Cuatro Guerras Ampararon en 22 Años al Programa Bracero: ¿Volverá?

Tema Principal

*Su Nacimiento y su Vida Vinculados a las Luchas  Estadounidenses

*Lo Estrenaron Ávila Camacho en México y Delano Roosevelt en EU

*Después Arribarían Otros Mexicanos a Construir Vías de Tren

*Cinco Millones, Pertenecientes a Cuatro Décadas se Fueron

*En 1998 Exigieron el Dinero que les Birlaron Banrural y del Ahorro

*El Fideicomiso Creado Apenas lo Desapareció AMLO

*Tras la Entrevista Biden-López sin Indicios de un Programa Similar

Por Nidia Marín

Nace durante una guerra, permanece durante dos más y muere durante otra. Vio su primera luz en plena Segunda Guerra Mundial, continuó durante la Guerra de Corea, siguió en plena Guerra Fría y recibió la extremaunción a mediados de la Guerra de Vietnam. Es el “Programa Bracero”.

Sí, ya habían atacado a Pearl Harbor y ocurrido los triunfos de Rommel en África, las escaramuzas y triunfos de la división panzer, así como la primera batalla del El Alamein. Sí, México ya se había declarado en Estado de Guerra contra los países del Eje en abril de 1942, cuando cuatro meses después, en agosto, Estados Unidos firmó el Programa de Mano de Obra Agrícola Mexicana que era el Acuerdo con su vecino del sur, es decir lo que sería conocido popularmente como Programa Bracero.

¿Este programa fue el disfraz para una leva? ¿Fue la urgencia del vecino de sustituir la ausente mano de obra estadounidense con mano de obra mexicana?

Tal vez. Tomando en cuenta que un mes antes (en enero de 1942) el general Lázaro Cárdenas, a la sazón secretario de la Defensa durante la presidencia de Manuel Ávila Camacho, había tomado posesión como titular de la Región Militar del Pacífico, todo indicaba que era posible el acuerdo que llegaría más tarde.

Sucedió durante el mandato en México del presidente Manuel Ávila Camacho (bajo la fuerte influencia en esa materia del general Cárdenas) y en el vecino del norte del demócrata Franklin D. Roosevelt, que se firmó el Mexican Farm Labor Program. El secretario de Relaciones Exteriores de nuestro país era Ezequiel Padilla Barraud y en Estados Unidos estaba como coordinador de Asuntos Interamericanos, Nelson Rockefeller.

Y en esos tiempos se declaraban las guerras y concluían, como la de Corea que se desata en 1950 y concluye en 1953 con la firma del armisticio entre Estados Unidos, China y Corea del Norte. También la Guerra Fría iniciada en 1953 y concluida en 1962, tras la Crisis de los Misiles Cubanos.

Y el Programa Bracero resistía. Durante 22 años funcionó, aunque con sus “asegunes”, conforme a los análisis de muchos estudiosos del tema. En ese lapso México tuvo cuatro presidentes. Además de Ávila Camacho, estuvieron sentados en la “Silla del Águila”, Miguel Alemán Valdés; Adolfo Ruíz Cortines y Adolfo López Mateos. Los secretarios de Relaciones Exteriores que estuvieron al pendiente del asunto fueron, con don Manuel: Ezequiel Padilla, Graco Perales McGregor y Francisco Castillo Nájera; con Alemán, Jaime Torres Bodet y Manuel Tello Barraud; con el primer Adolfo estuvo Luís Padilla Nervo y con el segundo, Manuel Tello Barraud y José Gorostiza Alcalá. Todos atendieron el programa.

En Estados Unidos, a su vez, fueron cuatro los mandatarios, además de Delano Roseveelt: Harry S. Truman, demócrata; Dwight Eisenhower, republicano; John F. Kennedy, demócrata y Lyndon B. Johnson, demócrata.

