ha comprado millones de vacunas. El resumen de las mismas generó esperanza: 223 millones de inmunizantes.

Sin embargo, los envíos del antígeno se redujeron y en febrero se suspendieron. Comenzó la búsqueda de disculpas y surgieron las exigencias. A la ONU y la OMS se les reclamó que el mecanismo conocido como COVAX no estuviera operando correctamente. Brotaron las propuestas de entregar vacunas a los países más pobres. Hubo eco en la Organización Mundial de la Salud. Su director, Tedros Adhanom Ghebreyesu, llamó a los países que acapararon la producción -10 fueron los señalados sin mencionarlos por sus nombres- a actuar con equidad. Nada se resolvió.

Estados Unidos, ya con el nuevo gobierno instalado en la Casa Blanca, aceleró la vacunación a ritmo de un millón cada 24 horas. En México, a 106 días se han aplicado 9 millones.

COMO CUENTO DE HADAS

Asumido que la pandemia era más que una “gripita” y que abrazarse e ir a la fondita a comer no eran las medidas adecuadas, se iniciaron las mañaneras y nocturnas conferencias de prensa encabezadas por Hugo López-Gatell, convertido por la decisión presidencial en el “mejor funcionario del mundo en la materia”, y en las que se minimizaban los efectos del coronavirus más tarde bautizado como Covid-19 y se anunciaba que “la curva se está aplanando”. El vocero sanitario daba la buena nueva: “el 10 de mayo habrá festejo”. Los optimistas pronósticos jamás se hicieron realidad.

Como en un cuento de hadas, el doctor López-Gatell, advertía que todo pasaría en semanas y que el cubrebocas no tenía ninguna utilidad. Los científicos, los estudiosos, opinaban lo contrario y lo consideraban como la mejor herramienta para no ser contagiado y evitar contagiar.

Vinieron las medidas: sana distancia, lavarse las manos varias veces al día, no asistir a reuniones, guardarse si no había necesidad de abandonar el hogar.

Eran los últimos días de marzo ¡de hace un año! cuando comenzó a sentirse la crisis sanitaria acompañada de la económica. Orden de cerrar todas las empresas, industrias y compañías de servicios no esenciales. El país entró prácticamente en paro. Se suspendieron las clases.

Los bancos cambiaron sus horarios. Los centros comerciales estaban cerrados. En las calles, la circulación de autos aminoró notablemente. Los cinéfilos se quedaron sin ver sus blockbusteres. Los amantes de los buenos restaurantes tuvieron que aprender a comer en sus casas. Sin gimnasios abiertos, millones de personas que se mantenían aisladas por “voluntad propia”, perdieron la línea. La ropa apretaba.

Las víctimas saturaron los hospitales. La política de “camas libres” ocasionó la muerte de miles de contagiados. El personal médico del sector salud, reclamaban uniformes, caretas, guantes, cubrebocas. Nadie lo escuchaba.

Comenzaron las protestas de manera pública. Cierre de calles, marchas hacia Palacio Nacional. La presión subió. Marcelo Ebrard, responsable de las compras para quienes se encontraban en la primera línea de combate al Covid-19, apresuró las adquisiciones. Recurrió a China, país al que se le habían vendido en noviembre de 2019 insumos, los mismos que ahora reclamaban los profesionales de salud, y encontró respaldo. Llegaron 232 aviones con artículos necesarios. Pero no los entregaron a quienes los exigían.

Seguían, empero, las conferencias que se aderezaban con láminas de cómo estaba el mundo. Y siempre la conclusión fue: hemos actuado mejor que muchos países.

Cuando la crisis sanitaria estaba en su pico -nunca ha descendido según los especialistas en epidemiología-, el magnate mexicano, Carlos Slim anunció una inversión de 100 millones de dólares para producir, en sociedad con la Universidad de Oxford y Pfizer 15 millones de vacunas.

(El presidente López y su vocero sanitario, además del casi invisible secretario de Salud, se referían a Francia, Italia, Alemania, España, Reino Unido, Estados Unidos, principalmente, y sostenían que a ellos les iba peor. Una defensa sin sustento. La pandemia se extendía por todo el país y sin una estrategia para contenerla).

EL SIGUIENTE CAPÍTULO: LA COMPRA DE VACUNAS

Ante el avance de contagios y el elevado número de fallecimientos, las poderosas farmacéuticas globales: BioNTech-Pfizer, Astra, Johnson&Johnson, Moderna, AstraZeneca, Grupo Farmacéutico Nacional de China, la biofarmacéutica Sinovac, Bharat Biotech International, Sputnik V, entre otras, iniciaron las investigaciones para encontrar la vacuna que frenara el desarrollo del coronavirus.

Todas aceleraron el paso. No fue sino hasta mediados de octubre cuando se lograron resultados positivos en algunas de ellas. Seguía el paso vital: obtener los permisos de las autoridades sanitarias de Europa, Estados Unidos, América Latina, Asia, África y Oceanía. Largo transitar.

En México, la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (COFEPRIS), realizaba los estudios con exasperante lentitud. Finalmente se autorizó en primera instancia la vacuna producida por BioNTech-Pfizer y posteriormente la Sinovac, AstraZeneca, CanSino; Moderna y Johnson&Johnson no llegará a México.

Durante semanas se informó que México ya tenía reservados 223 millones de dosis para inocular a 70 millones de personas, número estimado para considerar controlada la pandemia. Los nombres de las farmacéuticas se hicieron familiares a tanto repetirlas.

