“La Llorona”

Del Cine y las Leyes

¿Dónde Está la Justicia?

Por Horacio Armando Hernández Orozco

“La Llorona”, película guatemalteca dirigida por Jayro Bustamante; inspirada en la leyenda de La Llorona y en el genocidio que ocurrió en Guatemala entre 1981 y 1983; protagonizada por María Mercedes Coroy (Alma), Sabrina De La Hoz (Natalia), Margarita Kenéfic (Carmen), Julio Diaz (Enrique Monteverde), María Telón (Valeriana) y Ayla-Elea Hurtado (Sara); estrenada el 30 de agosto de 2019 en el Festival de Cine de Venecia.

Alma, una joven indígena, entra a trabajar como sirvienta en la casa del general Enrique Monteverde, quien ha enfrentado un juicio por crímenes de lesa humanidad debido a un genocidio en una zona rural de Guatemala; el general comienza a escuchar durante las noches el llanto de una mujer y a experimentar algunos acontecimientos sobrenaturales.

La cinta fue seleccionada por Guatemala como candidata a los premios Óscar en la categoría de mejor película internacional; además ha sido nominada a las categorías de mejor película en lengua no inglesa de los Globo de Oro y mejor película iberoamericana de los Goya.

PERDIENDO EL JUICIO

El general Enrique Monteverde ha sido condenado por el genocidio de una comunidad indígena décadas atrás en una zona rural de Guatemala; sin embargo, el Tribunal Superior declara nulo el procedimiento y la sentencia queda sin efecto; de vuelta en casa junto a su familia, el general comienza a actuar en forma errática, lo que asusta a los empleados de la casa, quienes deciden renunciar.

Las escenas iniciales del juicio que se sigue contra el general sirven para dar el contexto histórico y aunque todo pareciera indicar que la trama girará sobre ese tópico, lo cierto es que la intención es que el espectador comience a cuestionarse si el general está perdiendo el juicio debido a su avanzada edad, o en realidad están pasando cosas sobrenaturales.

Y aquí entra una fusión entre una de las leyendas más antiguas de Latinoamérica con acontecimientos políticos que sacudieron a Guatemala en la década de los ochenta.

La clásica historia de terror tiene como sustento la indignación de un pueblo que se manifiesta contra la absolución de un genocida.

LA MISTERIOSA ALMA

Toda vez que los empleados domésticos han renunciado por las manifestaciones de locura del general, Valeriana, que es la jefa de sirvientes, contrata a Alma, una indígena Ixil, que dice venir del mismo pueblo; todos en la casa advierten conductas extrañas en Alma, pero piensan que al ser una indígena es normal que se comporte así.

Según los datos disponibles del último censo de 2010, en Latinoamérica la población de indígenas es alrededor de 42 millones de personas, lo que representa casi el 8 % de la población total; países como México, Guatemala, Perú, y Bolivia tienen las poblaciones más grandes, con más del 80 por ciento del total de la región, es decir, 34 millones.

Existen actualmente 522 pueblos indígenas que van desde la Patagonia hasta el norte de México, pasando por distintas áreas geográficas como Amazonía, Andes, Caribe Continental, Baja Centroamérica y Mesoamérica; y uno de esos pueblos es la comunidad Ixil que habita tres municipalidades guatemaltecas conocidas como el Triángulo Ixil, donde se realizó un genocidio entre 1981 y 1983.

EL DESPERTAR DE LA CULPABILIDAD

La esposa del general, Carmen, y su hija, Natalia, están convencidas de que el exmilitar tiene demencia senil, pues sólo él escucha sollozos que afirma hacen eco en las paredes y sólo él ve a gente del pasado que no está presente.

Es claro que la presencia de Alma perturba la tranquilidad del general, y en las noches, fuera de toda careta, la culpabilidad aparece y despierta; nadie puede dormir tranquilo después de ser el responsable de la muerte de miles de inocentes, y eso pesa en la conciencia del militar.

Esta es una mezcla de la leyenda y la realidad, el horror no sólo del mito de la mujer que ahogó a sus hijos en un río, sino el horror de la impunidad con que algunos responsables de genocidios se mueven.

DEL MITO A LA REALIDAD

En una de esas divagaciones que tiene el general, llega a dispararle a Sara, su propia nieta, a quien la ve como un ser maligno, y también recuerda su encuentro en el pasado con Alma, cuyos hijos fueron ahogados frente a ella por militares que amenazaron con matarla si lloraba.

La Llorona es un espectro del folclore hispanoamericano que, según la tradición oral, es el alma en pena de una mujer que ahogó a sus hijos, y que luego, arrepentida y maldecida, los busca por las noches por ríos, pueblos y ciudades, asustando con su sobrecogedor llanto a quienes la ven u oyen; a pesar de ser una leyenda, su relato mágico y sobrenatural ha trascendido fronteras, volviéndose parte de la identidad cultural, del folclor y la imaginería popular de muchos países.

El personaje de La Llorona en el filme sigue siendo un alma en pena por sus hijos, pero tiene una variante, ella no los ahogó, sino que los militares lo hicieron.

En diciembre de 1982, en la comunidad indígena conocida como Dos Erres, en la selva del Petén, se realizó la mayor matanza de la guerra civil en Guatemala, donde los últimos a los que mataron fueron los niños más pequeños; a muchos de ellos, para ahorrar balas, los kaibiles solo los echaban dentro del pozo del pueblo, uno tras otro, mientras el llanto se ahogaba en el chapoteo desesperado del agua.

El foso se había ido llenando de cadáveres: primero fueron los hombres, casi todos con un tiro en la cabeza, luego siguieron las mujeres, que fueron repetidamente violadas.

Los soldados de las fuerzas especiales a cargo de la “vacunación” del poblado, se iban con las manos vacías: no encontraron los 19 fusiles que creían que la guerrilla había escondido allí. Tampoco ninguna seña de “propaganda comunista”.

Aunque el director aclaró que el personaje del general Monteverde no está basado en el dictador guatemalteco Efraín Ríos Montt, lo cierto es que hay mucha similitud en la película, pues Ríos Montt dirigió Guatemala entre 1982 y 1983 y se le considera como uno de los más férreos dictadores de Centroamérica; fue encontrado culpable de genocidio al ser el cerebro de la Masacre de Sansirisay en 1973 cuando ocupaba el cargo de Jefe del Estado Mayor del Ejército; en 2013 fue condenado a 80 años de cárcel por la masacre ocurrida, pero días más tarde la Corte de Constitucionalidad de Guatemala dio marcha atrás a la sentencia argumentando un fallo técnico por parte de la jueza encargada del caso. Montt murió en abril de 2018 en la ciudad de Guatemala.

Pero ¿Qué será peor, el terror de la leyenda de La Llorona o el terror de los genocidios en que nunca se castiga al responsable?

La mejor respuesta la tendrá como siempre nuestro amable lector…

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