El Fantasma Fiscal Ronda ya Palacio Nacional

*Desde 2019, el Gobierno Federal ha Dado Muestras de Criminal Subejercicio

*Consecuencia: no Generación de Empleos, de Ingresos y de Consumo

*También de Impuestos Federales, Ahorros, Paralizando la Economía

*Y se Regala Dinero: Maíz Para los Electores del Partido en el Poder

Por Alfredo Mejía Montoya

Las contribuciones cumplen objetivos en la vida nacional, materializados en los presupuestos anuales, y deben ser gastados con disciplina. Sin embargo, en menos de treinta meses de la presente administración llegamos a estadios probables de déficits presupuestarios.

Ya son dos ejercicios fiscales completos, en los que las leyes tributarias no han sido modificadas sustantivamente, no han tenido un análisis acorde a la dinámica social, a los imponderables de la pandemia del Covid-19, al gasto excesivo, a la certidumbre económica, a la financiera y por supuesto a la presupuestal. Esto es, la LXIV Legislatura del Congreso de la Unión con toda seguridad pasará a la Historia como una legislatura que no modificó ninguna ley tributaria, no precisamente para aumentar las contribuciones, sino para optimizar las mismas y ponerlas acorde a las circunstancias que vive el país.

Toda legislatura dentro de sus funciones tiene la tarea de proponer iniciativas para optimizar las normas en diversas áreas que impliquen beneficios para la sociedad, y da la casualidad que esta Legislatura sí ha aprobado algunas leyes, modificado o reformado otras, pero no analizado diversas iniciativas de leyes, ya sean propias, de la sociedad o del titular del ejecutivo; a estas últimas es a las que le han dedicado menos tiempo, vaya ni las estudian, las pasan tal cual vienen, tal cual las proponen, hasta parece que el legislativo está en Palacio Nacional y no en San Lázaro o en Reforma de la CDMX.

Existen diversas leyes que debieron haberse modificado o reformado de acuerdo a las pésimas condiciones económicas que han llevado al país, desde las malas decisiones del Ejecutivo federal, en un afán de centralizar todas las decisiones de todos los temas y de todas las secretarias de estado, y ello ha llevado al caos administrativo del gobierno federal; y los congresistas solo alzan la mano para votar sin realizar el más mínimo análisis a las leyes que crean, reforman, adicionan o derogan, como sucedió con la Ley de la Industria Eléctrica que, sin el más mínimo cambio, la aprobaron, sabiendo que la Constitución como Ley Suprema no permite que ninguna ley secundaria vaya más allá de lo que la misma establece o esté en contra de ella. Y ahora, dicha ley está controvertida por los particulares que consideraron les causó perjuicio, habiéndose dictado ya suspensiones definitivas en la mayoría de las controversias, dejando sin efectos temporalmente dicha ley.

Consideramos que esta legislatura carece de los mínimos conocimientos de lo que es una política fiscal en sus dos vertientes el gasto público y los impuestos cuyo principal objetivo es asegurar la estabilidad financiera del Estado. Esto es, estimular el crecimiento de la economía y protegerla ante las posibles fluctuaciones de los ciclos económicos negativos, de una mala administración presupuestal o de la Pandemia como sucedió a partir del 2020, y continua en 2021… A fin de que hubiere equilibrio en la economía y que la oferta agregada (la producción) coincida con su demanda agregada (consumo de bienes y servicios por parte del estado).

De ello, hubieran sabido que la política fiscal se reclasifica en política fiscal expansiva y política fiscal restrictiva. Y si supieran utilizar estas herramientas, sabrían que la primera tiende a estimular el crecimiento económico y crear empleo, a través de una disminución de los impuestos y un aumento del gasto público, generando disposiciones que beneficien a los principales sectores que confluyen en ese objetivo, como el tema de la construcción, con la que se abren grandes espacios para las cadenas de valor, en el efecto multiplicador de esos objetivos; la segunda, la que genera un superávit en los Presupuestos del Estado, esto es, en que el gasto público es inferior a los ingresos fiscales, lo que se le denomina un subejercicio del presupuesto.