Con los números anunciados, habría una reserva de cerca de 73 millones de dosis, toda vez que se utilizarían solamente 150 millones de vacunas.

Las palabras fluían desde las gargantas de Ebrard, Alcocer, López-Gatell y del mismo presidente López y en todas se concretaba: estamos avanzando.

Para la compra de las vacunas se hizo oficial el anuncio de que el país contaba con 35 mil millones de pesos -unos mil 550 millones de dólares- por lo que, los recursos estaban disponibles. Se precisaba en octubre que el país había dado adelantos a 18 fabricantes de vacunas, cuyos nombres quedaron en reserva.

LA PANDEMIA PASÓ A SEGUNDO TÉRMINO

Al tiempo que se retrasaban las fases que permiten saber si las vacunas son efectivas sin dañar los organismos humanos, en Palacio Nacional descendió la información de la pandemia a pesar del incremento de muertos y contagiados. Pasó a segundo término.

Para el presidente el tema fundamental, eran y son, las elecciones de junio. Inició campaña contra el Instituto Nacional Electoral, se enfrentó a los gobernadores, cerró las puertas de Palacio Nacional al diálogo con los empresarios, descalificó los reclamos de los grupos feministas, acusó a los partidos de oposición de actuar para golpear a su gobierno y mantuvo la queja favorita: soy el presidente más atacado por los medios después de Madero.

En su segundo informe de Gobierno, resaltó sus obras emblemáticas: Tren Maya, Aeropuerto Felipe Ángeles y Refinería Dos Bocas. Festejó que comenzaran a recuperar empleos y desestimo los pronósticos sobre la economía, a la que calificó, de “estar requetebién”.

De las vacunas, nada. Ya no se hablaba más del tema.

Hasta noviembre, resurgió. No porque ya estuvieran en México sino porque la “tragedia” se había consumado. Los datos oficiales revelaron que 105 mil 940 decesos y un millón 113 mil 543 contagiados.

Ahí no paró el asunto. Las fiestas decembrinas hicieron que la pandemia se acelerara y los fallecimientos y contagios aumentaron exponencialmente.

Sería el 23 de diciembre, como regalo navideño, que arribaron las primeras vacunas. El lote apenas si completó 3 mil dosis.

Ese día, en el aeropuerto Internacional Benito Juárez, el avión de DHL se posó en el antiguo hangar presidencial y ahí descargó su valioso cargamento. A recibirlo acudieron Marcelo Ebrard, Jorge Alcocer, Hugo López-Gatell y Martha Delgado.

Ante las críticas por el reducido número de vacunas, Ebrard informó que, con este lote de Pfizer, México se convierte en uno de los 10 primeros países en el mundo en recibir las vacunas, las cuales serán de aplicación universal y gratuita. En este primer lote se enviaron 3,000 dosis, con las cuales se probará el protocolo que se ideó para su almacenamiento distribución y aplicación. La siguiente entrega de Pfizer a México será de 50,000 dosis.

Triunfalista, quizá porque la Navidad esperaba ansiosa su presencia, el canciller expresó: “es cierto que estamos todavía frente a una pandemia tremenda, la peor que hemos vivido, pero hoy es el principio del fin. Hoy podemos ver claramente que vamos a derrotar a esos virus”.

En Palacio Nacional el festejo era en grande. El presidente ordenó la transmisión en directo para que todos los reporteros conocieran la información.

LOS TROPIEZOS EN LA VACUNACIÓN

Ebrard anunció que las primeras dosis serían para el personal médico de primera línea. Sin embargo, a 106 días de iniciada la vacunación más de la mitad, estimad en 450 mil personas, no han recibido la segunda dosis. Y quienes laboran en hospitales privados rechazan la versión de que todos han recibido, cuando menos, la primera aplicación.

Después, lo informó el presidente López, serían inmunizados todos los adultos mayores. Según el INEGI y con datos del Censo de 2020, en el país residen 15.4 millones de personas de 60 años o más, de las cuales 1.7 millones viven solas.

Y otro triunfalista, el secretario de Hacienda, Arturo Herrera, afirmó que la semana pasada se terminaría de vacunar a todos los adultos mayores.

El pelo en la sopa: En total, México había recibido 14 millones 675 mil 920 vacunas contra COVID-19 de cinco farmacéuticas distintas (al 4 de abril de 2021).

Y se han aplicado 9 millones 36 mil 053 dosis, esto a tres meses de iniciar la campaña de inmunización nacional (misma fecha).

El dato oficial: en el país se han vacunado 6 millones 684 mil 255 adultos mayores con al menos una dosis, mientras que 432 mil ya completaron el esquema para concluir con su proceso de inmunidad. Es decir, falta de aplicar una y dos dosis a cuando menos 9 millones de adultos mayores.

COLOFÓN

La semana pasada se descubrió que personal del IMSS, Siervos de la Nación, de Salud, que aplican las dosis a los adultos mayores, engañaban a los asistentes y no inyectaban el antígeno. Esto provocó la irritación presidencial y montado en cólera el presidente López formuló la hipótesis de que se trató de un montaje. Algo virtualmente imposible porque en los módulos está el personal autorizado y solamente enfermeras profesionales realizan las aplicaciones.

Ante la falta de temas electorales, que le están prohibidos, el Jefe del Ejecutivo federal toma el asunto como otros muchos: quieren hacerle daño a su gobierno.

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