El programa llegó a su fin durante el mandato de Lyndon B. Johnson en Estados Unidos y de Adolfo López Mateos en México (1964), tras la calificación de un funcionario de Estados Unidos del Departamento del Trabajo, Lee G. Williams, como “una esclavitud legalizada”, una serie de problemas, pero sobre todo porque estaba en su apogeo la guerra de Vietnam iniciada en firme en 1964 y concluida hasta 1975.

Sí, a principios de 1964, el presidente de los Estados Unidos, Lyndon B. Johnson, dio su visto bueno para que Vietnam del Norte fuese bombardeado por las tropas norteamericanas. Este hecho marcó el inicio de la guerra de Vietnam.

México, a través del secretario de Relaciones Exteriores, Manuel Tello Barraud, se declaró neutral y de ahí que como consecuencia o como casualidad se dio fin al Programa Bracero.

ARRIBA NUEVO PERIODO PARA LA MIGRACIÓN

Y como señala el acucioso investigador Jorge Durand, de la Red Internacional de Migración y Desarrollo México (Redalyc, “El Programa Bracero (1942-1964). Un Balance Crítico Migración y Desarrollo”), en esas décadas hubo un cambio radical del patrón migratorio.

“La primera virtud del Programa Bracero fue acabar con el sistema de enganche. La contratación dejó de ser un negocio particular y pasó a depender de programas oficiales de carácter bilateral. Sólo en un par de ocasiones se optó por la contratación unilateral, pero incluso en este caso fue controlada oficialmente por el gobierno americano (García Téllez, 1955; de Alba, 1954; Casarrubias, 1956). El Programa Bracero inaugura un nuevo periodo en la historia de la migración México-Estados Unidos, transforma radicalmente el patrón migratorio que deja de ser familiar, de larga estancia y dudosa situación legal, para convertirse en un proceso legal, masculino, de origen rural y orientado hacia el trabajo agrícola”.

Y dio comienzo el peregrinar con permiso. Los  braceros pioneros empezaron a salir hacia el vecino país norteño. Muchos procedían de Oaxaca, el Estado de México, Puebla y Tlaxcala. En el Distrito Federal abordaban un autobús “Norte de Sonora” que cruzaba por la carretera federal México-Morelia del estado de Michoacán y llegaba hasta Tijuana. Los primeros en participar fueron campesinos del propio Michoacán, Jalisco, San Luis Potosí, Baja California y Sonora.

La pobreza y la necesidad de esos hombres era notoria cuando iban hacia el norte, enfundados en pantalones de dril, sombreros de palma y huaraches. Los beneficios recibidos también se exhibían al regreso, vestidos con pantalones de mezclilla, sombrero texano, botas vaqueras, cinturón de cuero con hebilla plateada y relojes.

En aquellos años, en un pueblo michoacano, donde la salida de habitantes hacia Estados Unidos había causado un decremento poblacional del 30 por ciento, tres adolescentes, una rubia y dos morenas, conversaban sentadas en la puerta de entrada de una casa. Chole, Tere y Chela contemplaron a lo lejos sobre la banqueta a un joven muy catrín, que pandeado caminaba con dificultad.

-Se parece a Jorge Negrete cuando se pone botas de charro, siento que se va a ir de boca-, dijo una.

-Pero este trae botas vaqueras- observó otra.

-También tienen tacón y los hombres no saben caminar con tacones- señaló la tercera.

-¿Vamos a preguntarle?

-Vamos

Y las tres se encaminaron hasta alcanzar a aquel reluciente muchacho.

-¿Es usted gringo?- preguntó una de las morenas.

-Oooh nou, estuve un tiempo allá, pero no soy de allá.

Ante la respuesta en semi inglés y en semi español aquella tercia corrió a esconderse detrás del zaguán para carcajearse a gusto. Habían conocido a un “pocho”.

En esos tiempos, se registraba de todo, pero algunos, sólo algunos braceros, regresaban en impresionantes Cadillacs y otros en camionetas. Y cuando nuevamente pisaban su pueblo, todos corrían a la cantina de “El Mocho” y la rockola soltaba las canciones… como El Ausente.

