La Abyección Reina en las Mañaneras de Palacio

A la Vuelta de la Esquina

Por Iván Ruiz Flores

En México, la abyección tiene su casa, alquilada desde luego, en Lieja 7 colonia Juárez, alcaldía Cuauhtémoc. Efectivamente es la Secretaría de Salud federal donde el servilismo reside en voz del inquilino en turno, quien hincado ante el egocentrista número uno del país, dice barbaridades. ¡Don Jorge, qué vergüenza! ¡De pena ajena!

Y sí no lo cree, sólo hay que preguntar a aquellos trabajadores que no comulgan con el hecho de que un titular de la dependencia viva arrastrándose ante el poder de poderes mexicano, mienta y quede en ridículo para mantenerse en el efímero cargo.

Tal cual señalara Julia Kristeva en “Poderes del Horror”, sobre la Abyección:

“Un cierto “yo” (moi) que se ha fundido con su amo. Un súper-yo, lo ha desalojado resueltamente. Esta afuera, fuera del conjunto cuyas reglas del juego parece no reconocer. Sin embargo, lo abyecto no cesa, desde el exilio, de desafiar al amo. Sin avisar (le), solicita una descarga, una convulsión, un grito. A cada yo (moi) su objeto, a “cada superyó, su abyecto. No es la capa blanca o del aburrimiento quieto de la represión, no son las versiones y conversiones del deseo que tironean los cuerpos, las noches, los discursos. Sino un sufrimiento brutal del que “yo” se acomoda, sublime y devastado, ya que “yo” lo vierte sobre el padre (padre versión): yo lo soporta ya que imagina que tal es el deseo del otro. Surgimiento masivo y abrupto de una extrañeza que, si bien pudo serme familiar en una vida opaca y olvidada, me hostiga ahora como radicalmente separada,’ repugnante. No yo. No eso. Pero tampoco nada. Un “algo” que no reconozco como cosa. Un peso de no-sentido que no tiene nada de insignificante y que me aplasta. En el linde de la inexistencia y de la alucinación, de una realidad que, si la reconozco, me aniquila. Lo abyecto y la abyección son aquí mis barreras. Esbozos de mi cultura”.

Sí don Jorge, de pena ajena exhibir ciertas debilidades y repartirlas a lo largo y ancho de la República, desde el escenario principal sexenal: la sede de la Presidencia de la República. Sí, un Palacio donde cabe sólo uno y los demás son música de acompañamiento mañanero; un lugar donde la obligación es agachar la cabeza y rendir pleitesía, para lo cual hay quienes se pintan solos.

Decir que, a López Obrador, la inmunidad “se la regaló la población” en sus giras por la República, es tanto como colocarlo en el centro de la jefatura del rebaño en materia de inmunidad, al tiempo de estar disfrazando los graves problemas con la escasa vacunación y las muertes que , indudablemente ocurrirán hasta que no se vacune a la mayoría de la población.

Porque como indican los expertos:

“La inmunidad de grupo existe en aquellas infecciones en las cuales existe un huésped único, la transmisión principal es persona a persona y se induce inmunidad específica sólida y duradera en las personas que la presentan. Esta inmunidad necesita teóricamente de una mezcla aleatoria de la población y se potencia al vacunar a los grupos de mayor transmisión, especialmente a los niños. Estas condiciones son aplicables a muchas de las infecciones de la infancia incluidas en el programa de vacunaciones sistemáticas, así como a la gripe”.

La explicación de Alcocer en defensa de la credibilidad para el Presidente fue de lágrima:

“Algunos dudaron y decían que no había tenido la enfermedad. Sí la tuvo y si no hubiera sido por su formación individual su capacidad de respuesta inmunológica, rápida y buena, que no fue gratuita, no la compró, se la regaló la población cuando los visitó durante no sé cuántas veces…”

Aseguran algunos psicoanalistas que el concepto de la abyección se describe mejor como el proceso mediante el cual, se separa el propio sentido de sí mismo de lo que, pone en peligro inmediato el propio sentido de la vida.

“La abyección impide la realización absoluta de la existencia, completando el curso de los ciclos biológicos, sociales, físicas y espirituales. La mejor representación de este concepto se puede imaginar como una reacción de a contemplar un cadáver humano, o cadáver, como un recordatorio directo de la inevitabilidad de la muerte…”

Y cuáles son los antónimos de la mencionada palabra. Jacques-Alain Miller dice:

“La dignidad. El honor. Pero el honor solo se sostiene en el significante, que lo conduce al ideal. Y es eso lo que obligó a Freud a prolongar su teoría de las pulsiones con el cortocircuito de la sublimación, con el circuito que sigue el goce, en su fondo abyecto, para alcanzar a las realizaciones más conmovedoras de lo Bello, de lo Bueno y del Bien. Cuando decimos que el objeto a minúscula es un deshecho, lo calificamos, de hecho, de abyecto, objeto de aversión, de asco y de repulsión, quien al mismo tiempo constituye el plus de gozar”.

Disfrute mientras pueda don Jorge.

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