En ese orden, el Congreso iniciado ya su tercer año legislativo, ha dejado de considerar estas herramientas, con los consabidos efectos negativos en la recaudación federal, que se acentúa con el escaso o nulo ejercicio del presupuesto del gobierno federal en infraestructura o de entidades privadas en obras de infraestructura para el bienestar, y desde el 2019, el gobierno federal ha dado muestras de un criminal subejercicio del presupuesto con la consecuencia de la no generación de empleos, y con ello de ingresos, de consumo, de impuestos federales, ahorros, paralizando la economía propiamente dicha.

Y así, sabrían que también existe la política fiscal y tributaria relativas al régimen tributario, al gasto público, al endeudamiento público, a las situaciones financieras de la economía y al manejo por parte de los organismos públicos, tanto centrales como paraestatales y en todo el ámbito nacional.

Y no, no hubo nada, simplemente se limitaron a ser simples observadores de cómo el ejecutivo federal distribuyó y redistribuyo el presupuesto que el Congreso de la Unión había aprobado para el ejercicio fiscal 2020, y que a partir del segundo trimestre, el presidente Andrés Manuel López Obrador, redujo el presupuesto disponible de las partidas de servicios generales y materiales y suministros en el Poder Ejecutivo Federal, es decir, de organismos descentralizados, órganos desconcentrados, empresas de participación estatal mayoritaria y fideicomisos públicos; la mayoría de las dependencias en un 75%, lo cual en materia de salud fue la causa del por qué no se atendió a la población como se debiera ante la pandemia del Virus SARS-CoV2, en la que el gasto de infraestructura, insumos, camas, medicinas, limpieza, sanitización, no existían ni había presupuesto para ejercerlo en la adquisición de todo ello, con la consabida desatención a los pacientes contagiados de dicho virus.

Una Legislatura perdida en la historia del país, aunque tienen la oportunidad de reinventarse, claro después de las elecciones y puedan entonces revertir los presupuestos a las dependencias federales señaladas y restringir la mayoría de los programas prioritarios a que se refiere el decreto del ejecutivo del 22 de abril del 2020, publicado en el Diario oficial de la Federación (DOF) al día siguiente.

El punto ahora es, que, con dos años con crecimiento negativo, con el cierre de fuentes de empleos ocasionada con el desaseo del presupuesto en 2019 y la pandemia en 2020 y sigue en 2021, la recaudación federal ha mermado, de donde saldrá el presupuesto para cubrir las pensiones a los adultos mayores que prometió el presidente el 21 de marzo, ¿de redistribuir el ingreso? y que quedará para otros programas. Sobre todo, si el presidente ha hecho uso a discreción de la reserva federal desde el 2019 sin crisis, los recursos del fondo de contingencia, de los fideicomisos y de diversos programas sociales que beneficiaban a la población trabajadora como el de las guarderías, el apoyo a mujeres, los comedores de niños de la calle, los dispendios que tiene con las Fuerzas Armadas, etc.

Que opciones tendrá el gobierno federal y la aún e histórica LXIV Legislatura del Congreso de la Unión, como representantes del pueblo, la que en dos años no le ha dado ninguna prerrogativa a la población y que cuenta hasta ahora con la mayoría efectiva para aprobar leyes que no benefician al pueblo, subirá los impuestos para el 2022, incrementará los precios públicos principalmente en los energéticos como la gasolinas y energía eléctrica o se contraerá mayor deuda pública.

Aunque se diga desde la tribuna de palacio nacional que no se ha endeudado al país, si lo han endeudado, disfrazando dicha deuda, pero los números no mienten. En 2020, la deuda de México representó el 52.4% del PIB, una cifra histórica, en 2019 el nivel fue de 45.1%. Tan solo en 2020 se incrementó 7.3% del PIB. Además, el costo de esta deuda o pago por intereses representó el 3% del PIB, el nivel más alto registrado desde el año 2000, llevándose una proporción del 11.4% del presupuesto de egresos en 2020, de por si no existe margen de maniobra, para el 2021 estaremos en niveles nunca vistos, si se sigue regalando el dinero público en los pseudo programas sociales para la población, que no son otra cosa que el maíz para los electores del partido en el poder… y el subsidio a millones de mexicanos con dinero público condena a otros millones a la pobreza extrema, al no establecer proyectos productivos que generen empleos y cadenas de valor.

a2m8m@yahoo.com.mx                                                                              Fredomm

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