“Ya vine de donde andaba / se me concedió volver / a mi se me afiguraba / que no te volvería a ver/ pareces amapolita cortada al amanecer…”

“Estrellita reluciente / de la nube colorada / si tienes amor pendiente / puedes darle retirada / ya llegó el que andaba ausente / y ese no consiente nada”

Todo se transformó, en la música y en las costumbres, inclusive en los pueblos y en los campos, hasta donde arribaron varias de las técnicas de siembra utilizadas por los vecinos del norte.

En 1951 llegaría el Acuerdo Laboral Migrante fundamentalmente agrícola y, separadamente del primero, al que se denominó Programa Bracero Ferroviario, a través del cual los mexicanos construyeron y vigilaron las vías de los ferrocarriles en varios estados de la Unión Americana. En la actualidad esos trabajadores son reconocidos en la ceremonia del Día del Tren que celebran los estadounidenses cada 10 de mayo. En esta ocasión se festejará el aniversario 152.

Pasados los años los cálculos matemáticos señalan que participaron en ambos programas aproximadamente 5 millones de mexicanos, pertenecientes a generaciones nacidos en las décadas de 1920, 1930, 1940 y parte de 1950, muchos de los cuales reclaman desde 1998 se cumpla con el compromiso de que Estados Unidos reduciría 10 por ciento de los salarios para crear el Fondo de Ahorro Campesino y cuando retornaran a su patria se les entregaría. El gobierno estadounidense cumplió, pero el mexicano no.

GOBIERNOS PASAN Y NO HAY RECURSOS

Y la injusticia fue el pago para muchos de esos extrabajadores porque a partir del mandato de Vicente Fox y hasta la fecha la mayoría de los ex braceros (se desconoce cuántos están vivos) o sus familias no han recibido el dinero que les pertenece.

Efectivamente, porque en 1998, esto es 56 años después de que inició el programa y a 34 años de que concluyó, los trabajadores ex braceros, en situación de pobreza extrema, comenzaron a organizarse para reclamar los que es suyo.

En México y en Estados Unidos se constituyeron organizaciones para exigir al gobierno federal y a los bancos la devolución íntegra, inmediata e incondicional de sus fondos de ahorro (incluidos los intereses y las actualizaciones) que conforme a derecho corresponden por los 72 años que ya han transcurrido.

Dicho proceso de organización, concientización y movilización fue en ascenso, y alcanzó su clímax hacia 2003, 2004 y 2005. Inclusive en 2016 la titular del juzgado segundo de distrito en materia administrativa de la Ciudad de México, Mónica García Villegas (hija de la actual secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero) les otorgó el amparo para la devolución de recursos. Lo que sucedió es que el caso llegó a la Suprema Corte de Justicia.

Hoy, estos ex braceros siguen exigiendo se les reintegre su 10% del salario que percibieron mientras trabajaron en los Estados Unidos y, por ejemplo, la agrupación Frente Binacional de Braceros 1942-1967 exige el cumplimiento gubernamental al respecto y acusa las acciones fraudulentas con los fondos de los bancos de México, Banrural y del Ahorro Nacional.

Han pasado cuatro presidentes (Fox, Calderón, Peña Nieto y López Obrador) y no les pagan a todos, aunque a finales de 2012 fueron indemnizados con 38,000 pesos, cerca de 220,000 braceros o sus hijos y viudas, es decir sólo al 10 por ciento de los trabajadores, aunque aseguran los militantes del Fondo Binacional que les deben una cantidad incalculable.

Y DESAPARECIERON EL FIDEICOMISO

El actual mandatario, a su vez, contribuyó para poner piedras en el camino de esos demandantes al ordenar a los legisladores la desaparición del fideicomiso creado durante el gobierno de Vicente Fox para apoyar a los ex braceros. Ellos acataron con sumisión la orden dada por el inquilino (¿o rey?) desde Palacio Nacional.

Hoy, en la primera conversación del presidente Biden de Estados Unidos con el mandatario mexicano Andrés Manuel López Obrador, hablaron no del programa bracero dos, sino de la necesidad de colaborar para una migración ordenada, regular y segura, así como dar impulso a políticas migratorias de respeto para los migrantes.

Previamente había dicho:

“Vamos a tratar este asunto y es: A ver, ustedes van a necesitar para crecer, para producir, trabajadores mexicanos y centroamericanos, vamos mejor ordenando el flujo migratorio; legalizándolo, para dar garantía a los trabajadores, que no arriesguen su vida, que se protejan los derechos humanos.”

Además, había señalado que la economía estadounidense podría requerir de 600 mil a 800 mil trabajadores anuales, por lo que podría existir la vía legal mediante un acuerdo para personas mexicanas y centroamericanas que deseen trabajar en dicho país.

Por lo demás durante su mandato López Obrador no ha dicho ni pio de pagarles lo que le deben a los que aún quedan vivos o a sus hijos, aunque aseguran que la Secretaría de Gobernación tiene en su poder por lo menos 40,087 expedientes de igual número de ex braceros.

El investigador Durand, en su trabajo advirtió:

“Cualquier Programa de Trabajadores Temporales va a tener un sinnúmero de complicaciones y de costos. Va a confrontar miles de detractores en todos los bandos, va a generar gastos, corrupción, molestias y enfrentamientos. Pero si consideramos que se trata de un asunto obrero patronal, los conflictos son un elemento cotidiano en la lucha de clases y debemos acostumbrarnos a que sean considerados como algo normal en un mundo globalizado.

“De este modo los países pobres, con exceso de mano de obra, representan a sus emigrantes y los países ricos a los intereses de sus empresarios. Cualquier convenio que se firme en el futuro debe tomar en cuenta los aciertos y errores del pasado, concretamente del Programa Bracero y, por parte del país de origen debe partir de las conquistas logradas: negociación bilateral, legalidad, contrato de trabajo, selección de los trabajadores y comunidades involucradas. Por parte del país que acoge: selección de las actividades y los lugares de destino, salarios mínimos establecidos de acuerdo a regiones y pago similar a los trabajadores nativos por las tareas realizadas, seguro médico, seguro de desempleo durante el periodo del contrato, reembolso de los gastos de transporte, vivienda digna, derecho a la organización y a tener representantes. Finalmente, por parte de ambos gobiernos, supervisión y control oficial”.

Y otra gran verdad que señala Durand es:

“La historia de la migración México−Estados Unidos nos ha enseñado que, en el mercado de trabajo binacional, si no hay arreglo por la vía formal, el arreglo se da de facto”.

Otra enorme es también:

“Los contratos braceros estuvieron siempre enlodados y manchados por la corrupción de nivel alto, medio y bajo. Lo mismo sucede en la actualidad (en 2007) con las visas H2A y H2B para trabajadores temporales. Y el problema se agrava porque, además de la corrupción, campea la impunidad. Por su parte, en Estados Unidos, la marcada tendencia a la sobreexplotación de la mano de obra forma parte inexorable del modo de ser del empleador. El espíritu protestante del capitalismo estadounidense se expresa en la imposición de ritmos intensivos de trabajo, control de tiempos y movimientos, traslado de todos los costos posibles al trabajador (transporte, vivienda, seguros), así como la fijación del nivel salarial más bajo posible, hasta donde el bracero aguante”.

Hay que decir que, actualmente, la situación empeoró, porque los que tienen el sartén por el mango en México en materia migratoria son los integrantes del crimen organizado. Y no hay nada que nos diga que la situación cambiará.

Ciertamente, los polleros engañan, roban, abandonan y explotan a los migrantes e inclusive los matan. Lo grave es también que el crimen organizado controla a los polleros y de ahí que los asesinatos, sea de centroamericanos o de mexicanos que pretenden cruzar la frontera con Estados Unidos se haya disparado desde el 2019 hasta la fecha.

Y no hay nada que diga que la situación será distinta.

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